La banca europea se ha encontrado de bruces con la catarsis propia de comienzo de los últimos años -el Covid en febrero de 2020 y en el invierno de 2021, la guerra de Ucrania en 2022 y este año lo que es por el momento un amago de crisis bancaria- y ha borrado en tres semanas de marzo el 21% que había ganado en los dos meses previos.
La caída y posterior compra de Credit Suisse por parte de UBS ha puesto en el disparadero una vez más a las mismas entidades sobre las que siempre recaen dudas: aquellas vinculadas a carteras de inversión y trading y expuestas a derivados financieros por su perfil alejado del cliente retail. Y este ha sido el caso de Deutsche Bank, que se desploma un 15% desde que el pasado 9 de marzo estallara la última de las crisis a raíz de la quiebra de Silicon Valley Bank en EEUU. La consecuencia de ello es que sus ratios de valoración se desploman junto al precio de sus acciones. Deutsche cotiza a una ratio sobre valor contable 0,30 veces, esto es un cuarto de valoración menos que hace tres semanas y es un 60% inferior a la media del sector bancario en Europa, en las 0,8 veces el valor de sus libros.

"Deutche Bank no es el próximo Credit Suisse", apuntan desde Kepler Cheuvreux. Pero no son los únicos. Ha habido una avalancha de informes enfocados en distanciar drásticamente a Deutsche Bank, el eterno candidato a la quiebra, de la situación de Credit Suisse, aunque el "mercado está siendo claramente irracional", comentan los analistas de Citi, "frente a un pensamiento racional" como es el de los expertos que recalcan que la entidad obtuvo un beneficio histórico, no visto en quince años, con un ebitda de 5.600 millones de euros, y esperan que mejore otro 16% en 2023, hasta 6.500 millones. Ayer la entidad alemana llegó a subir más del 7% durante la sesión (al cierre, un 6,4%).
De hecho, "el guidance dado por la entidad recientemente gira entorno a ratios de capital CET1 superiores al 13% [cerró 2022 en el 13,4%] y beneficios similares en la parte de banca de inversión, mientras que las otras divisiones se verán beneficiadas por el alza de los tipos de interés", apunta Citi.
En esta misma línea, otras casas de análisis como Bank of America aseguran que Deutsche "ha mantenido una base de depósitos sólida a lo largo de la última década de 550.000 a 600.000 millones de euros" (clave para evitar una crisis de confianza que provoque retiradas de depósitos en masa) y les parece, además, válida la horquilla de 25 a 30 puntos básicos de provisiones (sobre el capital) que esperan destinar este año ante un posible alza de la morosidad, que afectará, por cierto, a todo el sector.
Inmobiliario
Este es otro aspecto que se está mirando con lupa sobre Deutsche Bank ahora: su exposición a real estate ante un posible aumento de los impagos, sobre todo en EEUU, donde pintan bastos para una red bancaria que supera las 4.000 entidades, muchas de ellas locales y regionales, más allá de las big four.
Deutsche Bank ha declarado 33.000 millones de euros de cartera inmobiliaria a cierre de 2022, que representa "solo", dicen los analistas, un 7% del total de la cartera de préstamos. Un 51% de importe está en EEUU, un 36% en Europa y otro 12%-13% en Asia. Cuenta con, principalmente, exposición a oficinas, que representan un 34% del total, sector que, señala Goldman Sachs, está dando los primeros síntomas de agotamiento en EEUU ante el aumento de los costes de las empresas y el endurecimiento en las condiciones de financiación ante el alza de los tipos. En EEUU están ya en la horquilla del 4,75%-5%.