
¿Se está acabando la fiesta en Estados Unidos? Esto es lo que cabría preguntarse si tomamos como referencia el sentimiento de los inversores, que empiezan a retirar su dinero de los fondos vinculados a la renta variable de aquel país.
Según datos de Refinitiv Lipper, desde el inicio de 2023 y hasta el miércoles 8 de febrero los inversores habían retirado 31.000 millones de dólares de fondos de inversión y ETF (fondos cotizados) ligados a las acciones estadounidenses, en lo que supone la mayor racha de retiradas desde el pasado verano y el peor arranque de año desde 2016, según recoge The Wall Street Journal.
La explicación aparece parcialmente si se tiene en cuenta dónde está yendo el dinero. Mientras que los fondos de renta variable de EEUU están asistiendo a la retirada masiva, los internacionales han gozado de una inyección de capital de 12.000 millones, mientras los fondos de renta fija han agregado 27.000 millones de dólares bajo gestión.
De esta forma, todo apunta a que una parte de los inversores empiezan a considerar que el rally alcista de la bolsa estadounidense ha tocado a su fin, y buscan seguir logrando rentabilidad en un mercado de bonos que ofrece atractivas rentabilidades a corto y medio plazo con un riesgo mucho menor que el de la renta variable.
Por otra parte, hay quienes insisten en la compra de acciones, pero o bien poniendo el foco en otros países a los que les puede quedar aún potencial, o bien asumiendo inversiones en acciones concretas con un mayor riesgo que puedan ofrecer revalorizaciones mucho mayores a la inflación. De hecho, Bank of America estima que, en lo que va de año, los minoristas han adquirido 15.000 millones en acciones individuales mientras han recogido 10.000 millones de los ETF. Como ejemplo, el S&P 500 ya ha superado ampliamente los 3.200 puntos en los que cotizaba antes de la pandemia (rozó los 4.800 en diciembre y cotiza ahora en los 4.090), mientras el Ibex 35 no ha logrado recuperar los 9.500 enteros pre-covid, y ni sueña con ver a medio plazo los máximos históricos de los 11.500 puntos.
Las subidas de la bolsa estadounidense en las semanas previas a la actual, cuando se ha registrado la primera caída semanal del año, han estado arropadas por la confianza en que la Reserva Federal moderase su política restrictiva que intenta combatir la inflación, como hizo en su última reunión al alzar los tipos tan solo un cuarto de punto. Pero las señales apuntan a que un mercado laboral que sigue creando empleo y una inflación que no baja lo suficientemente rápido (se situó en el 7,5% interanual en enero) puede dar alas al organismo presidido por Jerome Powell para continuar encareciendo el precio del dinero.
De hecho, aunque las estimaciones realizadas por CME Group apuntan a un 90% de probabilidades de que el banco central vuelva a subir los tipos solo en 25 puntos básicos en su reunión de marzo, hasta el rango del 4,75-5%, señalan a menos de un 3,5% de probabilidades de que el país acabe el año con unos tipos de interés inferiores a los actuales.
También una temporada de presentación de resultados empresariales menos mala de lo previsto ha alentado la subida de la renta variable estadounidense en las semanas previas, si bien el foco pasará en los próximos días a algunas grandes firmas de consumo como Coca-Cola o Heinz, y de ocio, como Marriott, AirBnb o TripAdvisor, que darán pistas sobre cuánto se está contrayendo el gasto del consumidor por el alza de los precios.