
Ha habido un índice infalible en este desdichado ejercicio para la renta variable. El S&P 500 Energy ha dado a sus inversores un 53,2% de rentabilidad desde que comenzó el curso y, con dividendos, ese porcentaje se eleva al 63%. La referencia no solo es atractiva por ser una de las claras vencedoras de la crisis energética, sino también por la remuneración que ofrece. Y ese es, precisamente, otro de sus puntos fuertes de cara al año que viene.
El S&P 500 Energy ha empezado a lucir en los últimos dos ejercicios, cambiando la racha de una década en la que su resultado ha sido negativo, con un -2,7% de retorno anual hasta 2020, según Bloomberg. Sin embargo, su reciente desempeño bate con creces al del S&P 500, que actualmente está en mercado bajista. Eso deja, además, una importante disparidad entre ambos.
Dentro del indicador energético están las compañías del sector que forman parte del Estándar de Clasificación de la Industria Global (GICS). En concreto, firmas como Occidental Petroleum, Chevron, Exxon Mobil o Schlumberger. Todas van a cerrar el año en verde, la gran mayoría con retornos de dos dígitos, por lo que el índice puede presumir de pleno. Aunque su rendimiento el año que viene estará condicionado a las tensiones en el mercado del gas o del petróleo, el hecho de repartir efectivo en un ejercicio de bajo crecimiento o recesión, le convierte en una apuesta atractiva para los próximos meses.
Cinco de los mayores aumentos de dividendos dentro del S&P 500 se han producido en compañías que también cotizan en su sectorial: Diamondback Energy, Halliburton, APA o Pioneer Natural Resources. Por orden, han incrementado la remuneración al accionista un 412%, un 167%, un 355% y un 276%, respectivamente, según datos de Bloomberg. Los ingresos reales y el efectivo son prioritarios en ejercicios en los que se recorta la oferta monetaria y en los que hay poco o nulo crecimiento.
Además de ello, en general, el sector tiene unas perspectivas favorables debido a la invasión rusa de Ucrania, el veto europeo al gas y al petróleo, la incertidumbre sobre el suministro energético y los meses fríos que quedan por delante. De hecho, los analistas recomiendan en mayor medida las acciones energéticas de cara a 2023, que las acciones en general, con un 61% favorable frente al 55%, según Bloomberg.