Opinión

Ucrania: un espacio energético estratégico en el continente europeo

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El factor que más ha sacudido en el corto plazo al desarrollo de la política energética europea ha sido el conflicto con Rusia ante la invasión de Ucrania y la consecuente instrumentalización de los recursos energéticos para los intereses geopolíticos.

Una de las respuestas rusas ante las sanciones de Europa ha sido ahogar la economía europea, aprovechando su alta dependencia energética de sus exportaciones (el 58% de la energía que se consume en la Unión es importada y un 38% del suministro energético provenía de Rusia). Es por ello por lo que, desde mayo del 2021, el Consejo Europeo ha priorizado en el plan REPowerEU la seguridad del abastecimiento, buscando garantizar la capacidad de almacenamiento, la diversificación de rutas de suministro y el despliegue acelerado de nuevas fuentes de consumo y de producción energética.

En este sentido, el conflicto en suelo europeo ha empujado a ambos actores a buscar nuevas relaciones comerciales y una mayor independencia para sus mercados energéticos. Y Ucrania ha sido uno de los países protagonistas para el despliegue de las estrategias territoriales de la Unión Europea y Rusia a ese fin.

Mercado energético de oportunidad

Ucrania ha sido históricamente el principal paso de gas entre Rusia y Europa. Este país suministra a la Unión Europea a través de una compleja red de infraestructuras que ha alcanzado el mayor volumen de flujo desde Rusia a Europa en el 2020.

Además, el territorio de Ucrania ha sido uno de los principales corredores de gas más importantes del mundo (con 38.600 km de gasoductos y una capacidad de distribución de 142,5 bcm/año). Este país alcanza el segundo puesto de mayor tamaño de Europa continental por su área (603.548 km2) y es uno de los estados más poblados (con cerca de 42 millones de personas, antes de los desplazamientos por la guerra). Este país alcanza el segundo puesto de mayor tamaño de Europa continental por su área (603.548 km2) y es uno de los estados más poblados (con cerca de 42 millones de personas, antes de los desplazamientos por la guerra).

No obstante, aunque ahora los gasoductos activos en Ucrania son pocos, con el sabotaje del NordStream, los flujos de gas hacia el centro de Europa han pasado a depender en parte de los gasoductos que transitan por zona de conflicto.

Analizando sus recursos, el territorio ucraniano cuenta también con tres cuencas hidro carboníferas (la región oeste de los Cárpatos, el Dnieper-Donetsk en el norte y este y el Mar Negro alrededor de Crimea), con reservas importantes de hidrocarburos convencionales y no convencionales. Incluso, alcanza para la explotación y comercialización de una larga lista de recursos mineros (como el hierro, uranio, litio, etc.), principalmente hacia China, Alemania, Italia, Polonia y Rusia. En términos geológicos, Ucrania ocupa el primer lugar en Europa y el octavo en el mundo en reservas de antracita (carbón mineral con mayor contenido de carbono), alcanzando el 3,5% de las reservas mundiales (de las cuales, el 92,4%, se encuentran en la cuenca carbonífera de Donetsk). Por otro lado, los campos de litio (de especial importancia para el sector tecnológico) se concentran en Zaporizhzhia, Donetsk y Kirovohrad (área de Dobra).

Ucrania también es un territorio que contiene una combinación energética diversificada (el carbón cubrió el 26,4% de las necesidades energéticas del país, el gas natural el 27,5% y la energía nuclear el 23,1%, con un fuerte desarrollo de las energías renovables, de especial interés para los objetivos sostenibles de la Unión Europea). Ucrania extrae también una cantidad importante de combustibles fósiles de su propio territorio (petróleo, carbón y gas natural), aunque nunca han llegado a cubrir la demanda interna. Es importante destacar que Ucrania ofrece además uno de los mayores sistemas eléctricos del continente europeo (donde casi la mitad de su capacidad son centrales térmicas, principalmente con carbón de Donetsk, gas y mazut).

Se advierte por tanto que la zona este de Ucrania (que acoge las principales áreas afectadas por el conflicto y de disputa histórica por la influencia sociopolítica rusa) coincide con ser la parte de mayor riqueza energética del país y fundamental para garantizar el tránsito económico y la seguridad territorial de la región. No es de extrañar entonces que Ucrania represente uno de los mayores mercados energéticos actuales y potenciales.

Hace unas semanas, el presidente Zelenskyy transmitió en el Foro económico Ambrosetti en el norte de Italia que Ucrania puede convertirse en un "centro de energía verde" para Europa y ayudar a reducir su dependencia del gas ruso. De esta forma, expuso abiertamente su apuesta por convertir al país en un mercado energético de oportunidad en respuesta a los objetivos sostenibles y de soberanía energética europea.

Claves energéticas del negocio de la guerra

Algunas de las apuestas de los países implicados en este conflicto (Europa, Rusia y Estados Unidos principalmente) es alcanzar las oportunidades energéticas de Ucrania y aprovechar su posición geográfica en el continente.

Además de la facilidad del territorio ucraniano para integrar una importante red de infraestructuras gasísticas hacia Europa, vale la pena recordar que antes del conflicto iniciado en 2014, los contratos de prospección y explotación de los recursos energéticos presentes en el Mar Negro y Crimea y en la cuenca hidro carbonífera del Dniéper-Donetsk estaban en manos de la petrolera estadounidense Exxon Mobile y la holandesa Royal Dutch Shell. Asimismo, también ha habido un esfuerzo europeo por integrar a Ucrania en su mercado energético eléctrico (el pasado marzo se materializó el acuerdo para asegurar el suministro eléctrico a Ucrania después de que este quedara desconectado del sistema ruso, al que había estado históricamente ligado). No es de extrañar, por tanto, que Rusia quiera también competir contra esas conexiones eléctricas europeas.

En definitiva, se advierte que las claves de influencia en este escenario de conflicto en Ucrania son, principalmente, la capacidad de acceso, explotación y control de los recursos energéticos (para dar respuesta a la alta demanda de consumo y para asegurar la independencia energética de Rusia), la ampliación de la red infraestructuras y las fuentes de suministro, potenciar las reservas energéticas y la competitividad por los precios de la energía (principal tema de debate entre los centros de producción y suministro energético mundiales, como la OPEP), garantía de dominio del mercado.

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