
Entrar en el punto más bajo del mercado es un ejercicio tan complicado como acertar a coger un cuchillo al vuelo en el aire. En un porcentaje muy elevado de ocasiones, nos cortaremos. El mercado está para hacernos cortes en muchas de las cosas que hagamos a corto plazo.
Pero, por suerte, las heridas en bolsa no son brazos o piernas, más bien son como las plantas, en las que los brotes son más fuertes. Tratar de preguntarse cuánto más va a caer la bolsa es tener el santo grial de la inflación, saber la fecha en la que vamos a volver a tener los precios controlados.
A la persona que le he escuchado exponer con más claridad el problema que tenemos por delante, ha sido al consejero delegado del Santander, José Antonio Álvarez, al afirmar que, probablemente, "tenemos un conflicto que en tiempo dilatará la inflación y que obligará a que las subidas de tipos sean más altas de lo esperado".
Álvarez lo explica así: "El alineamiento de la política fiscal y monetaria no es claro. Tenemos unos bancos centrales que quieren luchar contra la inflación subiendo tipos de una manera ciertamente agresiva y tenemos unos gobiernos que, correctamente tratando de proteger a la población más vulnerable, expanden y repriorizan el gasto".
Históricamente, cuando una economía ha superado una inflación del 5% tarda en recuperar el nivel correcto de precio -2%- más de una década. Si las series históricas sirviesen de algo, habríamos consumido un 85% del tiempo que dura un mercado bajista y habríamos sufrido un 65% de la caída media de los desplomes históricos.
En elEconomista.es hemos hecho un ejercicio de test de estrés esta semana de cuánto podría caer la bolsa europea si se fuese al peor escenario de valoración por EV/ebitda, el ratio que mide el valor de mercado de las compañías (incluida su deuda) en relación al beneficio bruto que generan. El resultado es que si de esta crisis no fuésemos a los multiplicadores que se pagaron cuando la Unión Europea se iba a romper, nos quedarían caídas adicionales en Europa del 25%.
Es un simple test de estrés y no debe entenderse como una reflexión para panicar. Es cierto que como consecuencia del conflicto entre los intereses de los bancos centrales y los gobiernos, el castigado mercado en el que estamos adentrando será mucho más duradero de lo que pensábamos antes del verano. Pero también es cierto que es en estos mercados en los que se acometen las mejores inversiones de largo plazo.
La equivocación ha sido pensar que el mejor plazo para periodificar las aportaciones iba a ser este semestre. Seguramente, hay que pensar que el conflicto entre bancos centrales y gobiernos obligará a pensar en año y medio de castigo bursátil. ¡Ojo! Estamos acostumbrados. Quien no lo está es el inversor conservador, que sufre las mayores caídas en 30 años, superiores al 10%, por la renta fija.