
La sensación que dejan las petroleras en el nivel actual del precio del barril de crudo, con una volatilidad muy elevada pero dentro de un rango bastante definido entre los 100 y 120 dólares, es que estamos más cerca de que maduren como idea de inversión que empezar a sembrar en ellas. Las petroleras están apalando beneficios. Es más, la sensación es que están consignadas en tratar de no llevar a la última línea de ganancias todo lo que están generando y aprovechar este suculento entorno para acelerar qué quieren ser de mayores.
Con los precios actuales del petróleo estables a largo plazo, la mutación hacia la sostenibilidad de estas compañías está asegurada. La gran duda que hay que plantearse como inversor, y sin apenas certezas con las que tomar la decisión, es si firmamos que el precio actual del petróleo no tiene vuelta atrás.
La tormenta perfecta con la invasión de Ucrania ha provocado, desde que el 24 de febrero Rusia se saltó toda la lógica internacional, que la pérdida de los 100 dólares haya sido testimonial. Y, de momento, los aumentos de producción como el anunciado esta misma semana estén siendo también testimoniales. Sin embargo, y aunque hay una tendencia permanente por parte de las firmas de inversión a seguir mejorando los precios objetivos de las petroleras, no sucede nada parecido respecto a las estimaciones de beneficio.
Las proyecciones de los analistas pasan por que este año se van a lograr resultados inmejorables que no se van a prorrogar en el tiempo. Repsol es el claro ejemplo de lo que sucede. La sensibilidad de la petrolera española al precio del crudo es que cada aumento o descenso de un dólar del barril mejora o recorta 60 millones su beneficio operativo bruto. Esta sensibilidad hace pensar a los analistas que Repsol superará este año los 10.000 millones de ebitda mientras que en 2021, tras triplicar la cantidad tras la pandemia, logró 8.170. En cambio, las previsiones para 2023 y 2024 se desvanecen a razón de mil millones menos cada año.
Lo mismo le sucede a las petroleras ligadas a las estrategias de elEconomista.es, las tres que forman parte de nuestro índice de ideas de inversión de calidad, Eco30 Stoxx. TotalEnergies, la petrolera francesa recientemente reseteada en nombre por la sostenibilidad, se espera que pase de unos 57.000 millones de ebitda en 2022 a unos 44.000 en dos años. Pese a todo está a punto de romper máximos de diez años.
Mucho mejor todavía es el comportamiento en el año en bolsa de la canadiense Suncor o la estadounidense Marathon, con subidas superiores al 70%, y aún así son evidentes sus futuros recortes de beneficio operativo. En esto estamos en la revisión del Eco30. El sector petrolero está para recoger alguna cosa y dejar que siga madurando lo que ya esté en cartera, pero creo que es poco aconsejable empezar a sembrar ahora.