
El principal mandamiento que debe conducir a todos los que nos dedicamos al mundo de la inversión es la auditoría de cómo evoluciona aquella idea de inversión que hemos defendido. Incluso cuando el viento viene en contra y el resultado no es del todo satisfactorio.
Una de las estrategias que más no ha sacado los colores en su primer año de vida es la Cartera de elEconomista, una selección revisable semanalmente de diez valores del mercado español que son una oportunidad de compra, con gestión activa pública y publicación anticipada de stop de pérdidas y ganancias para su ejecución. El resultado desde que arrancó a finales de febrero del pasado año es un discreto, sustentando en su mayor parte en el cobro de las retribuciones.
En la cartera sigue pesando que algunos de los valores parece que se han convertido en una trampa de valor porque se compraron a precios muy superiores a los que cotizan hoy. La pregunta que hay que hacerse entonces es si un error de entrada o un deterioro injustificable de valoración. Si el caso es el primero, lo aconsejable es tratar de comprar más abajo y construir un precio medio de entrada mucho más aceptable. Si el caso es el segundo, intentar buscar el mejor precio de venta y aceptar la derrota.
Llevo meses insistiendo en que los accionistas de Telefónica se han partido en dos generaciones. Los que vienen de precios irrecuperables y los que no paran de recibir alegrías en su particular reconquista porque compraron en el Covid. Esta semana Telefónica ha recuperado su precio objetivo medio de consenso de mercado para los próximos doce meses, 4,8 euros. En teoría, se le debe estar agotando el territorio que reconquistar, que está todavía muy por debajo del precio que Telefónica tenía antes del Covid o aquel 'dividendo de la bestia' cuando en 6,66 euros de cotización retribuía al 6%.
Aún admitiendo solo las valoraciones más altas hoy de Telefónica -Bank of America (6,3 euros); AlphaValue (6,36 euros); GVC Gaesco (6 euros) y JB Capital (5,90)-, para muchos inversores Telefónica se ha convertido en una trampa de valor irrecuperable, incluidos los cobros de dividendos.
En el caso de la Cartera de elEconomista hemos podido demostrar en los últimos meses que Ence, en la que estamos cerca de recuperar precios de entrada después de perder la intemerata, no era una trampa de valor. Ahora nos quedan dos asignaturas pendientes: Grifols y Cellnex. En la firma de hemoderivados es donde más difícil veo la decisión. Se especula con la posibilidad de una opa parcial por parte del capital riego por lo barata que está. Empiezo a pensar que solo es ruido y hay un deterioro de valoraciones sobre nuestro precio de entrada -22 euros-. En Cellnex, por el contrario, no lo hay. Tuvimos un error de entrada -52 euros-, pero sus torres de telecomunicaciones valen, al menos, 60 euros.