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BlackRock: se avecina un nuevo "orden mundial" en la inversión y el 'value' será el ganador

  • DeSpirito pone fin al régimen de bajos tipos y bajo crecimiento tras 2008
  • La inflación será más alta y la estrategia de valor tiene atractivo por recuperar
  • En los tres años posteriores a un ciclo de subidas de la Fed, el 'value' ha destacado
Imagen: iStock

El año 2022 ha comenzado con una elevada inflación, subidas de tipos y la tragedia que se vive en Ucrania. La incertidumbre se ha desatado y el escenario inversor se ha vuelto más complejo. En medio del debate sobre si las dinámicas que se están viviendo tras la pandemia y ante el shock de la guerra en Ucrania son transitorias o han venido para quedarse, desde BlackRock envidan a la grande y hablan de un "nuevo orden mundial" que deje atrás el entorno de crecimiento lento y bajos tipos de interés de los últimos años. Según los analistas de la mayor gestora de activos del mundo, ese nuevo escenario no será malo para los inversores y tendrá al sector del value como claro vencedor.

"Creemos que los inversores deberían prepararse para un cambio de régimen a más largo plazo, a medida que el entorno de crecimiento lento y bajos tipos de interés, antes conocido, se transforma en un nuevo orden mundial que puede justificar una mayor selectividad y un reequilibrio hacia el valor", señala Tony DeSpirito, CIO (Chief Investment Officer) de BlackRock en su análisis de las perspectivas que presenta el segundo trimestre de 2022.

"En medio de la incertidumbre, una cosa de la que nos sentimos relativamente seguros es que estamos saliendo del régimen de inversión que había reinado desde la Crisis Financiera Global de 2008. Este se caracterizaba por un crecimiento económico entre bajo y moderado, junto con una inflación y unos tipos de interés bajos. El nuevo entorno aún está tomando forma, pero sin duda conllevará una inflación y unos tipos más altos que los que conocimos entre 2008 y 2020", añade DeSpirito.

"No creemos que la inflación se mantenga a largo plazo en el nivel actual, que es el más alto de las últimas décadas, pero esperamos que se sitúe en un rango superior al 2% observado en el periodo posterior a la crisis financiera mundial. Esto se debe a que algunas inflaciones, como la de la vivienda y los servicios, son "pegajosas", lo que significa que no se resolverán tan fácilmente como otras presiones inflacionistas", indica. Recurriendo al indicador "Sticky CPI" de la Fed de Atlanta como el peor de los casos, estima que la inflación se situaría en la franja del 3%-4%.

Según el experto, en este nuevo "orden mundial" en la inversión, la selección de valores importará cada vez más a medida que las empresas navegan por la inflación y los tipos más altos con distintos grados de agilidad. Prueba de ello, asegura, es que la dispersión de las acciones, ratio que mide cuánto difiere el rendimiento de cada acción individual del retorno promedio de los valores en un índice, se sitúa muy por encima de su media desde la crisis de 2008.

DeSpirito hace hincapié en que una inflación superior al 2% que solía ser habitual antes de la pandemia pondrá a prueba las estructuras de costes de las empresas y apuesta que ese será el nuevo panorama. Por eso en este nuevo escenario los inversores deben discernir qué empresas se van a ver más afectadas por el aumento de los costes y cuáles tienen el poder de fijación de precios para trasladar esos costes más elevados a los consumidores y mantener sus márgenes de beneficios. A partir de ahí, la cuestión es saber en qué medida esto se refleja (o no) en los precios de las acciones.

Valor vs. crecimiento

La inflación tiene implicaciones para el sempiterno debate entre el valor y crecimiento. El value, prosigue el estratega, ha dominado en lo que va de año, ya que la subida de los tipos ha pesado sobre los valores de crecimiento. "Los valores de crecimiento se consideran de larga duración porque sus flujos de caja se realizan en el futuro. El aumento de los tipos afecta al valor actual de estos flujos de caja futuros. Las acciones de valor, por su parte, tienen una duración más corta y sus flujos de caja están cargados en la fase inicial, es decir, el capital se devuelve a los accionistas en una fase más temprana del ciclo de vida de la inversión", explica.

Si el periodo de tipos de interés extremadamente bajos ha sido muy bueno para los valores de crecimiento y muy difícil para los inversores en valor, sostiene DeSpirito, "es probable que el camino que queda por recorrer sea diferente, recuperando parte del atractivo de la estrategia de valor".

En lo tocante a la guerra de Rusia contra Ucrania, el analista admite que el conflicto "es una preocupación para el crecimiento mundial y una fuente de volatilidad". Sin embargo, de forma paradójica, esto puede ser positivo para las acciones americanas: "Rusia es uno de los principales exportadores de petróleo y gas natural, sobre todo a Europa, y una retirada de ese suministro del sistema ejercería una mayor presión al alza sobre los precios de la energía y la inflación. Perversamente, la situación podría favorecer a las acciones estadounidenses, ya que están más aisladas que sus homólogas europeas de las subidas de los precios de la energía y de los impactos directos de la guerra y sus ramificaciones económicas".

No será la única ventaja que cosechen las acciones de Wall Street: "Vale la pena señalar que los bonos, que normalmente obtienen una ventaja en tiempos de aversión al riesgo, están brindando menos lastre a las carteras en la actualidad, ya que las correlaciones con la renta variable han convergido. Esto puede dar a las acciones de EEUU una ventaja TINA (there is no alternative, no hay alternativa) en los activos globales".

Analizando más factores, DeSpirito no se olvida de la influencia de la Reserva Federal. "El proceso de normalización de los tipos de interés a partir de un límite cero no nos causa gran preocupación en la apuesta por el value. Nuestros modelos sugieren que el rendimiento del Tesoro a 10 años tendría que alcanzar el 3%-3,5% antes de que cuestionemos la relación riesgo/beneficio en la renta variable", expone.

Para apuntalar su tesis, DeSpirito y el equipo de BlackRock han analizado el rendimiento de las acciones y los bonos en los periodos posteriores a la primera subida de tipos de la Fed dentro de un ciclo de alzas desde 1983 y han comprobado que, aunque los bonos se comporten positivamente, las acciones obtienen mejores resultados, con los títulos de valor históricamente a la cabeza. Además, han descubierto que los sectores energético y financiero han sido los que mayor rendimiento por encima del mercado han tenido en los tres años siguientes al inicio del ciclo de subida de tipos.

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