
A lo largo de los años, los mercados financieros han dejado al descubierto sus flaquezas y puntos débiles en diferentes escenarios, ya que tanto la confianza de los inversores como cualquier otro factor económico puede hacer tambalear cualquier sistema bursátil que se precie.
Aquel proverbio chino que dice que el aleteo de las alas de una mariposa se puede sentir al otro lado del mundo se ha ejemplificado en más de una ocasión en materia económica, ya que una pequeña perturbación inicial termina generando un efecto considerable a corto y largo plazo. Y esto, traducido a jerga bursátil, implica que no ha habido un solo año sin una corrección de mercado digna de mención durante las últimas tres décadas. Ni un solo año.
La de este 2022 que acaba de comenzar llegó a ser del 8% en enero, aunque de esa caída la bolsa europea ya ha recuperado algo más de la mitad. ¿Hay motivos para preocuparse? Difícil dar una respuesta teniendo en cuenta que este ejercicio se recordará como el de la crisis bélica entre Rusia y Ucrania (todavía sin resolver) y por el regreso a las subidas de los tipos de interés.
"Guerras, catástrofes naturales, conflictos económicos, inestabilidad política y ahora una pandemia. A lo largo de cuatro décadas se han producido multitud de sobresaltos bursátiles (...) que dificultan aún más la decisión, ya de por sí difícil, de destinar dinero a invertir", apuntan desde Schroders. "Sin embargo, mantenerse al margen del mercado de valores durante los últimos 32 años podría haber resultado costoso: 1.000 libras escondidas bajo el colchón a principios de 1989 tendrían ahora un valor de 428 libras debido a los efectos de la inflación en el Reino Unido, lo que supone un decrecimiento anual del 2,6%", frente a las 1.818 libras en las que se habrían convertido si el dinero se hubiera depositado en una cuenta bancaria, y en 5.751 libras si se hubiera comprado el índice FTSE All Share británico.
Desde 1990 tan solo se han producido cuatro años en los que el mercado europeo ha sufrido una caída superior al 20%, que es donde se marca la barrera para definir a un mercado bajista. El peor de todos ellos fue el que cerró en 2008 con un desplome del 44,4% a raíz del estallido de la crisis inmobiliaria en EEUU. El segundo más bajista, en 2002, cuando –tras los atentados de las Torres Gemelas un año antes– se desató una crisis bursátil que llevó al EuroStoxx 50 a caer un 37%. ¿Y dónde queda el impacto de la pandemia en la bolsa? El ejercicio 2020 se convirtió, con un recorte del 5,1% para el selectivo comunitario, en el noveno más bajista de los últimos 32 años. El 2021, cuando el rebote llegó al 21% es, irónicamente, el noveno más alcista.
El origen de las crisis conocidas en el mundo moderno hay que buscarlo en 1929, que puso punto y final a la década de los felices años 20. El 24 de octubre de aquel año se derrumbó Wall Street y se originó lo que hoy se conoce como la crisis bursátil más famosa del siglo XX y la mayor de la historia de Estados Unidos. Esta crisis, que tuvo su germen en el país americano, marcó el comienzo de la Gran Depresión, que se tradujo en una recesión que se alargó durante diez años.
Si nos centramos en las grandes correcciones de la historia, la primera sucede, precisamente, en 1990, cuando el índice experimenta una corrección de un 26% en bolsa. Y es que, aunque, de manera general, las guerras no suelan afectar mucho al mercado de valores, el panorama se vuelve más sensible cuando la región directamente involucrada es la principal productora de petróleo del mundo, como el caso de Estados Unidos. Así se demostró en 1990 con la irrupción de la conocida como Guerra del Golfo, un conflicto bélico librado por una fuerza de coalición autorizada por las Naciones Unidas, compuesta por 34 países y liderada por Estados Unidos, contra la República Iraquí. Un conflicto que desembocó en una recesión que terminó afectando, de forma directa, a los mercados europeos.
El 1991 fue el único año desde que hay registro en el que el Eurostoxx no tuvo corrección destacable en el parqué. Los siguientes años hasta llegar a 1998, donde se produce de nuevo una caída por encima del 20%, no fueron especialmente buenos para el termómetro de la eurozona, que tuvo correcciones, en orden cronológico, de un 17% en 1992; un 5% en 1993; un 13% en 1994; un 7% en 1995; un 8% en 1996 y un 17% en 1997.
En 1998, como avanzábamos, el índice europeo registró una caída del 34% de julio a octubre, que estuvo motivada por la crisis financiera asiática, y el desplome de varias de sus divisas, que desembocó en el default (o impago) de Rusia y el hundimiento del hedge fund Long Term Capital Management.
La entrada al siglo XXI tampoco marcó mejores pasos para este índice que, lejos de remontar, terminó reajustándose en bolsa hasta un 40%, la cifra más alta hasta la fecha. Esta recesión, que ya venía fraguándose un año antes por el estallido de la burbuja tecnológica, se agudizó con los atentados del 11 de septiembre de las Torres Gemelas de Nueva York.
Burbuja 'puntocom'
Aquella tendencia bajista de 2001, que venía marcada por la burbuja de las puntocom que comenzó a fraguarse al inicio del año 2000, continuó en 2002 de forma aún más acuciante, con una corrección del 44% del mercado europeo desde el máximo de enero al mínimo de octubre. El término burbuja puntocom, concretamente, se refiere a un período de crecimiento en los valores económicos de empresas vinculadas a Internet. En una etapa en la que Internet era una pieza de tecnología enormemente significativa, ya que irrumpió con la intención de cambiar por completo la forma que operaban casi todos los negocios –como finalmente sucedió–, eran muchas las personas y las empresas que quisieron sumarse a esta tendencia sin tener el conocimiento suficiente.
Así las cosas, en el año 2003 un conflicto bélico volvía a ser el principal detonante de la caída de los mercados globales, como volvía a ocurrir con el estallido de la guerra entre EEUU e Irak, que comenzó en marzo de 2003 y finalizó en diciembre de 2011. En este año, el EuroStoxx se dejó un 27% en una corrección que duró solo dos meses –de enero a marzo–.
La 'gran crisis'
En 2008 el mercado financiero europeo protagonizó la mayor corrección que se recuerda en las últimas tres décadas y que alcanzó el 50%, en una cascada que comenzó en enero y que tocó mínimos en noviembre. El año es, hasta la fecha, el más bajista del EuroStoxx, con un retroceso del 44,4%. La crisis financiera mundial de 2008, que comenzó con el colapso gradual del mercado inmobiliario en EEUU el año anterior y la quiebra de Lehman Brothers –el cuarto banco de inversión más grande del mundo–, provocó la peor recesión mundial desde la década de 1930.
En España, concretamente, esta crisis financiera se vivió en primera línea. Así, siguiendo la estela de varios países de la Unión Europea, después de varios años de bonanza en el mercado nacional, y de que en 2007 se alcanzara un crecimiento máximo del 7,3% a cierre de año –por encima incluso de la media de la Unión Europea– este país se sumía en una recesión que duraría hasta el año 2014.
Los datos del EuroStoxx así lo avalan, con pérdidas de dos cifras durante todos estos años. En 2009, la recesión global, que seguía atizando con fuerza al conjunto europeo, desencadenó en una corrección del 30% del índice de las 50 acciones.
En 2011, las dudas sobre el rescate a Grecia y la posibilidad de que la banca tuviera que asumir nuevas recapitalizaciones volvieron a arrastrar a las bolsas europeas, y EuroStoxx tuvo un recorte del 35%.
'Precipicio' americano
Lo que sucedía al otro lado del Atlántico volvió a sacudir fuertemente la economía del Viejo Continente en el año 2012. En esta fecha surgió el llamado precipicio o abismo fiscal, que describe la situación que se produjo al inicio de 2013 en Estados Unidos, cuando hubo drásticos recortes de gasto público y subidas generalizadas de impuestos. Un panorama que volvió a corregir el termómetro europeo hasta el -21%. En 2015 los mercados del Viejo Continente aún no habían conseguido recuperarse de la complicada crisis financiera que acababan de dejar atrás, y, de abril a septiembre, llegó una corrección del 22%. Un hecho al que se sumó la crisis de materias primas, donde se desplomó el precio del petróleo (el barril de crudo Brent, el de referencia en Europa), así como la devaluación del yuan, que se sitúo frente al dólar en mínimos de tres años.
En 2018 también se registraron importantes caídas en el mercado global, y en Europa, en particular. Uno de los motivos más señalados fue la incertidumbre generada por la retirada de estímulos de los bancos centrales y la crisis monetaria turca. Los bajos tipos de interés, por un lado, y la intención de los principales bancos centrales de subirlos en un futuro no muy lejano fue uno de los miedos que atenazaron la inversión de los últimos meses de 2018, y se saldó con una corrección del Eurostoxx del 20%, que duró prácticamente todo el año.
Covid
El último, y aún latente, gran azote a la economía global fue el derivado de la crisis del coronavirus, que estallaba en marzo de 2020. ¿Qué provocó sobre el EuroStoxx 50? Ventas a una rapidez nunca antes vista, ya que del 20 de febrero al 16 de marzo, el índice europeo se desplomó un 38%. En el caso del Ibex, esta misma corrección alcanzó también el 38%. La diferencia respecto a Europa es que el selectivo aún no se ha recuperado del crash y cotiza un 13% por debajo.
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