La bolsa es el único centro comercial en el que se ponen carteles de rebajas y en el que no aparecen clientes. Estas últimas semanas hemos visto al tiburón bajista arquear la aleta con Rusia invadiendo las bolsas -porque en Ucrania todavía no ha entrado Putin-, y coger velocidad con el presidente de la Reserva Federal de los EEUU dando alas al mercado para cinco, seis o siete subidas de tipos en el próximo año para contener la inflación. Cuando se huele la sangre, y con dinero de por medio, se impone antes la cobardía que la valentía.
Siempre pienso que toda corrección es una oportunidad para comprar más barato. Y estoy convencido de que esta lo sigue siendo. No quiero decir que estemos antes unas rebajas maravillosas. Ni mucho menos. Las bolsas están corrigiendo los excesos del final de año. Son preferibles dos años de subidas del 10% a uno de más del 20% y otro de vacas flacas. Pero me da la sensación que la herencia que nos deja 2021 va a ser un año de nadería, en el que hay que entrar y salir, y la teoría del largo plazo va a generar menos réditos.
La razón por la que sostengo que la corrección sigue siendo una oportunidad para comprar más barato es que los beneficios de las compañías siguen creciendo y mientras esto siga ocurriendo no hay que pensar que un mercado de corrección -bolsas que superan caídas de más del 10%- se convierta en un mercado bajista -bolsas cayendo más de un 20%-.
La expectativa de crecimiento de los beneficios empresariales sigue siendo sólida, aunque es indudable que se está produciendo una desaceleración. La alta inflación, que empieza a ser más estructural que coyuntural, incrementa costes materiales y salariales. Los resultados de las cotizadas todavía no evidencian que se producirá un recorte de márgenes. Pero creo que se verán.
Los analistas, para la bolsa europea, siguen viendo mejoras del beneficio por acción medio de casi el 4% para este año y de más del 3% para 2023. Aun pensando que estas mejoras no sean tan altas, hay un dato que, al menos a mí, me explica que tras la corrección a la que hemos asistido hemos dejado de pagar una bolsa cara: el PER (número de veces que el beneficio está recogido en el precio de las acciones) de las principales compañías europeas a doce meses de 2023 es ya inferior a las 14 veces.
Este multiplicador es el más bajo desde que empezó la reconstrucción del Covid. Y para mí tiene una doble lectura, porque pagar un PER de 14 veces significa que aspiramos a una rentabilidad anualizada del 7% durante la próxima década. Lo que es lo mismo, cumplir con el primer mandamiento de toda inversión: alcanzar un 7% de rentabilidad al año para duplicar el patrimonio cada década gracias a algo tan sencillo y, tan complicado en ocasiones de explicar, que es el interés compuesto.