Los confinamientos y restricciones durante el coronavirus no acabaron con el popular negocio de los baños públicos en Japón. Sin embargo, los actuales altos precios del petróleo si amenazan el futuro de un sector que ha funcionado durante décadas en el país nipón.
Los baños públicos, conocidos con el nombre de 'sento', servían tradicionalmente a las personas que no tenían baño en casa y los bañistas se lavaban en secciones separadas para hombres y mujeres antes de sumergirse en bañeras de hidromasaje. También han sido lugares para socializar. Ahora la actividad peligra por los costes ante el acechante invierno.
Es el caso de Dai-ni Takara-yu, un tradicional baño público japonés situado en una callejuela de Tokio donde los vecinos se remojan desde 1949. Su dueño, Tokuji Ito, perteneciente a una tercera generación de propietarios, explica a Reuters los males que acechan al negocio muy apreciado en la vida del barrio al que pertenece. Con los meses más fríos haciendo su aparición en el calendario, debe pagar un 50% más que el año pasado para calentar el agua de las bañeras.
Ito explica cómo sobrevivió su negocio durante las restricciones a la movilidad para la pandemia: los 'sento' debían permanecer abiertos, aunque el número de clientes mayores en el suyo se redujo en aproximadamente un tercio. Ahora el margen es menor: tiene que hacer frente a facturas de 450.000 yenes al mes (4.000 dólares) en enero y diciembre por el combustible para calentar la caldera que suministra agua caliente a las bañeras, frente a los 300.000 yenes del invierno pasado.
A esto hay que sumarle que no puede traspasar los costes a los clientes. El precio del baño lo fija el gobierno de Tokio, por lo que no puede cobrar más, aunque Ito asegura que no subiría los precios de todos modos. "Justo después de la pandemia, la intención era recuperar clientela. Así que difícil precios tan elevados", afirma. Su esperanza pasa por aguantar el tirón hasta que lleguen los meses más cálidos y necesite menos combustible.
Pese a la popularidad que aún mantienen, es notorio que el negocio de los 'sento' ha ido a menos con el cambio de costumbres sociales. Si a finales de los 60 Japón alcanzó el mayor número de baños públicos con 18.000 por todo el país, ahora apenas llegan a los 2.000. Algunos se han visto abocados a servir bebidas alcohólicas o incluir saunas para atraer a clientes.
También habrá que calibrar el efecto de la variable ómicron en las economías. Por de pronto, Japón ha liderado esta madrugada las caídas en la sesión asiática después de que el Gobierno haya cerrado las fronteras a los visitantes. Las acciones de reapertura de la región, como restaurantes, grandes almacenes, operadores de trenes y acciones de viajes, también han sufrido algunas pérdidas.