
Siete años después Mapfre está a un paso de volver a ser compra para el consenso de mercado. No ha sido fácil llegar hasta aquí, tras un plan estratégico fallido -el de 2018- ahora los analistas cuentan con que algunos objetivos de la nueva hoja de ruta -que finaliza en 2021- no se alcanzarán, pero otros, como la meta de lograr un ROE del 8% sí. Este es uno de los motivos de la mejora de recomendación, después de conocer los resultados semestrales en julio que reflejaron cierto cambio (a favor) de tendencia.
Por un lado, hay que contar con el viento de cola del real brasileño -segundo mercado para la aseguradora por detrás de Iberia, con el 13% de las primas- que sube este año un 3,75% en su cambio frente al euro, y es la primera vez que recupera terreno desde 2016. De hecho, la tendencia cambió radicalmente a comienzos del mes de marzo, cuando tocó mínimo en los 0,1437 euros y sube desde entonces un 13,8%, hasta 0,1634.
Además, el catalizador que supone el dividendo para sus acciones ha vuelto a su plenitud después de que las limitaciones sobre los pagos al sector asegurador también hayan sido suprimidas -al igual que en el sector bancario-. Y, en último término, no se puede obviar el castigo que han sufrido todos los títulos financieros durante la crisis actual.
Mapfre está lejos de recuperar niveles pre-Covid, pero sí se ha acercado bastante a los máximos del año -en 1,88 euros-, de los que le separa una subida del 1,6%. Frente a los niveles previos a la pandemia -por encima de la zona de 2,13 euros- todavía cotiza un 13% por debajo.
Su precio objetivo está en los 1,95 euros de media, pero lo cierto es que las últimas revisiones realizadas a lo largo de todo el mes de agosto (de 7 casas de análisis en total) elevan su objetivo medio hasta los 2,08 euros. Esto implica un potencial a doce meses vista superior al 12%.
En lo que va de año las acciones de Mapfre suben el doble que el sector asegurador en Europa, un 21% sobre el 11%, y con ello ha logrado cerrar el hueco -en su contra- abierto en el último año. Desde el 1 de septiembre del año pasado, sus títulos se revalorizan un 27% frente al 24%, de media, de sus comparables continentales.
Aun así, la compañía todavía cotiza con un descuento del 33% en el mercado respecto al valor de sus fondos propios (valorados en 8.536 millones de euros a cierre del mes de junio).
La aseguradora logró situarse ligeramente por encima del consenso con sus cuentas del primer semestre. Las primas, tanto en vida como en no vida, aumentaron un 4% y un 7%, respectivamente. Además, logró batir la cota del 200% en su ratio de solvencia -frente al 193% de 2020-, como destaca JP Morgan en su informe, y rebajó el ratio combinado hasta el 95,1%, frente al 97% del mismo periodo de 2020 -ya de por sí beneficiado por una menor siniestralidad debido al confinamiento-.
Barclays destaca asimismo cómo la compañía ha sido capaz "de mantener su guidance a pesar de la pérdida de ganancias que aportaba el acuerdo con Bankia [que finalizó con la adquisición de CaixaBank]" y dice esperar "nuevas adquisiciones". La última de ellas la ha firmado en EEUU, donde ha establecido una alianza con AAA -la versión americana de RACE-, que cuenta con 50 millones de clientes. Norteamérica representa el 9,1% de las primas y es su tercer país más importante.
La previsión de los analistas es que Mapfre alcance los 718 millones de euros de beneficio a cierre de este año, 100 por encima de las ganancias de 2019 (de 609 millones). La rentabilidad del capital se situará por encima del 8%, nivel al que se ha comprometido la propia dirección de la compañía.
Su gran fortaleza sigue siendo el dividendo, que volverá a niveles pre-Covid con cargo a este ejercicio, hasta los 0,14 euros y una rentabilidad del 7,5%, que llegará al 7,7% el próximo año.