Bolsa, mercados y cotizaciones

El de GameStop no ha sido el primero: el gran 'short squeeze' que dobló el brazo a los bajistas de Wall Street en 1923

  • La cadena de supermercados Piggly Wiggly fue la 'víctima' de esta pugna
  • Importantes firmas de Nueva York perdieron dinero al posicionarse en corto
  • El dueño de la empresa subió la cotización al haber comprado todas las acciones
Un antiguo establecimiento de Piggly Wiggly. Foto: Wikimedia Commons

Aunque ha alcanzado cotas históricas por cómo se ha producido y por los porcentajes que ha acumulado, el 'short squeeze' o contracción corta de GameStop -repentino aumento de los precios que ahogue las posiciones cortas existentes- coordinada en las redes sociales por inversores minoristas no ha sido el primero que se produce en la historia de Wall Street como respuesta a un agresivo ataque de importantes operadores en corto.

Salvando las distancias con el presente, en 1923 el mercado de valores de EEUU vivió una situación similar con la cada de supermercados Piggly Wiggly -todavía existente- como protagonista. Fundada en 1916 por Clarence Saunders, la cadena pronto adquirió éxito y se extendió por todo el país gracias a su novedosa receta: en vez de poner a un tendero al que pedir los productos, los clientes pasaban un torno y recorrían los pasillos del establecimiento buscando esos productos que quisieran comprar y echándolos en una canasta.

Esta éxito situaba a la compañía de Saunders ya en 1922 cotizando en Bolsa y con más de 600 establecimientos por todo el país. En ese momento álgido, el fundador decidió expandir la compañía creando 100.000 nuevas acciones para poner a la venta. Esa decisión, junto a la noticia de una franquicia de los supermercados en Nueva York que había entrado en bancarrota, según recoge el Arkansas Times, alimentó el runrún en Wall Street y las acciones bajaron de 45 a 30 dólares. En previsión de que esta caída fuera a más, Merrill Lynch y otras importantes firmas tomaron posiciones bajistas.

Tan indignado como sorprendido, Saunders planteó este movimiento como una lucha entre el bien y el mal alegando ante otros inversores: "¿Deben los buenos negocios huir? ¿Deben temblar de miedo? ¿Deben ser el botín del especulador?". Lleno de orgullo y de determinación, el fundador de Piggly Wiggly intentó defenderse pidiendo prestados diez millones de dólares a estos otros inversores para comprar todas las acciones de la cotizada en circulación, casi 200.000.

Esta maniobra hizo subir de repente y vertiginosamente los precios, quedando la acción en los 124 dólares. Una subida que pilló a contrapié a los bajistas, que se apresuraron a cerrar posiciones antes de perder más. Casi todas las acciones que ahora tenían que comprar más caras tras haberlas pedido prestadas estaban en manos de Saunders.

No pocos vieron esto como una catarsis y como una especie de venganza contra los "urbanitas" que se enriquecían sableando al tipo común. "A los especuladores de Nueva York les ha salido por un ojo de la cara", llegó a ironizar un titular de periódico similar a los mensajes que se han visto estas semanas en torno a las operativas con GameStop.

Además, como ha ocurrido en este caso, hubo pequeños inversores que salieron ganando y se llevaron un buen pellizco. Un tendero jubilado de Rhode Island compró mil acciones a 38 dólares cada una antes del 'short squeeze'. Adquiridas en principio con la esperanza de recibir en el futuro ingresos por dividendos, el jubilado terminó vendiéndolas a entre 96 y 124 dólares, obteniendo una ganancia de casi 80.000, lo que hoy equivaldría a 1,2 millones de dólares, según los cálculos de la revista Barron's.

Sin embargo, la historia no tuvo un final feliz para Saunders pese al coraje demostrado ante los 'grandes'. Al poco de la subida de los valores, los supervisores bursátiles acusaron a Saunders de manipulación de precios y suspendieron la cotización de Piggly Wiggly. Esta decisión dejó al fundador de la cadena de supermercados con cientos de miles de títulos en la mano sin poder hacer nada con ellos, según atestigua un reportaje de la revista Time fechado en febrero de 1929.

Después de un intento fallido de deshacerse de acciones -un intento presentado en un anuncio de periódico a página completa titulado Luchando por mi vida-, Saunders entregó una fortuna estimada en nueve millones de dólares a los banqueros que habían financiado su alocada maniobra, haciéndole salir de la propiedad de la empresa. Tras este revés, Saunders lo volvió a intentar con otras aventuras empresariales que tuvieron un éxito medio, pero nada fue igual que Piggly Wiggly.

WhatsAppFacebookTwitterLinkedinBeloudBluesky