El precio del petróleo no parece tener la intención de frenar el rally alcista que lleva encadenando desde el pasado abril. Entonces, el barril Brent europeo marcó mínimos en los 19,33 dólares, y apenas 8 meses después se ha revalorizado casi un 200%, hasta superar los 56 dólares ayer, un hito que no conseguía desde febrero de 2020.
El crudo ha dejado atrás los peores temores de los inversores, que el año pasado llegaron a descontar un escenario de deterioro en la demanda de petróleo que podría haber superado los 10 millones de barriles diarios, según algunas estimaciones que se lanzaron en aquel momento.
El acuerdo de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) para recortar la oferta, junto a una recuperación más fuerte de lo previsto de la economía global y el consumo del recurso energético, han apoyado las subidas de los principales barriles de crudo, ya que han contribuido a equilibrar la oferta con el consumo de crudo. Las señales de recuperación son evidentes, como por ejemplo el buen momento que está viviendo el índice Báltico, y hay quien ya ha avisado de que podemos estar ante el inicio de un nuevo superciclo alcista de las materias primas, como ha hecho el banco estadounidense Goldman Sachs.
En 2021 no han cambiado las tornas; es más, el ritmo de las alzas ha acelerado, con el Brent subiendo casi un 10% en apenas siete jornadas de mercado, gracias a la ratificación del pacto de la OPEP y sus aliados, aunque hayan cambiado ciertas condiciones (Rusia y Kazajistán podrán aumentar la producción, y a cambio Arabia Saudí asumirá este incremento con un recorte similar).
Además de estos dos elementos, propios del petróleo, también hay factores externos que parecen estar contribuyendo a las subidas de precio del barril. Uno de ellos es la debilidad de la que está haciendo gala el dólar estadounidense en los últimos meses, y que no ha perdido continuidad con la llegada del nuevo año. Cuando el dólar cae, los activos denominados en dólares, como son las materias primas, se hacen más atractivos para los inversores que las compran en otras divisas, lo que suele desembocar en subidas en los precios de estos activos.