En octubre se cumplen seis años de la entrada en vigor de la norma que limita la comisión de gestión de los primeros al 1,5%. El objetivo era elevar su atractivo, pero su menor exposición al mercado americano, más alcista en estos años, ha propiciado que su rentabilidad se quede atrás.
Fue en agosto de 2014 cuando el Gobierno de Mariano Rajoy impulsó una reforma fiscal en la que se modificaron algunas características de los planes de pensiones individuales, una de las opciones al alcance del partícipe para ahorrar con miras a complementar la menguante pensión pública, que entraría en vigor dos meses más tarde. Por un lado se atendió la petición de una industria que reclamaba nuevos supuestos de liquidez, y se abrió la puerta a rescatar los planes con diez años de antigüedad a partir de 2025. Por otro, se limitaron las comisiones máximas de gestión del 2% al 1,5% con el propósito de dotarles de mayor atractivo e incentivar su uso -ambos cambios fueron la parte positiva de la reforma, la negativa fue que se redujo la aportación máxima hasta los 8.000 euros-. Sin embargo, esa rebaja de los costes no se ha traducido en una mayor rentabilidad de los planes de pensiones desde entonces en comparación a la que han logrado los fondos, pese a las mayores comisiones de estos.
Si se analiza el rendimiento que han obtenido ambos productos desde octubre de aquel año, el resultado es que los planes de pensiones han acumulado 9 puntos menos de rentabilidad que los fondos. Para el cálculo se ha tenido en cuenta el rendimiento medio de los cien mayores planes de pensiones y fondos de renta variable desde la entrada en vigor de la rebaja de comisiones hasta ahora -se han incluido solamente aquellos registrados antes de octubre de 2014-. Y el resultado es que los primeros, los productos de ahorro finalista, suman un 3,86% frente al 13,19% de los segundos (o, lo que es lo mismo, un 0,27% anualizado frente a un 1,67%).
Pero... ¿por qué esa diferencia?
Durante este periodo, la bolsa europea, representada por el Stoxx600, ha subido un tímido 2,53%; mientras que la americana, medida por el S&P500, ha escalado más de un 51%. En este dato se encuentra parte de la explicación al por qué de la brecha abierta entre la rentabilidad de los planes y fondos de inversión durante este periodo, ya que los planes de pensiones asumen una menor exposición a la bolsa de la primera economía del mundo que es, por otra parte, el mercado en el que los expertos recomiendan posicionarse cuando se trata de planificar la jubilación y ahorrar a largo plazo. Según datos de Morningstar, el peso medio de la bolsa americana en la cartera de los cien mayores planes de pensiones de renta variable alcanza el 16%, frente al 28% que adquiere en los fondos de inversión.
Precisamente el producto de ahorro finalista más rentable desde octubre de 2014 hasta ahora se centra en buscar oportunidades en la primera economía del mundo -es más, entre los siete planes que ofrecen un retorno más alto en este periodo, solo uno se sale de este mercado e invierte en renta variable global-. Se trata de Naranja Standard & Poors 500, que ofrece a sus partícipes una rentabilidad de más del 72% (que equivale a algo más de un 10% al año). En el otro lado, el fondo de bolsa que más valor ha generado ha obtenido casi un 118% de rentabilidad -se trata de Caixabank Comunicación Mundial Estánd, un fondo sectorial que invierte en tecnología-.
Aunque sí el más determinante, este no sería el único factor que explicaría la diferencia en el rendimiento entre ambos productos. Fuentes del sector opinan, además, que en algunas ocasiones las entidades financieras no dedican los mismos recursos a los planes de pensiones porque el dinero que obtienen a través de ellos es menor al que consiguen por otro tipo de productos debido a que la aportación máxima se encuentra limitada. "Como les entra el dinero igual por el efecto fiscal, porque el cliente lo pide, es un producto fácil de tener", añaden.
El hecho de que sus comisiones se encuentren acotadas al 1,5%, frente al 2,25% al que pueden llegar los fondos, también puede provocar parte de esas diferencias, explica otro experto, aunque matiza que esto no genera diferencias tan significativas. La razón es que al tener que cobrar un menor porcentaje, el margen de actuación también puede limitarse en algunas ocasiones. Pone un ejemplo: a la hora de incluir un determinado fondo en la cartera del plan quizás no pueda por cuestión de costes y en su lugar deba recurrir a un fondo índice, más barato.
¿Se usan más?
Surgen más preguntas, como, por ejemplo, si aquella rebaja de comisiones (o la posterior de 2018, cuando se redujo también la comisión máxima de gestión que podían cobrar los planes de renta fija y los mixtos) ha servido para que este producto gane peso en la estructura del ahorro de los hogares españoles. Según las últimas estadísticas publicadas por Inverco, a cierre del año pasado, solo representan el 5,2% en ésta, en línea con el peso que conseguían seis años atrás (5,3%). El número de partícipes también se ha reducido desde entonces, al pasar de los 7,8 millones a los 7,5 millones actuales.
Lo que sí dejan claro los flujos de dinero es que los españoles siguen confiando parte de su ahorro a estos instrumentos, a pesar del desconocimiento que muchas veces tienen acerca de sus características. Un estudio de ING refleja, por ejemplo, que el 63% ignoran que los planes de pensiones tienen comisiones, solo un 44% sabe qué rentabilidad le ha dado en el último año, o que únicamente el 15% conoce el ahorro que ha logrado con las ventajas fiscales que éstos ofrecen -permiten desgravar el dinero aportado mediante una reducción de la base imponible-. Pese a todo, los partícipes han aportado más de 5.800 millones de euros a estos productos desde 2014 frente a las prestaciones netas de 3.100 millones de euros que han registrado otros productos destinados a ahorrar para la jubilación, como los planes de empresa.
