El dinero en planes de empleo no crece. Aunque sí lo hizo su patrimonio el año pasado, gracias a la revalorización de los activos que forman parte de sus carteras, los productos que las grandes empresas ponen a disposición de sus trabajadores acumulan más prestaciones netas que aportaciones desde el año 2012, según datos de Inverco, aunque en los últimos años se ha ido reduciendo la cuantía.
Desde entonces, los planes de empleo suman salidas de 3.500 millones de euros. En parte porque el número de beneficiarios se ha duplicado prácticamente desde entonces, al pasar de los 65.500 a los 114.000.
Actualmente el número de trabajadores que dispone de un plan de empleo se encuentra ya por debajo de los 2 millones (algo que no sucedía desde 2009). En concreto, en 1,97 millones. Visto desde otra perspectiva significa que solo uno de cada diez trabajadores en España tiene un plan de empleo. Una cifra que ha llevado a muchos expertos a pedir que se fomente un sistema cuasi obligatorio, similar al de Reino Unido, donde los trabajadores tienen por defecto un plan de pensiones privado en el que realizan aportaciones mensuales que se descuentan de su nómina. Pero hay otro dato más, y es que de esos 1,97 millones de partícipes, el 66% no hizo ninguna aportación a su plan de empresa según los últimos datos disponibles en el Informe Estadístico de Instrumentos de previsión social complementaria del Ministerio de Economía a cierre de 2018.
Fiscalidad, rentabilidad...
Pero, ¿qué razones se esconden detrás de este estancamiento? Paula Satrústegui, directora del área de planificación financiera y patrimonial de Abante, apunta en primer lugar a los beneficios fiscales, que se han ido reduciendo en los últimos años, de modo que los "planes de empleo ya no sirven para fidelizar a los trabajadores, ellos no lo sienten así. Además, las empresas que ofrecen estos vehículos tienen que aportar por todos sus trabajadores, menos por aquellos que lleven menos de dos años. Todo ello hace que cada vez sea un vehículo menos utilizado", explica.
La reforma fiscal de 2014 introdujo novedades tanto en las aportaciones (se limitó la cantidad a aportar de 10.000 a 8.000 euros) como en el rescate, ya que limitó en el tiempo el periodo en el que un partícipe podía rescatar de golpe las aportaciones anteriores a 2006 en forma de capital con una reducción del 40%. "Eso ha provocado que haya gente que lo rescatase y que quizás en otras circunstancias no lo habría hecho", añade.
Otro aspecto que se introdujo con posterioridad, y que puede afectar a estos productos, en opinión de un experto, es el tercer supuesto de liquidez que se unió a dos que ya existían (el de enfermedad grave y el de paro de larga duración). Se estableció la posibilidad de poder rescatar a partir de 2025 las aportaciones con una antigüedad de diez años, algo que, según esta misma fuente, llevará implícito mayores salidas de dinero una vez llegado ese momento, y, por tanto, perpetuará, de algún modo, la tendencia de mayores prestaciones netas.
Pero Satrústegui identifica dos razones más que explicarían el freno que viven estos productos. En primer lugar lo achaca a las rentabilidades que consiguen, atractivas en el pasado, pero cada vez más difíciles de mantener por el sesgo conservador que adquieren estos vehículos, que ahora necesitan recurrir a la renta variable si quieren lograr rendimientos atractivos en un entorno de tipos cero. El año pasado los planes de empleo obtuvieron una rentabilidad del 8,74% -inferior al 8,81% de los planes del sistema individual, aunque a largo plazo sí que baten a estos productos (ver gráfico)-. El hecho de tener que la bolsa sea el único activo que ofrece de verdad rentabilidad es un hándicap para los planes de empleo, ya que tienden a ser más cautos, explica, porque concentran a personas de diferentes edades, con necesidades distintas. No es lo mismo construir una cartera para una persona de 30 años que de 60. En la teoría debería asumir más riesgo cuanto más lejos esté la edad de jubilación, y reducirlo a medida que se acerque. En segundo lugar, la experta de Abante atribuye parte de las prestaciones netas a los despidos de directivos, ya que "algunos traspasan su plan a otras entidades, y a veces lo hacen a planes individuales". Para impulsar estos vehículos, los planes de empresa, que reúnen 35.500 millones de euros en activos bajo gestión, la mitad que los individuales, Satrústegui considera que sería necesario beneficiarlos más fiscalmente.
Planes individuales
Si los planes de empleo terminaron 2019 con prestaciones netas de 344 millones de euros, los que sí consiguieron captar dinero el año pasado fueron los del sistema individual. Lo lograron gracias a las aportaciones que se hicieron en diciembre, y que dejó el saldo anual en entradas netas de 1.167 millones de euros (un 69% menos, aún así, que en 2006, cuando introducían casi 3.800 millones). Esos 1.167 millones apenas representan un 1,5% de lo que gasta la Seguridad Social en pagar pensiones de jubilación (más de 78.800 millones en 2019, con datos hasta noviembre).