
El interés que el mercado exige al bono español a 10 años se ha disparado cerca de 27 puntos básicos desde el mínimo histórico que registró el 15 del agosto, cuando se vivió el último pico de tensión de la guerra comercial entre Estados Unidos y China, en un momento en el que, además, el riesgo de un Brexit sin acuerdo era mucho más real que ahora, en el que en Italia se asistía a la enésima crisis de gobierno y en el que el Banco Central Europeo (BCE) prácticamente acababa de anunciar su nuevo programa de compra de deuda.
Esta escalada ha llevado a la rentabilidad que ofrece la deuda de referencia en el país a máximos de julio, al resurgir desde el suelo del 0,035% hasta superar el 0,305%, pero la prima de riesgo -el diferencial con el bono de Alemania- ha regresado a zona de mínimos, situándose en 63 puntos básicos, apenas 4 enteros por encima de su nivel más bajo.
Si sobre la deuda española pesa la incertidumbre electoral y el desafío secesionista en Cataluña, sobre los bonos germanos ha cotizado el riesgo de entrada en recesión -dos trimestres consecutivos de contracción del PIB- y el 0,72% que se llegó a pagar por financiar a la primera economía de la eurozona a 10 años se ha quedado en un 0,33%.
La relajación de las tensiones comerciales, el alejamiento de un Brexit duro o la estabilidad de Italia han predominado en el comportamiento del resto de referencias en el mercado de deuda del club comunitario, cuyo interés también ha subido pero en menor medida. Al bono de Portugal ha pasado de exigírsele un 0,058% a un 0,25, al de Italia de un 0,8 a un 0,98 y en el caso de Francia de pagar un 0,44 a un 0,03%.
Casas de análisis como JP Morgan o Morgan Stanley advierten de que el hecho de que el 1 de noviembre el BCE reinicie las compras de deuda soberana volverá a suponer una caída de todas las rentabilidades.