
Dejamos atrás una de esas semanas cuya intensidad es capaz de provocarte unas ojeras y una tensión que no es nada buena para la ciática que arrastro desde hace un mes.
Joaquín Gómez explica a la perfección las interioridades del intenso debate que hemos tenido esta semana pasada en elEconomista, donde todos son conscientes de lo que se están jugando a corto las bolsas de ambos lados del Atlántico.
Porque dependiendo de lo que suceda, tendremos pistas sobre la evolución de las bolsas no solo para las próximas semanas, sino probablemente en próximos meses.
Con la noticia de que Bruselas y Londres habían llegado a un acuerdo sobre el Brexit, el Eurostoxx 50 llegó a superar de forma intradía la importante resistencia de los 3.600 puntos, llegando a alcanzar los 3.630, lo cual encendió todas las alarmas dentro del equipo, que preparó toda la artillería para informar a los suscriptores y lectores de la importancia que tenía ese hecho.
Por eso, por la reacción que tuvieron, fue como echarles un jarrón de agua fría cuando les recordé desde Ecotrader que había que esperar al cierre para ver si se confirmaba tal superación y que había que exigir una ruptura contundente para fiarnos de la misma. No valían medias tintas.
Pero lo entendieron cuando comprendieron que la ruptura de los 3.600 serían palabras mayores porque permitiría dar por concluida la consolidación de las bolsas europeas desde 2015 y plantearía la reanudación de la tendencia alcista que nació el 2009 hacia objetivos que están a un 7% y un 27%.

