
Preparar la jubilación es un proceso largo y tedioso, aunque necesario, sobre todo porque cada vez vivimos más, de ahí la importancia de planificarla teniendo en cuenta todos los requisitos y prestaciones a las que podemos optar una vez abandonemos el mercado laboral.
Hay muchos que prefieren jubilarse de forma anticipada cobrando un poco menos en lugar de tener que pasarse otros 4 o 5 años más trabajando, bien por motivos de salud o de conciliación familiar, entre otros. Podría ser el caso de las personas discapacitadas que se han visto obligadas a dejar de trabajar antes de lo que tenían pensado, colectivo que puede acogerse al SSDI (Seguro de Incapacidad de la Seguridad Social) para cobrar más en la jubilación, siempre y cuando cumplan ciertos requisitos.
Se trata de un programa de beneficios y apoyo económico al que pueden acogerse personas estadounidenses con una discapacidad a largo plazo o permanente que hayan decidido salir del mercado laboral antes de lo previsto.
Imprescindible cumplir con la regla de los cinco años
Para poder beneficiarse de este programa hay que tener una discapacidad reconocida por la SSA (Administración del Seguro Social), que esté calificada como grave y dure al menos 12 meses o sea terminal. Asimismo, también es necesario tener ingresos inferiores a los umbrales que determine dicha agencia gubernamental.
Y lo más importante: haber trabajado lo suficiente. Existe una norma conocida como "la regla de los cinco años" que es fundamental para acceder al SSDI y que establece que los aspirantes deben haber trabajado y pagado impuestos en la Seguridad Social estadounidense durante al menos cinco años de los últimos 10 anteriores al comienzo de la discapacidad.
Si el solicitante ha dejado de trabajar tras el diagnóstico y han pasado más de cinco años desde la última vez que pagó a la Seguridad Social, no podrá acogerse a las ayudas del SSDI aunque su discapacidad sea considerada severa.
Los beneficios económicos son mayores
Esta opción es particularmente atractiva para los que se jubilan, por ejemplo, a los 62 años aceptando una pensión reducida. En caso de que la persona fuera discapacitada, le saldría a cuenta esperar hasta los 66 o 67 años para aplicar al SSDI y obtener una mejor prestación que la que recibiría de forma anticipada.
Por eso es esencial que los que estén próximos a la edad de jubilación consideren cuanto tiempo han estado sin trabajar y si podrían calificar para el SSDI en caso de que su salud se deteriore.
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