
Carlos Lesmes ha presentado y formalizado su dimisión como presidente del Tribunal Supremo y del Consejo General del Poder Judicial, una vez que ha dado por finalizado el plazo anunciado por él mismo a los vocales del Consejo en el Pleno del pasado 29 de septiembre sin que Gobierno y oposición hayan alcanzado un acuerdo para la renovación o la devolución de competencias al órgano de gobierno de los jueces.
Lesmes ha decidido cesar de inmediato en las funciones que le corresponden legalmente, según ha señalado en una declaración, amparado en lo establecido en el artículo 588.2 de la Ley Orgánica del Poder Judicial. La dimisión será efectiva una vez publicado en el Boletín Oficial del Estado el Real Decreto correspondiente.
No obstante, antes de formalizar su dimisión, Lesmes ha convocado hoy lunes a la Sala de Gobierno del Tribunal Supremo (TS) y a la Comisión Permanente del CGPJ parainformales formalmente de su renuncia, que no surtirá efecto hasta que sea publicada en el Boletín Oficial del Estado (BOE).
Por su parte, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez y el presidente del Partido Popular, Alberto Núñez Feijóo han logrado "avances" en la renovación del CGPJ y el Constitucional tras reunirse en Moncloa.
A través de un mensaje en Twitter, el líder del PP ha anunciado que el acuerdo se cierra "con un nuevo marco que profundice en criterios de independencia", al tiempo que ha considerado que "este paso se podía haber dado mucho antes". Asimismo, Feijóo ha mostrado su confianza en que "también será posible una reforma legal como pide la UE y lleva pidiendo meses el PP".
El magistrado Marín Castán, presidente de la Sala de lo Civil, se perfila como sustituto interino en ambas instituciones. Sin embargo, la mayoría de los vocales que actualmente componen el Consejo rechazan la idea de que Marín Castán sea el nuevo cabeza visible, porque creen que el hecho de que venga desempeñándose como vicepresidente del Supremo de forma interina le resta la misma legitimidad que ha motivado la dimisión de Lesmes.
Según ha informado el CGPJ, Lesmes ha comunicado ya su renuncia al Rey, Felipe VI y al presidente del Gobierno, como es preceptivo.
Mientras, Lesmes solicitará de forma inmediata volver al servicio activo en la Carrera Judicial y se incorporará a su destino en la Sala Tercera del Tribunal Supremo, que ya cuenta con 9 vacantes y que de este modo, ante la próxima jubilación de uno de sus magistrados, podrá mantener al menos por un tiempo el mínimo imprescindible de integrantes para constituir sus secciones de enjuiciamiento.
"Mantenerme a partir de ahora en esta responsabilidad solo puede servir para convertirme en cómplice"
Considera que "los contactos desarrollados estos últimos días, de los que he sido informado, no han dado resultado positivo alguno" después del llamamiento realizado durante el discurso de apertura del Año Judicial al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y al jefe de la oposición, Alberto Núñez Feijóo, para que pusieran una solución definitiva a la situación en la que se encuentran el Tribunal Supremo y el CGPJ, así como de las recomendaciones en el mismo sentido hechas por el comisario de Justicia de la Unión Europea.
"Perdida toda esperanza de rectificación y ante el patente deterioro del Tribunal Supremo y del Consejo General del Poder Judicial, que no puedo evitar, mi presencia al frente de estas instituciones carece ya de utilidad y sería además contraria a mi propia conciencia profesional, por lo que se impone mi renuncia como presidente, ya que mantenerme a partir de ahora en esta responsabilidad solo puede servir para convertirme en cómplice de una situación que aborrezco y que es inaceptable", ha señalado el presidente dimisionario en su declaración.
El texto de la declaración pronunciada el domingo por el presidente del Alto Tribunal y del órgano de gobierno de los jueces es el siguiente:
"El pasado día 7 de septiembre, en el discurso de apertura del año judicial y en presencia de Su Majestad el Rey, hice un llamamiento público y solemne al Presidente del Gobierno de España y al Jefe de la Oposición, como máximos responsables de los partidos políticos con mayor representación parlamentaria en el Congreso de los Diputados y en el Senado, para que pusieran solución definitiva a la situación insostenible en la que se encuentran las dos principales instituciones de la Justicia española, el Tribunal Supremo y el Consejo General del Poder Judicial, consecuencia de la falta de renovación en plazo de este último y de la restricción de sus competencias provocada por la Ley Orgánica 4/2021.
"Me he dirigido en numerosas ocasiones a los presidentes del Congreso de los Diputados y del Senado"
No era la primera vez que me pronunciaba sobre este asunto. Ya en 2018, antes de que venciera el periodo de cinco años para el que fue elegido el actual Consejo, y con el afán de asegurar la dignidad y estabilidad institucionales, expresé mi confianza en que las Cortes Generales cumplirían con su deber constitucional.
A partir de entonces, y ante la infracción reiterada del plazo, me he dirigido en numerosas ocasiones a los presidentes del Congreso de los Diputados y del Senado reclamando el cumplimiento del mandato constitucional y lo mismo ha hecho reiteradamente el Pleno del Consejo.
Este año añadí en mi discurso de apertura que, de no ser atendido ese llamamiento a lo largo de las siguientes semanas, me vería obligado a adoptar una decisión que ni quería ni me gustaba.
Reynders quien, tras diversos encuentros con autoridades españolas, exhortó al Gobierno
Durante el tiempo transcurrido hasta el día de hoy me he dirigido en varias ocasiones y de forma reservada a los principales responsables políticos al objeto de alcanzar la urgente renovación del Consejo o, en su defecto, que este, aun estando en funciones, recuperara las competencias que constitucionalmente tiene atribuidas. Ninguna de estas gestiones ha dado el fruto esperado.
Se une a lo anterior la infructuosa visita del Comisario de Justicia de la Comisión Europea señor Reynders quien, tras diversos encuentros con autoridades españolas, exhortó al Gobierno y a la oposición para que, de forma inmediata, se resolviera la situación de bloqueo y se abordara a continuación la reforma del modelo de elección de Vocales de procedencia judicial, sin que los contactos desarrollados estos últimos días a raíz de esa visita, de los que he sido informado, hayan dado resultado positivo alguno pese a que fijé esta semana, que hoy termina, como la última a los efectos de la decisión sobre mi permanencia en la presidencia, y así fue comunicado tanto al pleno del Consejo del pasado día 29 de septiembre como a los medios de comunicación.
Ante esta reiterada indiferencia a mis llamamientos, la expectativa que se abre no parece ser otra que el mantenimiento de una situación, quizás durante años, que debilita y erosiona cada vez más a las principales instituciones de la Justicia española y, por ende, de nuestro Estado de Derecho.
He sostenido siempre que el respeto a la Constitución y a la ley es inexcusable y compromete a todos los poderes públicos, con mayor intensidad si cabe cuando se trata de los jueces o de sus órganos de gobierno.
Por ello, mi responsabilidad hasta el momento presente ha sido procurar mantener el buen funcionamiento de estas dos instituciones y tratar de revertir la situación, utilizando todos los recursos a mi alcance, con el objetivo de que la Constitución y la ley fueran respetadas.
Perdida toda esperanza de rectificación y ante el patente deterioro del Tribunal Supremo y del Consejo General del Poder Judicial, que no puedo evitar, mi presencia al frente de estas instituciones carece ya de utilidad y sería además contraria a mi propia conciencia profesional, por lo que se impone mi renuncia como presidente, ya que mantenerme a partir de ahora en esta responsabilidad solo puede servir para convertirme en cómplice de una situación que aborrezco y que es inaceptable.
Adopto esta decisión por respeto a la dignidad de las instituciones que presido y por respeto también a los jueces españoles, que legítimamente esperan que quien les representa no permanezca impasible ante una situación que compromete gravemente el prestigio y funcionamiento de la Justicia entera.
Por lo que a mí se refiere, y para que no haya ninguna duda al respecto, quiero poner de manifiesto mi firme voluntad de regresar de forma inmediata al servicio activo en la Carrera Judicial y servir en el Tribunal Supremo como magistrado durante los próximos años para poder paliar mínimamente, con mi modesta aportación, los graves perjuicios que se están produciendo.
La reincorporación a mi destino permitirá que la Sala de lo Contencioso-Administrativo del Tribunal Supremo, tras la próxima jubilación de uno de sus magistrados, mantenga, al menos por un tiempo, el mínimo imprescindible de integrantes para poder constituir sus secciones de enjuiciamiento".
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