
Los reguladores, las empresas, los inversores y la sociedad en general cada vez están más concienciados con reducir las emisiones de carbono y transicionar hacia una economía más verde. Sin embargo, muchas veces nos olvidamos de que este movimiento conlleva una serie de riesgos y retos para todos. Consulte más artículos de opinión sobre inversión responsable en elEconomista Inversión sostenible y ESG.
Estamos viendo muchos cambios dentro de la regulación y de qué actividades consideramos sostenibles. El regulador europeo, tras un largo debate, considera la energía nuclear como proyecto verde. Por lo tanto, lo primero que se debe tener claro es que actividades son verdes para que las empresas que no lo sean analicen cómo transicionar hacia ellas. Para la comunidad inversora este aspecto también es fundamental a la hora de valorar el futuro de las compañías y saber si será necesario una reestructuración del negocio o no.
Por un lado, las empresas que operan en sectores más contaminantes, los grandes perjudicados de la inclusión de los criterios ASG en la inversión, están cambiando su modelo de negocio hacia otro más verde o menos contaminante. Nuevas oportunidades surgen para estas empresas, pero si bien es cierto que las nuevas líneas de negocio en las que tienen que operar son mercados con competidores ya maduros y en procesos donde no tienen tan arraigado el know how.
Es necesario aprender de cero cómo realizar las cosas. La necesidad de reconvertirse podría ocasionar problemas transitorios en las compañías que pueden o hacer que salgan reforzadas o hundirse en el camino. Dicha andadura no está libre de obstáculos y es a largo plazo. Ninguna empresa es capaz de cambiar su negocio de la noche a la mañana. Es necesario un proceso de análisis y de ir avanzando paso a paso y no correr, ya que se puede acabar muy mal.
En los mercados hay casos de éxito de empresas que han hecho es reestructuración del negocio de petróleo a otro de energía renovable como puede ser la italiana ERG. También hay casos como Saipem, compañía de ingeniería italiana, que empiezan con la transformación hacia proyectos de energía renovables, pero en el proceso se encuentran con algún problema.
Algunas voces ya se levantan contra las exclusiones de empresas de defensa, o de determinadas mineras, de las carteras
Por otro lado, la guerra ha supuesto un cambio en la mentalidad de los gobiernos y de los inversores. Muchas de las empresas de armamento estaban excluidas de los potenciales universos de inversión por motivos de sostenibilidad. Sin embargo, la guerra de Ucrania y Rusia ha puesto de manifiesto la necesidad de rearmar a los países occidentales y uno de los grandes beneficiados es el sector armamentístico. Aunque este no es el único. El sector de las renovables también se ha beneficiado del aumento en inversión en energía renovable para reducir la dependencia del petróleo y gas ruso.
Hasta ahora la comunidad inversora había excluido una serie de inversiones que consideraba no sostenibles. Pero toda la situación geopolítica ha cambiado el panorama y ya se puede oír algunas voces que se levantan contra esas exclusiones, dando una mayor relevancia a la necesidad de invertir en empresas de aeroespacial y defensa, como se ha comentado anteriormente, pero también en mineras especializadas en ciertos minerales necesarios para baterías u otros proyectos sostenibles, compañías agroalimentarias o energía nuclear, entro otros casos.
Nos encontramos en un entorno cambiante, donde es necesario asentar las bases para poder comenzar a andar. Cada vez son más los avances que se dan en dicha materia, pero todavía queda mucho por andar en diferentes aspectos. Y tenemos que ser conscientes que todo gran cambio conlleva una gran responsabilidad y es necesario ver en qué momento del cambio se encuentra la empresa en la que se quiere invertir y que a veces no todo vale por ser sostenible.
Guillermo Uriol es gestor de fondos de inversión de Ibercaja Gestión.