Tras el anuncio de que los negociadores de la UE y el Reino Unido han alcanzado un principio de acuerdo para llevar a cabo de forma ordenada el Brexit el próximo mes de marzo, la primera ministra británica, Theresa May, parecía poder respirar tranquila por primera vez en el último año. Pero la alegría parece haber durado poco tiempo: sus aliados clave, el sector más euroescéptico del Partido Conservador y el Partido Democrático Unionista (DUP) norirlandés, que sostienen su Gobierno, salieron a atacar el acuerdo, poniendo en peligro su aprobación e incluso la continuidad de May al frente del Ejecutivo.
Esta misma tarde, el Gobierno se había rendido a aceptar una moción en la que la oposición laborista exigía que el Parlamento recibiera asesoría jurídica sobre el posible acuerdo del Brexit, al ver que no tenía suficientes apoyos dentro de su partido para frenarla. Minutos después, al conocerse que había un principio de acuerdo, altos cargos del DUP -cuyos votos mantienen en el poder a May- recordaron a la primera ministra, a través de la cadena BBC, de que "el Gobierno ha aceptado que no tiene los votos para aprobar lo que quiere, importante lección".
"Esclavos de Bruselas"
Acto seguido, los diputados del DUP se lanzaron a intentar convencer a los ministros de May de que votaran en contra del acuerdo cuando mañana, a las 15.00 (hora española) llegue a un Consejo extraordinario para tratar su aprobación. Todo ello en público, delante de las cámaras de las diversas televisiones que cubren Westminster.
Para ello cuentan con la ayuda del sector euroescéptico de los 'Tories', que se lanzó manos a la obra a atacar el acuerdo antes incluso de conocer sus contenidos. El exministro y exlíder conservador Ian Duncan-Smith advirtió que si el pacto incluía "lo que se ha filtrado por los medios" (cláusulas para mantener a Irlanda del Norte en la unión aduanera con la UE), "los días [de May] al frente del partido están contados".
Mientras, el exalcalde de Londres, Boris Johnson, que dimitió recientemente como ministro de Exteriores por sus desacuerdos sobre el Brexit, pidió una serie de dimisiones "esta noche", para acabar con el proyecto antes incluso de que llegue a la mesa del Consejo de Ministros. Y el líder de la facción euroescéptica, el diputado Jacob Rees-Mogg, advirtió de que cualquier cosa que no fuera un Brexit duro, sin acuerdo con la UE, convertiría al Reino Unido en "un país esclavo de Bruselas".
Por si fuera poco, el líder laborista, Jeremy Corbyn, tachó el proceso de negociación de "un desastre" y advirtió de que su partido difícilmente votaría a favor del acuerdo.
Con este ambiente, y la minoría parlamentaria de May, crecen enormemente las posibilidades de que el pacto de salida ordenada acabe siendo rechazado, por los ministros o por el Parlamento cuando llegue al pleno. Y nadie sabe si May seguirá al frente de las negociaciones después de este mes, aunque ya ha sobrevivido a numerosas situaciones igual de críticas en un último año y medio de pesadilla para la 'premier'.