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Para comprar y vender bonos en Venezuela hacen falta dos cosas: pistolas y sacos de dinero

  • Los problemas para operar con dólares han reducido los préstamos al mínimo
Una calle cortada en Caracas. Foto: Reuters.

En el mercado de bonos más pequeño y probablemente el más primitivo del mundo, el default no es el mayor riesgo que enfrentan los inversores. Son los asaltos a punta de pistola.

El mercado en cuestión es el de Caracas, Venezuela, donde el Gobierno del dictador Nicolás Maduro está liberando muy lentamente su control absoluto sobre la economía destrozada del país y permitiendo a cuentagotas la reaparición de empresas capitalistas. Una parte clave de las reformas, aunque no haya sido oficializada en ningún momento, es que el dólar es ahora la moneda de facto en el país, reemplazando al carbonizado bolívar, que ni el propio Banco Central se molesta ya en imprimir. El problema es que, dada la forma chapucera y alegal de las reformas, aún no existe ninguna forma de transferir electrónicamente los billetes verdes de un banco a otro.

Y cuando un fabricante local de ron decidió convertirse en la primera compañía en emitir bonos en dólares en el país en al menos dos décadas, la solución tuvo que ser lo más casera posible: los inversores metieron en bolsas de plástico montones de billetes de 100 dólares y los llevaron al banco con el que trabaja la destilería. Usaron todo tipo de técnicas, desde contratar una escolta de la guardia armada hasta personas de incógnito, como en una película de espías, para navegar por las calles de una de las ciudades más peligrosas del mundo.

Aunque el acuerdo fue minúsculo (por un total de solo 300.000 dólares) y se limitó a inversores con cuentas bancarias locales, su éxito a finales del año pasado ha provocado una ola de interés, tanto de las compañías que buscan financiamiento como de los venezolanos adinerados que buscan invertir su efectivo en algún lugar.

"¿Qué puede hacer una persona que tiene dólares en Venezuela con ese dinero? ¿Dejarlos en el banco?", se pregunta Juan Domingo Cordero, un expresidente de la Bolsa de Valores de Caracas que se retiró hace dos años como presidente de la correduría Rendivalores. "El problema es limpiar las operaciones. No podemos seguir operando en efectivo".

Una venta de bonos corporativos venezolanos en dólares habría sido casi inimaginable hasta hace muy poco

La venta de bonos de Ron Santa Teresa, por cuyo Ron Antiguo de Solera de 1796 se paga alrededor de 40 dólares por botella en EEUU, generó mucho interés para los inversores cansados de ganar un interés cero en los bancos locales.

Dado que el mercado de valores solo puede liquidar las transacciones en bolívares, el destilador estructuró su deuda como notas de cupón cero para que los inversores no tuvieran que lidiar con el peligro de ir con sacos a recibir los intereses. Los bonos a un año se vendieron al 96% del valor facial, y los bonistas recibirán el capital íntegro con ese 4% adicional al vencimiento con los ingresos de las exportaciones.

Una venta de bonos corporativos venezolanos en dólares habría sido casi inimaginable hasta hace muy poco, después de años de interferencia del Gobierno en la economía que diezmaron los mercados de capital y provocaron severas restricciones a las transacciones en moneda extranjera. Pero ahora, ante las duras sanciones de EEUU que, sumadas al derrumbamiento del sector petrolero por la desinversión, han destrozado las finanzas del Gobierno, Venezuela se ha embarcado en una reticente apertura a los negocios privados y la dolarización.

Las medidas han despertado el interés de inversores atrevidos que se preguntan si ahora es el momento de lanzarse y comprar activos con riesgo. Aun así, el cambio es lento y las empresas locales todavía luchan con problemas básicos como la falta de combustible y los apagones constantes.

Préstamos en mínimos

El crédito bancario, limitado por políticas monetarias estrictas y reducciones en los subsidios del Gobierno, es difícil de conseguir. Los créditos bancarios suponen menos de 200 millones de dólares, lo que representa un 0,5% del PIB frente a un 30% de media en Latinoamérica, según la firma de análisis local Ecoanalítica. El número de ventas de instrumentos comerciales en bolívares se disparó un 60% el año pasado, a pesar de que el mercado local cotiza apenas el equivalente a 60.000 dólares por día, frente a los 5 millones que alcanzaba en la década de 1990.

"Ya no tenemos una economía subsidiada o préstamos baratos", dijo José Miguel Farías, director de finanzas de la corredora Más Valor, con sede en Caracas. "Y el crédito es el combustible que mantiene abiertas las empresas".

Los inversores con dólares están listos para poner su dinero a trabajar. Hay alrededor de 2.000 millones de dólares en efectivo circulando en la economía, y otros 400 millones se encuentran en cuentas sin intereses en bancos locales. Y no hay forma de que los venezolanos transfieran el dinero al extranjero.

Reformas necesarias

José María Nogueroles, un exbanquero que abrió la correduría Casa de Bolsa BNCI el año pasado, dice que su firma ha buscado la aprobación de los reguladores para las ventas de bonos en dólares de tres compañías locales sin éxito hasta ahora. "Necesitamos democratizar el mercado y simplificar los procesos", dijo en una entrevista.

Cuando Ron Santa Teresa emitió sus bonos, los compradores asumieron que para cuando vencieran ya estaría vigente algún sistema de pago digital, para recibir el pago de forma electrónica. Construir esa infraestructura antes de que venza el bono ahora parece cada vez más improbable.

Si nada cambia, cuando llegue la hora, los inversores con más valor tendrán que volver a ponerse una pistola al cinto y salir con sacos a las calles de Caracas, para transportar furtivamente miles de dólares en billetes a través de una ciudad plagada de bandas criminales y que está en lo más alto de los ránkings de asesinatos callejeros mundiales. Pero al menos ganarán algo de interés.

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