Internacional

Entre la ética y la economía: cuestiones 'espinosas' del certificado de vacunación europeo contra el covid-19 que también pronosticó 'Contagio'

  • La CE apuesta por tener listo el certificado de vacunación desde el mes de junio
  • Sin saber si los vacunados pueden seguir contagiando, la seguridad es una falacia
  • El fenómeno de la 'pendiente resbaladiza' emerge como el mayor peligro
La 'green pass' de Israel, un certificado digital de vacunación como el que plantea la UE para viajar. Imagen: Reuters.

En una de las escenas finales de la película Contagio (Steven Soderbergh, 2011), Matt Damon se dirige a un centro comercial para comprar un vestido a su hija. En la entrada, acerca la pulsera que rodea su muñeca a un lector digital, que posteriormente emite una señal positiva. La pulsera transmite al dispositivo una información clave: está vacunado contra el letal virus MEV-1. Puede entrar. Cambien la pulsera electrónica por un móvil y protagonizaremos nosotros mismos la escena este mismo verano, momento en el que la Comisión Europea activará un certificado digital de vacunación del covid-19.

La presidenta de la CE, Ursula von der Leyen, presentó este miércoles un certificado digital que servirá para reactivar los desplazamientos entre países europeos y que estará listo antes del verano, de cara a 'salvar' el turismo en su temporada más próspera. "Queremos ayudar a los Estados miembros a devolver la libertad de movimientos de forma fiable", confirmó Von der Leyen desde Bruselas. 

Este documento tendrá naturaleza digital, podrá descargarse en el móvil bajo forma de código QR y será validado en los aeropuertos una vez el Parlamento Europeo y los países miembros de la UE den la luz verde definitiva. Los más interesados en que esta suerte de cartilla esté en marcha cuanto antes son los países más dependientes del turismo, como España, Grecia o Italia, mientras que Francia y Bélgica han adoptado el papel de Pepito Grillo suscitando una serie de reflexiones éticas y legislativas que emanan de este proyecto. 

Es cierto que la última predicción de la película que adelantó en el año 2011 (casi) todo lo que sucedería en 2020 plantea un pasaporte a situaciones tan cotidianas como entrar en un comercio. El certificado de la UE delimita su utilidad a los desplazamientos entre países, a una recuperación de la movilidad. Sin embargo, filósofos y expertos en Bioética señalan el riesgo de entrar en la llamada 'pendiente resbaladiza', y que supondría abrir la puerta a situaciones de discriminación.

"Una vez que ya existe este certificado, quién me asegura que en una entrevista de trabajo no te pregunten si estás vacunado", reflexiona en una conversación con elEconomista Tomás Domingo Moratalla, profesor de Filosofía en la UNED y miembro de la Comisión Científica de la Asociación de Bioética Fundamental y Clínica. 

La última campaña del Gobierno de Israel: "Con el Green Pass, todas las puertas se abren. Puedes ir a restaurantes, entrenar en el gimnasios, asistir a un espectáculo... ¿Cómo conseguirlo? Vacúnate ahora mismo"

"No es que vaya a ser el criterio absoluto, pero ya es un criterio. Consideramos que no es importante y que lo vamos a controlar, pero luego a la hora de organizar un congreso, por ejemplo, entre dos ponentes, se puede preferir que venga el que está vacunado", ejemplifica. 

Magdalena Bosch, doctora en Filosofía y profesora de la Facultad de Humanidades de UIC Barcelona, profundiza en esta misma cuestión, y asegura que el certificado podría extenderse a ámbitos sin relación alguna con los viajes en la UE, como acudir a un gimnasio o al teatro.

El 'green pass' de Israel

No es ninguna utopía. Esto ya está sucediendo en Israel con su green pass, un 'pasaporte verde' que permite asistir a conciertos, al cine, viajar o acceder a cualquier actividad de ocio. La activación de este salvoconducto, eso sí, se ha realizado con un alto porcentaje de población vacunada y en un contexto de inyecciones para todos donde el único escollo es convencer a los ciudadanos reacios a vacunarse de que lo hagan.

"Con el Green Pass, todas las puertas se abren. Puedes ir a restaurantes, entrenar en el gimnasios, asistir a un espectáculo... ¿Cómo conseguirlo? Vacúnate ahora mismo", reza el texto de la última campaña del Gobierno de Israel. Su ministro de Sanidad, Yuli Edelstein, por si quedaba alguna duda, lo ha concretado sin paños calientes: "Todos los que no estén dispuestos o no hayan sido vacunados, se quedarán atrás". 

Una pareja ya vacunada en Tel Aviv accede a un evento social con sus 'green pass'. Imagen: Reuters.

En Israel, la cuestión del pasaporte verde y sus atractivos beneficios -básicamente, recuperar la vida normal tal y como la conocíamos- se ha planteado por las autoridades como un premio para los que accedan a vacunarse cuanto antes. "Pero si no hay vacunas, y no existe esa posibilidad, no lo puedes poner como premio. No es un premio, es discriminación", puntualiza el profesor Moratalla. 

Las consecuencias que devienen del fenómeno de la pendiente resbaladiza ya se atisbaron en primavera, en pleno estallido de la pandemia, con el amago de Isabel Díaz Ayuso, presidenta en funciones de la Comunidad de Madrid, de crear una 'cartilla covid' que diera información sobre los ya inmunizados contra la enfermedad con visos a que tuvieran ventajas sobre las otras personas. El proyecto fue contestado de inmediato por la propia OMS, que advirtió de la vulneración de los derechos de las personas y de la nula utilidad ante la falta de evidencias sobre la duración de esta inmunidad y la posibilidad de reinfecciones. 

Una falacia científica 

El problema no es únicamente ético, también lo es científico. Igual que sucedía con la naturaleza de la inmunidad de las personas que ya han sufrido la enfermedad, la ciencia aún no puede aclarar cuánto tiempo nos protegerán las vacunas, los propios anticuerpos creados tras pasar el covid-19 o, más importante aún, si los vacunados, pese a no desarrollar la patología, son capaces de transmitir a otras personas el virus del SARS-CoV-2. 

De no contar con la garantía de que el vacunado no pueda seguir contagiando a otras personas que no lo estén, la validez del certificado digital de la Comisión Europea para desplazarse de modo seguro sería papel mojado. Y su objetivo, pura falacia. La seguridad sería inexistente. El profesor de Filosofía en la UNED no se muestra contrario a este certificado, pero sólo si se enmarca como una medida más y se contextualiza claramente su significado: "Que se nos diga lo que es: yo me he puesto esta vacuna con estas características, pero no significa que sea totalmente inmune".

Domingo Moratalla: "Lo que esperaría a nivel europeo es que consideren el nivel de justicia, de salud para todos, ir a ese nivel general, y no ir a lo muy burdo, con discriminación, que el vacunado tenga unos derechos que no tiene el que no está vacunado"

Advierte el profesor Moratalla del peligro de las denominaciones. El empleo del término 'pasaporte' puede crear un imaginario social positivo, ligado a los desplazamientos y a realizar una vida normal que volvería a situar a la humanidad en los riesgos de seguir conviviendo con la pandemia como hasta ahora. "No puede ser incentivar la economía a cualquier precio, arriesgándonos a nuevos brotes y yendo en contra de la salud, al riesgo de que no haya más remedio que la pandemia. No podemos optar únicamente por el valor de la movilidad, de la economía", considera. 

El miembro de la Comisión Científica de la citada asociación de bioética profundiza en el carácter social de la vacunación, en que el planteamiento debe ser obligatoriamente global para que sea efectivo: "Lo que esperaría a nivel europeo es que consideren el nivel de justicia, de salud para todos, ir a ese nivel general, y no ir a lo muy burdo, con discriminación, que el vacunado tenga unos derechos que no tiene el que no está vacunado". 

Discriminación económica y legislativa

Aun quedándonos sólo con el componente de acceso a la movilidad en la UE, el certificado modelado por Bruselas ya incurre en una discriminación efectiva y económica. Los viajes sólo podrán realizarlos personas vacunadas -en un contexto de escasez de antídotos y acceso no universal- o aquellas cuyo mayor presupuesto les permita costearse pruebas PCR para mostrar en las fronteras. 

Una encuesta revela que el 62% de los españoles está a favor de introducir este documento,  frente al 45% de los alemanes o el 32% de los franceses

Legislativamente y en el contexto de nuestro país, si no son todos los españoles los que pueden recuperar su derecho fundamental a la movilidad consagrado en el artículo 19 de la Constitución Española -y actualmente, en suspenso en virtud del estado de alarma-, será necesaria una modificación. El certificado digital europeo crea, de facto, una división entre los que tienen este derecho y no lo tienen. Ante esta limitación de los derechos fundamentales, el profesor Moratalla opta por que el tiempo coloque las cosas -éticamente- en su sitio, que la medida tome forma cuando haya un porcentaje muy alto de la población vacunada, al menos el 70% para lograr la inmunidad de rebaño al que aluden los científicos. 

Mientras que el problema ético preocupa a las autoridades británicas y francesas, que han negado un escenario de discriminación en los derechos fundamentales de las personas, en España el apoyo social a un 'pasaporte' de vacunación es abrumador. Una encuesta realizada hace diez días por la plataforma Appinio en varios países europeos revela que el 62% de los españoles está a favor de introducir este documento,  frente al 45% de los alemanes o el 32% de los franceses. 

Matt Damon, en un fotograma de la película 'Contagio' (Soderbergh, 2011). Imagen: Alamy.

"Se nos ha vendido y con buena parte de razón, que nuestra economía depende de eso y nuestra vida también", explica el profesor de la UNED. Las diferencias culturales y sociológicas de los españoles con los alemanes -con baja dependencia del turismo- o los franceses -ciudadanos muy avanzados históricamente en la defensa de sus derechos- ayudan a enmarcar este apoyo tan desigual en unos entornos nacionales y otros. 

¿Cuál es el precio de incentivar las economías más dependientes al ocio y al turismo? El filósofo insta a no dejar atrás como valores como la justicia, la libertad y, sobre todo, la humanidad, y concluye con una última reflexión: "A lo mejor no estamos en la altura moral en la que pensábamos". La institucionalización de la desigualdad en los derechos fundamentales, que el director Steven Soderbergh fue capaz de condensar en el plano de escasos segundos de Contagio al que hemos aludido en las primeras líneas, puede ser la medida de esa altura moral a la que apunta Tomás Domingo Moratalla. Pero una vez más, no será necesario observarla a través de una historia de ficción.

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