Cuando Boris Johnson ganó las elecciones británicas, parecía que las fechas de salida de la UE iban a estar fijadas en piedra: el 31 de enero sería el 'Brexit' jurídico y el 31 de diciembre, el efectivo, con o sin acuerdo comercial. Pero la crisis del coronavirus se ha llevado por delante todos los plazos y ha dejado a Londres sin muchas más opciones que la de plantearse una nueva prórroga a las negociaciones hasta bien entrado 2021.
El pasado febrero, ambas partes aprobaron sus objetivos negociadores y los jefes de las misiones ya se encontraron en Bruselas para hablar a principios de mes. Pero la crisis sanitaria ha obligado a suspender los encuentros presenciales en la capital europea, mientras que el Gobierno británico ha reasignado altos funcionarios clave del equipo negociador al de lucha contra el virus, en medio de una alerta creciente en Londres, donde los contagios se están disparando y los infectados pueden ser ya varias decenas de miles de personas.
En esas circunstancias, y con toda Europa concentrada en un único asunto, las voces que abogan en Londres por suspender las negociaciones y pedir una prórroga son ya abrumadoras. La línea oficial del Gobierno británico es aún que la fecha de salida es el 31 de diciembre, fijada por ley, y que no se plantean cambiarla, y que saldrán sin acuerdo si no se ha podido negociar nada antes, pero el comité del Gobierno encargado de dirigir las negociaciones con la UE y EEUU ha sido disuelto sin fecha, señal que indica lo que está por venir.
Pero el objetivo de Johnson siempre había sido usar la fecha límite como estrategia negociadora para presionar a la UE y obtener concesiones de última hora, no descalabrarse sin acuerdo, como ya demostró en otoño pasado con sus cesiones a Irlanda y Bruselas. Y difícilmente podrá conseguir concesiones si no hay nada sobre la mesa, porque no ha habido apenas tiempo para reunirse.
Con estas circunstancias, ambas partes se preparan para presentar sus primeros borradores en las próximas semanas y, con toda seguridad, suspender en ese momento los encuentros hasta nueva noticia de mutuo acuerdo. El Gobierno tendría que enmendar la ley de Salida, en la que Johnson se prohibió a sí mismo pedir una prórroga, antes del mes de julio, cuando caduca la opción de ampliar el plazo. Pero con el país enfocado en las 20.000 muertes por el Covid-19 que espera el Ejecutivo si las cosas van bien, el coste político de extender el Brexit unos meses más sería inexistente en comparación. Todo queda a la espera de la coreografía adecuada para que los más radicales lo comprendan, que llegará en poco tiempo.