
Según los analistas electorales estadounidenses, el momento clave de la economía de cara a unas elecciones presidenciales es la primavera previa. Ese es el momento en el que los ciudadanos que siguen las noticias más de lejos toman el corte de cómo han ido los tres años de mandato hasta la fecha y deciden si apoyar al presidente de nuevo o no. Y la fecha del 'examen' le llega a Donald Trump con los mercados en caída libre y el país en un estado de pánico creciente por la extensión del coronavirus. La Casa Blanca está en alerta roja.
El presidente sabía, desde el primer momento, que la evolución de la crisis del Covid-19 y su efecto en los mercados marcaría en gran medida sus opciones de victoria para noviembre, pero en vez de centrarse en detener el contagio, su primera reacción fue intentar calmar a los mercados con mensajes de que el virus no es demasiado grave y que el brote desaparecería en poco tiempo. Para ello, nombró a su vicepresidente, Mike Pence, a dirigir el equipo de gestión de emergencias, pidió por televisión a la gente que fuera a trabajar aunque tuviera síntomas, porque "no es nada grave", y predijo en varios discursos que el virus "se irá milagrosamente en mayo, cuando entre el calor", por lo que no hacía falta preocuparse.
Pero según los casos se han ido multiplicando, la estrategia de Trump está haciéndose cada vez más peligrosa. Con más de medio millar de casos confirmados, un crucero con contagiados en California, iglesias cerradas en Washington y protestas por escasez de pruebas, las noticias inundan los medios. Esta mañana, el director de la Autoridad Portuaria de Nueva York y Nueva Jersey, que gestiona los aeropuertos de los dos estados, dio positivo en el test. Un senador republicano, Ted Cruz, decidió ponerse en cuarentena tras detectársele el virus a una persona que había asistido a un gran congreso de políticos conservadores y con la que Cruz había tenido contacto. Y la preocupación por un aumento de los contagios incontrolado no hace más que crecer.
Pero Trump no parece estar dispuesto a moverse de sus trece: "Es todo culpa de las noticias falsas y el Partido Demócrata, que están inflamando la situación del Coronavirus", protestó este lunes, en una serie de tuits en los que atacó al expresidente Barack Obama y a Arabia Saudí y Rusia y celebró que "van a bajar los precios de la gasolina". A continuación, se marchó a un acto para recaudar fondos en Florida y dar la mano a todos los seguidores que se le acercaban, pese a las recomendaciones sanitarias.
The Fake News Media and their partner, the Democrat Party, is doing everything within its semi-considerable power (it used to be greater!) to inflame the CoronaVirus situation, far beyond what the facts would warrant. Surgeon General, "The risk is low to the average American."
— Donald J. Trump (@realDonaldTrump) March 9, 2020
The Obama/Biden Administration is the most corrupt Administration in the history of our Country!
— Donald J. Trump (@realDonaldTrump) March 9, 2020
La forma en la que Trump está minimizando la crisis contrasta con otras voces de su propio Gobierno y está dejando alucinados a los expertos y los analistas. El secretario de Sanidad, Alex Azar, salió a corregir al presidente y recordar que "Este es un problema de salud muy grave" y que "nadie tiene que minimizarlo". El senador demócrata Brian Schatz pronosticaba que sus mensajes de hoy "pasarán a la historia". Para el periodista Josh Barro, "el presidente parece estar en un ataque de nervios al ver que no puede detener la caída bursátil solo con sus mensajes". "Sus tuits de hoy tienen un aire al colapso soviético", decía el reportero Matt Fuller.
La mayor amenaza para Trump es que la crisis del virus se extienda y los casos se sigan multiplicando en las próximas semanas y meses, y el hundimiento bursátil de estas semanas -superior al 16% desde máximos- no se empiece a recuperar hasta pasado el verano. Durante su mandato, lo único que los votantes siempre han valorado positivamente del Gobierno Trump ha sido su gestión de la economía. Una recesión justo en el año electoral, causada por una crisis que no ha sabido gestionar, sería un durísimo golpe la carrera por la reelección.
Alerta en las encuestas
Y el mayor problema es que la campaña empezará mucho más ajustada de lo que podría preverse: las encuestas muestran a Joe Biden, el favorito de los demócratas, a unos 6 puntos por delante del magnate neoyorquino. No solo eso, sino que la distancia no ha hecho más que aumentar en los últimos días, hasta los 10 puntos en la última de la cadena CNN. Y hasta la encuestadora favorita de Trump, Rasmussen, que 'infló' en 9 puntos a los republicanos en sus sondeos para las elecciones legislativas de 2018, ve a Biden 6 puntos por delante.
"Lo que más me decían los expertos en seguridad nacional, desde antes de la elección de Trump, es que lo que temían era una situación en la que hubiera una crisis grave y la Casa Blanca no tuviera la credibilidad para decirle a la gente lo que estaba pasando y explicarles lo que tenían que hacer para evitarlo", explica Benjy Sarlin, director de política en la cadena NBC. La hora clave parece haber llegado y Trump se juega su supervivencia política con la gestión del coronavirus.