Normalmente, un primer ministro suele leer su programa de Gobierno antes de ser nombrado, o inmediatamente después. Este lunes, el 'premier' británico, Boris Johnson, inventó una nueva modalidad: llamar a la reina Isabel a leer su programa electoral ante el Parlamento como uno de los actos de inicio de campaña para unos comicios que se esperan en cualquier momento. Pero lo más interesante no fueron sus promesas de reforma medioambiental o del código penal, sino lo que no apareció por ninguna parte: referencias al Brexit sin acuerdo o su promesa de salir el 31 de octubre "a vida o muerte". Unas ausencias bastante significativas que apuntan a lo que parece ya inevitable: una nueva prórroga al 'día D'.
"La intención de mi Gobierno siempre ha sido salir de la Unión Europea el 31 de octubre", leyó la reina. Un compromiso sorprendentemente débil en un discurso plagado de medio de frases asgurando que "mi Gobierno hará" cual o "se compromete a" tal. Y en el documento de 130 páginas en el que el Ejecutivo detalló sus planes, tres palabras brillaban por su ausencia: "Salida sin acuerdo". Las únicas menciones al Brexit iban acompañadas siempre de un tratado con la UE, que Johnson negocia estos días a contrarreloj con Bruselas.
Estas señales se suman a las noticias aparecidas en el fin de semana en la prensa británica, que indican que Johnson habría aceptado que ya no hay tiempo de ratificar un acuerdo antes del día 31, lo que le aboca a una prórroga incluso aunque el Consejo Europeo de esta semana acabe en 'fumata blanca'. Una posibilidad que, por otra parte, sigue estando en el aire, ante las dificultades de aplicar su plan de dos zonas aduaneras en Irlanda del Norte.
Lo que no sorprendió a nadie fue la confirmación de que Johnson pretende poner fin a la libertad de circulación entre la UE y Reino Unido, uno de los principales objetivos de los Gobiernos británicos desde el referéndum de 2016 y que hoy reafirmó.
Ley y orden
Aparte del Brexit, la reina anunció una serie de medidas centradas en el endurecimiento de las condenas por distintos delitos y el cumplimiento de las penas, en la culminación en el giro hacia la "ley y orden" de Johnson desde su llegada a Downing Street. A eso se suman planes para renovar las infraestructuras de internet, especialmente en zonas rurales, o una ley medioambiental para reducir el uso de plásticos y mejorar la calidad del aire.
Pero este discurso no deja de ser un programa electoral, dado que Johnson no tiene apoyos suficientes para aprobar en el Parlamento nada más que las leyes con apoyo unánime del resto de partidos. De hecho, es probable que el 'premier' pierda esta semana la moción de confianza a la que todos los primeros ministros deben someterse tras escuchar su programa de boca de la reina. Las cuatro veces anteriores que el Gobierno perdió la moción, este dimitió de inmediato. Pero esta vez es muy probable que, de caer derrotado, Johnson siga en el cargo, aun con un programa de Gobierno tumbado por los diputados, a la espera de unas elecciones que ya le han negado dos veces.
Pero la importancia de este discurso, al menos en las circunstancias actuales, la dejó clara el diputado laborista Dennis Skinner. Desde hace 32 años, este exminero republicano lanza una frase, normalmente sarcástica, cuando el representante de la reina llega a la Cámara de los Comunes a pedirles que vayan a la cámara alta a escucharla. Este año, su respuesta fue simplemente "Yo no voy". Al fin y al cabo, probablemente este acto se repita en cuestión de meses, cuando las elecciones rompan el nudo que ahoga al Parlamento y al Gobierno desde 2017.
