
El presidente estadounidense, Donald Trump, firmó hoy las Proclamaciones en las que ordena la imposición de aranceles a las importaciones de acero del 25% y del 10% a las del aluminio, de los que quedan exentos por el momento México y Canadá. "No tomamos estas acciones por elección, sino por necesidad", indicó Trump en un acto en la Casa Blanca.
Asimismo, señaló que debido a la "especial relación" con Canadá y México, socios comerciales con los que se está renegociando actualmente una nueva versión del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), estos dos países no se verán afectados. "Tengo la impresión de que vamos a alcanzar un acuerdo sobre el TLCAN (...) Si lo logramos, no habrá aranceles para Canadá y México", precisó.
Por otro lado, Trump informó de que "los aranceles no serán efectivos por al menos otros 15 días, y vamos ver quién nos está tratando de manera justa y quién no".
The decline of American steel and aluminum production has resulted in extensive job losses for hardworking Americans in industries critical to our national security and economic well-being. More: https://t.co/cJpAq6soNd pic.twitter.com/UzXGbdhi3t
— The White House (@WhiteHouse) 8 de marzo de 2018
Además, el porcentaje de aranceles se podrá modificar para otros países, como Australia, al que Trump ha denominado "compañero a largo plazo". En esta misma línea se pronunció en Twitter a primera hora del jueves: "Tenemos que proteger y construir nuestras industrias de acero y aluminio al mismo tiempo que mostramos gran flexibilidad y cooperación con aquellos que son amigos de verdad y nos tratan de manera justa tanto en comercio como en defensa".
Los aranceles se aplicarán amparados por una ley que permite llevar a cabo acciones como esta para defender la seguridad nacional, algo que no tiene precedentes en la historia arancelaria estadounidense, argumentando que la industria del acero y la del aluminio son esenciales para la defensa de la base industrial del país.
"Las prácticas comerciales y las políticas industriales injustas de otros países han herido a nuestras industrias del acero y el aluminio, suponiendo una amenaza a nuestra seguridad nacional", afirma el documento difundido por la Casa Blanca.
"La bajada de la producción de acero y aluminio estadounidenses ha resultado en grandes pérdidas de empleos para trabajadores americanos en industrias críticas para nuestra seguridad nacional y bienestar económico", prosigue.
Además, el texto recuerda que Trump ya aprobó el pasado enero imponer aranceles a techos solares y a lavadoras, y que está en marcha una investigación contra China bajo las acusaciones de robo de propiedad intelectual y prácticas desleales de concesión de licencias.
En el acto, el gobernante estuvo acompañado por el vicepresidente estadounidense, Mike Pence; el secretario de Comercio, Wilbur Ross, y el secretario del Tesoro, Steven Mnuchin, así como por un grupo de trabajadores y representantes del sector siderúrgico.
Críticas internas y externas
Desde que el mandatario sugiriera la medida hace unos días, han arreciado las críticas desde todos los puntos del planeta y desde dentro de sus propias fronteras.
La Unión Europea ya anunció que respondería con aranceles, entrando de lleno en una guerra comercial como ya ocurrió en 2002 cuando fue Bush el que impuso aranceles al acero. Este mismo jueves, el comisario de Economía, Pierre Moscovici, ha afirmado que la UE tiene "todo un arsenal para responder a los aranceles".
Dentro de su propio partido y entorno, Trump también ha sufrido oposición a la medida. Los republicanos pidieron que no siguiera adelante, por temor a las represalias de otros países que podrían afectar a sus estados en un año en el que hay mucho en juego en comicios legislativos. Y el principal consejero económico del presidente, Gary Cohn, dimitió por su desacuerdo con la medida proteccionista.
De hecho, tras el anuncio, el senador republicano Jeff Flake ha anunciado que presentará un proyecto de ley para anular la medida de Trump, que ha sido criticada por el presidente del Comité Financiero del Senado, Orrin Hatch. Este ha señalado que trabajará con la Casa Blanca para "mitigar el daño" que provocará la decisión del mandatario estadounidense.
Por el lado contrario se encuentra el principal sindicato de EEUU, la AFL-CIO, que consideró "un paso positivo" la medida, arguyendo que protege la industria y a los trabajadores estadounidenses.