
Un mes después de tomar el control de Celsa y comenzar a ejecutar el plan de reestructuración aprobado por la justicia, los fondos acreedores elevan la factura de su entrada en la siderúrgica. Si bien la hoja de ruta inicial pasaba por capitalizar 1.291 millones de euros de la deuda y refinanciar el resto del pasivo acumulado, en sus primeras semanas al mando han tenido que aportar 414 millones de euros adicionales para reestructurar y alargar los vencimientos previstos en un préstamo sindicado que arrastraba la filial polaca de la empresa catalana, Celsa Huta Ostrowiec, y que debía devolver entre 2024 y 2025.
La operación se cerró la semana y estuvo liderada por SVP, el fondo que controla aproximadamente el 12,5% del grupo catalán y que desembolsó la mayoría del capital. Fuentes financieras explican que también participaron el resto de los inversores presentes en la compañía, como Deutsche Bank, Attestor, Cross Ocean y GoldenTree. El nuevo programa sustituye al firmado anteriormente con la banca internacional, que incluyó una cláusula con la que podía resolverse en el caso de cambio de propietarios.
Así, el pool de fondos inyectó 414 millones, que servirán para resolver la financiación de 392 millones vigente y pagar un dividendo de 16 millones de euros a la matriz.
Las mismas voces señalan que este programa está fuera del radar del plan de reestructuración aprobado en septiembre por el juzgado de lo mercantil número 2 de Barcelona, que se centró en las sociedades de cabecera. Al ser solo de una filial, la financiación estaba respaldada por los activos que el grupo tiene en Polonia, donde cuenta con una acería y un tren de laminación desde 2003. Allí, tanto forja como ensambla productos largos y recupera chatarra.
Una vez finalizada esta operación, está por ver si los acreedores no se topan con situaciones similares en otras filiales, algo que, eso sí, por el momento no ha ocurrido.
En Polonia, Celsa ya tuvo que refinanciar su deuda en 2011 y 2016
Precisamente fue la agresiva expansión hacia los mercados europeos que lideró Francesc Rubiralta, ex consejero delegado de la organización, lo que disparó la deuda de la siderúrgica. Tras centrar los esfuerzos de finales de los años 80 y principios de los 90 en adquirir firmas españolas, como Siderúrgica Besós, GSW y Nervacero, con éxito, la empresa quiso repetir la jugada en los 2000 a nivel continental. Creció en países como Polonia, Reino Unido y los Países Nórdicos. Sin embargo, el estallido de la crisis de 2008 provocó que estos activos se convirtieran en un dolor de cabeza, a pesar de que en el día a día pudiese funcionar, por el precio pagado.
Además, la filial polaca (Celsa Huta Ostrowiec) cuenta con un amplio historial de refinanciaciones. Al menos en 2011 y 2016 los Rubiralta se tuvieron que sentar con la banca internacional por deudas superiores a los 500 millones de euros. La práctica se repitió también en otras filiales o a nivel de grupo. Es más, antes de perder la empresa, el dirigente catalán explicaba que había pasado por una quincena de refinanciaciones.
Más allá de los 414 millones prestados, los nuevos propietarios también tuvieron que sentarse en noviembre con la gran banca española para renovar los 525 millones de circulante necesarios para los gastos diarios de la siderúrgica. CaixaBank y Banco Santander -con alrededor de 120 millones cada uno- y BBVA y Banc Sabadell -aproximadamente 105 millones- aprobaron extender la financiación por un lustro tras haber renovado sus compromisos de manera trimestral o semestral desde el inicio del conflicto.
La deuda de Celsa que sí entró en la refinanciación
Los fondos deberían tener así ordenado el pasivo de la empresa con sede en Castellbisbal a medio plazo, una vez capitalizados 1.291 millones de euros –algo que ya se ha producido- y extendidos los vencimientos de aproximadamente otros 1.300 millones. Los inversores esperan ahora a enero para la llegada del nuevo consejero delegado, Jordi Cazorla, procedente de DS Smith y la formación de un consejo de administración definitivo. Mientras, al mano está Sergio Vélez, managing director de FTI Consulting, una de las firmas que acompaña a los acreedores. En la presidencia se mantendrá Rafael Villaseca, exconsejero delegado de Naturgy, anunciado en septiembre.
En principio no se auguran grandes cambios en la gestión a pesar de la caída generalizada del sector del acero en Europa una vez eliminada la mochila de la deuda. Falta todavía por determinar el estado concreto de las cuentas del grupo una vez desenmarañado el entramado societario que existía hasta el momento.
Los fondos tienen además seis meses para lanzar un procedimiento de búsqueda de un socio español que se haga con el 20% de las acciones. Y aunque el nombre de potenciales empresas del sector se reduce a apenas tres o cuatro –que deberían pasar por el aro de competencia-, como Sidenor, Megasa y CL Grupo Industrial, existe la posibilidad de seducir a otras compañías industriales que puedan estar interesadas en entrar en el negocio del acero.
Mientras, la familia Rubiralta mandó a concurso de acreedores a las patrimoniales con las que controlaba Celsa, Ania Recursos Inversores, Afintex Desarrollos Globales y Gestión Empresarial Bages, con deudas además contraídas contra la propia compañía siderúrgica.