
Las federaciones de industria de UGT y CCOO han mostrado este viernes su "preocupación" por el futuro de la infraestructura productiva y el empleo en el grupo siderúrgico Celsa si los fondos acreedores toman el control, ya que no disponen de un plan industrial y no responden a sus preguntas.
Han emitido este comunicado conjunto tras una semana de testimonios en el Mercantil 2 de Barcelona, que acabará con la lectura de conclusiones el martes. Entonces, el juez deberá decidir si acepta el plan de reestructuración planteado por los fondos acreedores y les otorga el control de la compañía de la familia Rubiralta.
"Han explicado claramente al juez durante el juicio en Barcelona que sustituirán a los directivos de la compañía tras nombrar un nuevo consejo de administración que será el que deberá nombrar a un experto en el sector industrial para dirigir Celsa. Es decir, que no tienen ni idea de quien tomará las riendas si se quedan con la compañía", reprochan los sindicatos.
Los representantes de los fondos han reiterado estos días en el juicio y a través de un comunicado que su plan de reestructuración no prevé cierres de plantas ni deslocalizaciones, pero los sindicatos se sienten "ninguneados".
"En todo este tiempo desde que solicitaron al juez homologar un plan de reestructuración de forma unilateral, no nos han explicado absolutamente nada sobre cómo piensan garantizar los cerca de 10.000 puestos de trabajo del grupo. Los fondos acreedores no nos han proporcionado ninguna información ni han respondido a ninguna de nuestras preguntas escudándose en que no podían", reprueban.
"Los trabajadores necesitamos que se cumplan los requisitos incluidos en el plan de reestructuración aprobado por la SEPI, que incluye la financiación pública de Celsa, porque es el que garantiza la continuidad de los puestos de trabajo", remachan, aludiendo al rescate de 550 millones aprobado por el Gobierno pero bloqueado por la oposición de los acreedores.
Recta final del juicio
En la última sesión del juicio este viernes, el experto contratado por Kutxabank (el único acreedor que se opone al plan de reestructuración) ha defendido que el plan presentado por los fondos recoge en su propia documentación que la deuda no se va a poder pagar en el horizonte estimado de cinco años pese a su reducción por la capitalización de una parte, lo que dejaría a la banca sin cobrar. "¿Cómo se puede aprobar un plan de reestructuración que no se puede pagar?", ha enfatizado.
Por su parte, desde Deloitte han defendido sus estimaciones para el plan de reestructuración, y han advertido de que la rentabilidad futura de Celsa será inferior a la de los últimos años -con récords en 2021 y 2022- porque el negocio del acero va muy ligado al ciclo económico, que se estima a la baja en los próximos ejercicios, y porque el acero de bajas emisiones de Celsa no es único en el mercado, por lo que tiene competidores en un contexto de exceso de capacidad instalada en Europa.