Abengoa se enfrenta a sus horas más oscuras. La compañía sevillana solicitó el jueves el preconcurso de acreedores para la filial que tiene sus activos, Abenewco 1, y otras 26 compañías. Al mismo tiempo, y de forma paralela pese a no interferir en este proceso, el juez ha enviado a liquidación a la matriz, que solicitó el preconcurso hace más de un año. Ahora, la empresa estudia trocear sus negocios para salvar aquellos que consideran que podrían sobrevivir y analizan ventas a diversas empresas entre las que figuran, según fuentes consultadas por elEconomista.es, Técnicas Reunidas y Lantania.
Fuentes de la empresa sevillana señalan a este diario la posibilidad de una venta a Técnicas Reunidas del negocio de Agua, si bien admiten que para la venta "en unidades sueltas se tendría que abrir un periodo de subastas competitivas y aún estamos lejos de ese tipo de procesos".
En los últimos meses se han producido también movimientos en este ámbito por parte de la empresa Lantania, con sede en Sevilla y con adquisiciones recientes en el negocio del agua. La compañía ha fichado a varios ejecutivos relacionados con desaladoras y agua de Abengoa. Entre ellos destaca Pedro Almagro, CEO de la división de Abengoa Agua y Energía hasta diciembre de 2021, cuando pasó a formar parte de Lantania como director general de Desalación.
Tras solicitar preconcurso para 27 sociedades del grupo, el presidente de Abengoa SA, Clemente Fernández, ha destacado la necesidad de crear una nueva estructura para la empresa para facilitar que entre dinero nuevo sin que estas inversiones se pongan en peligro "y sea dinero tirado a la alcantarilla". Fernández asegura que ya hay un esquema para ese diseño de una "nueva Abengoa, y que allí vaya el dinero nuevo y los avales. A partir de ahora es cuando la empresa es salvable". Actualmente el grupo tiene alrededor de 300 sociedades, aunque la mayoría están "sin actividad. Las viables están todas preconcursadas menos una", admite.
La opción de trocear la compañía está recogida en la Ley Concursal como una de las formas para garantizar la continuidad de la empresa. Esta es precisamente la parte de la norma en la que se apoyan las fuentes consultadas para señalar la venta de unidades productivas como una solución factible y a la que, en su opinión se abocaría si se tiene en cuenta el camino que está tomando este proceso. "La finalidad de conservación de la actividad profesional o empresarial del concursado puede cumplirse a través de un convenio, a cuya propuesta se acompañará un plan de viabilidad. Aunque el objeto del concurso no sea el saneamiento de empresas, un convenio de continuación puede ser instrumento para salvar las que se consideren total o parcialmente viables, en beneficio no sólo de los acreedores, sino del propio concursado, de los trabajadores y de otros intereses", señala el texto de la Ley Concursal.
Para esas sociedades, admite Fernández, "apenas hay cartera (de trabajo) pero hay muchas licitaciones en curso, con un alto grado de porcentaje de éxito" en el historial de la empresa, por lo que se confía en ganarlas e inyectar dinero al grupo.
"Se vació la matriz de manera irregular, que es lo que ha aparecido en los informes ahora como posibles contingencias. Pero el negocio está allí. Abengoa tiene una facturación de más de 1.000 millones y 155 millones de ebitda, pero no puede pagar sus deudas".
Sobre los asuntos pendientes en los tribunales, Fernández indica que "hay varias querellas en marcha, que contemplan la posibilidad de delitos graves y que tendrán que depurar los tribunales, pero no tienen que afectar a la nueva Abengoa".
El adiós de Terramar
La denegación de la ayuda del Fondo de Rescate para Empresas Estratégicas que gestionaba la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales (Sepi) también supuso el fin de las negociaciones con el fondo Terramar. Este vehículo se había comprometido a aportar 200 millones de euros a cambio del 70% capital pero siempre y cuando se recibiese la inyección de dinero público por parte de Sepi.
De esta manera, y a la espera de saber qué pasará con la posibilidad de que Abengoa venda parte de sus unidades productivas a terceros en el medio plazo, la compañía sevillana queda abocada al que puede ser uno de los mayores concursos de acreedores de la historia empresarial española, con un agujero de casi 6.000 millones de euros, y que se colocaría apenas por detrás del primer gran concurso, el de Martinsa Fadesa, que tuvo lugar en el año 2008.