
Nuevamente la política, los escándalos, irrumpen en la vida económica y financiera mundial. En Brasil las revelaciones del diario O´Globo sobre la posibilidad de que hubiera grabaciones que implicarían al actual presidente, Michel Temer, ha sacudido a los mercados de divisas y de acciones de aquel país. El que parece ya más que probable impeachment del presidente carioca ha provocado un efecto pánico. La bolsa cerró después de alcanzar una caída del 10 por ciento de su divisa, el real, con una devaluación del 8,5 por ciento frente al dólar en menos de una semana.
Pero a Brasil, un caso preocupante para nuestro país, se añade un caso más delicado, como es el del presidente estadounidense, Donald Trump. La información y las investigaciones que se van a abrir sobre la relación del recién elegido presidente con Rusia preocupan. Hemos visto a la bolsa americana registrar caídas de relativa importancia, también el dólar se ha depreciado frente a las principales divisas. Al igual que en Brasil, la palabra impeachment parece estar detrás del movimiento.
La debilidad del dólar, de continuar, puede tener consecuencias para la economía americana y mundial. Desde luego el primer efecto puede ser un aumento de la inflación, por el efecto importación, algo que llegaría en un momento donde la Fed está en una tendencia suave de subida de tipos de interés. Ahora bien, el impacto parece en todo caso muy limitado allí. La materia prima se negocia en dólares y por tanto la primera economía del mundo es neutra frente a los movimientos de la divisa, algo que no ocurre, por ejemplo, con nosotros. En la inflación americana me preocupan mucho más las dificultades que la industria petrolera americana está teniendo para encontrar recursos técnico y humanos para la explotación del fracking. Esto sí que me preocupa pues, desde mi punto de vista, es la producción no convencional de petróleo la válvula de presión que está consiguiendo que el precio del crudo escale precios mucho más altos que los actuales.
Otra cosa diferente es el área euro, aquí como decía sí somos dependientes de la evolución del euro. Los precios que actualmente están alejados del objetivo de inflación del BCE, especialmente en su indicador adelantado como es la subyacente, la debilidad del dólar, se puede traducir en mayores dificultades para alcanzar esos objetivos. No sería pues de extrañar que, ante una marcada debilidad del dólar, el BCE vuelva a dar muestras de preocupación. De esta forma se alargaría la fecha de normalización de la política monetaria en nuestra área económica. La debilidad del dólar, siempre que el precio del petróleo no escale mucho más allá de donde está, sería una buena noticia para España. Recordemos el efecto balsámico en ahorro que tiene rebajar la factura de las importaciones de hidrocarburos, donde España es dependiente prácticamente al 100 por ciento.
En cuanto a la actividad, la debilidad del dólar, al menos en estos niveles, no creo que comprometa el crecimiento en Estados Unidos. Las tasas de crecimiento siguen siendo fuertes y no hay grandes indicadores adelantados que vaticinen una debilidad. Desde luego, en momentos como los actuales la ratio de productividad sobre capital es baja, muy baja, pero es algo lógico dado el impresionante aumento de la oferta monetaria propiciada por la Fed. Este problema se hará patente en cuanto el banco central americano comience a disminuir la cantidad de billetes verdes, pero no creo que de seguir la debilidad del dólar la Reserva Federal se atreva a este movimiento. En este caso las implicaciones sí que serían mucho más graves y podría crear un problema no solo en país americano, sino especialmente en los países iberoamericanos, los cuales siguen fuertemente endeudados en dólares.
La devaluación del dólar sí es una mala noticia para el comercio mundial. Mi preocupación es mayor por el efecto que puede tener en un mundo muy endeudado, donde el ritmo de actividad es muy bajo. Como comentaba anteriormente en los países emergentes, especialmente los iberoamericanos, el sector privado está fuertemente endeudado en dólares. Un freno en sus exportaciones o si se prefiere una caída de sus ingresos comprometería el pago de sus deudas. Esa preocupación es la misma que hace un año impactó en los mercados financieros, en aquel momento fue la caída del precio del petróleo y las materias primas lo que desató el pánico, hoy pudiera ser ese cierto freno o caída del comercio mundial el que podría prender la mecha.
La preocupación aludida anteriormente, se complica, aún más, con la debilidad de la divisa brasileña. Brasil es la novena economía del mundo, es ultradependiente de las exportaciones, necesita dólares para pagar el fuerte endeudamiento privado que tiene. La combinación de una caída del real, con una debilidad del comercio mundial podría, y de qué manera, extender la preocupación a los mercados financieros, especialmente al de los bonos. Brasil como muchas veces se dice sería la pieza de dominó que tiraría al resto de países iberoaméricanos que sigue presentando un panorama complicado. Siguen siendo países muy débiles a contextos mundiales complicados, no lo olvidemos, algunos parecen querer convencernos de lo contrario, pero no es así.
Un impeachment en EEUU es una cosa muy diferente a otro en Brasil. No es casualidad que Brasil sea una economía emergente y por tanto tenga fuertes debilidades. ¿El problema no será, por su importancia, más el real que el dólar?