La banca europea lleva desde hace tiempo en el punto de observación de la comunidad económica y de los inversores. Dudas sobre solvencia, rentabilidad, modelos de negocio, necesidades de reestructuración, impacto de las empresas tecnológicas o fintech en el sector, falta de crecimiento económico que permita una demanda razonablemente solvente de crédito, tipos cero y así muchas más incógnitas.
No se puede negar que en este momento las entidades bancarias pasan por un momento de gran incertidumbre. Se puede aseverar que el sector bancario en general, no una entidad o varias sino en general, es uno de los focos de atención. Viene toda la reflexión anterior al hilo de haber presentado las principales entidades nacionales y cotizadas sus cuentas de resultados. No voy a entrar a analizar cada una de ellas, en elEconomista han tenido la noticia y un comentario sobre las mismas; sí me gustaría pararme en los problemas y desafíos que el sector presenta.
Se alude por parte de presidentes, directores generales y cargos de máximo relieve bancario que uno de los problemas es el entorno de tipos cero o negativos. Desde luego hay que darles la razón, los bajos tipos de interés lastran sus cuentas de resultados. Sin embargo, y cuando miran al BCE y piden que los tipos suban, me asaltan las dudas. Un banco central no puede mirar por los resultados de los bancos a los que cobija. El BCE, o cualquier otro banco central, tiene que velar por la evolución de precios, la inflación, así como, en segundo lugar, por el crecimiento o suavización de los ciclos económicos. Un banco central no es la fuente de beneficios para los bancos, sino la autoridad que dirige la política monetaria. Por tanto, y si es política, lo primero son las familias y empresas: el sector privado. Es evidente que unos tipos bajos lastran y perjudican las cuentas de resultados de los bancos, pero benefician a familias y empresas. Lo que se ahorran o dejan de pagar las familias, repercute en las cuentas de resultados de los bancos. Por tanto, y si están de acuerdo con lo anterior, ¿no nos encontraremos ante un juego de suma cero? En mi opinión, sí. Lo que usted, su vecino o un familiar se ahorra en el pago de intereses de una hipoteca, no se convierte en un incremento de ingresos para los bancos. Una vez más hay que recordar que son las empresas las que tienen que adaptarse al entorno y no las instituciones, y mucho menos un banco central.
Por tanto, si el BCE no es el causante de la baja rentabilidad actual de la banca, ¿dónde se encuentra el problema? Pues que el problema sigue siendo el modelo de negocio. Un modelo pretérito, anticuado, caduco y que se debe reinventar. En la banca, cada entidad debe acometer un examen de conciencia y definir cuáles van a ser los segmentos de negocio que va a afrontar, cómo y con qué medios y, sobre todo, los servicios que va a dar a sus clientes. Ese es el auténtico problema que tienen hoy las entidades, algunas, y, hay ejemplos en el Ibex, lo tienen más que definido. Sin embargo, los que se dedican a la denominada banca universal y no actúan específicamente en sectores solo podrán optar a abarcar una mayor base de clientes y seguir ofreciendo productos.
Pero preguntémonos si con el nivel tecnológico actual se puede seguir ofreciendo producto y no servicio a los clientes. Aquí irrumpen las fintech. Estas compañías miran a los grandes de internet: Apple, Facebook, Google, Amazon, Alibaba y alguna más. Este tipo de empresas con negocios y modelos diferentes buscan satisfacer íntegramente las necesidades de sus clientes. Para ello, de una forma u otra, tienen muy bien caracterizados a sus clientes y sus necesidades. No niego, ni lo voy a hacer, que la banca puede tener esa misma diferencia, el conocimiento de un amplio conocimiento de clientes. Sin embargo, en la actualidad esto no es así. La banca, por alguna razón, hoy no tiene, no sabe o no puede manejar a sus clientes. Es evidente que lo conseguirá, que van a abordar el problema. Sin embargo, ¿cuál va a ser el coste en cuanto a clientes y servicios a ofrecer? Yo mismo llevó sin pesar una oficina desde hace mucho tiempo, mis gestiones y operaciones van por ordenador, cosas importantes, consultas telefónicas. Por tanto, ¿para qué necesito hoy una oficina bancaria al lado o cercana a mi casa? Pues para nada.
La anterior pregunta me lleva a los siguientes problemas: el tamaño y la dimensión. La tecnología, como siempre, deja obsoletas o ponen de manifiesto estructuras arcaicas. Las entidades de banca universal deberán acometer una fuerte reestructuración. Rebajarán todo lo que suponga un contacto físico y su despliegue por un contacto virtual o telemático. Ahora bien, esa reforma pasa por un coste económico importante: personal, locales, infraestructura, inversión en tecnología... Es decir, un coste o gasto importante frente a unos ingresos titubeantes. Asimismo, tenemos otros problemas que la nueva y emergente industria fintech puede traer.
Los problemas descritos son para mí los más importantes. Sin embargo, hay más, casi una lista interminable, y en algunos casos de una complejidad absoluta. Pero ahora lo importante es tomar soluciones para que no se pueda volver a dar. Sin embargo, ¿puede ocurrir? Claro que sí, claro que se puede producir, pero un desarrollo completo y específico por la banca cercioraría de raíz a puntas el problema. Esperemos que no se produzca y no se den, la banca es importante para un eje económico y social.