Muchos serán los que, en consonancia con el título de esta tribuna, hayan recordado a Julio César ante los hechos que hemos conocido esta misma semana. La llamada asociación de usuarios bancarios, Ausbanc, a la que muchos consumidores consideraban el azote de bancos, aseguradoras, gestoras de fondos de inversión, sociedades de valores y otras compañías financieras, está en el ojo del huracán. Desde luego, las acusaciones a las que se enfrenta su presidente, Luis Pineda, son graves, muy graves. Nuevamente, y como siempre, hasta que los tribunales no emitan su veredicto, hay que tener presente la presunción de inocencia. También un respeto enorme hacia las personas que trabajaban en esta asociación o colaboraban con ella, donde los puestos de trabajo están en este momento bajo una incertidumbre enorme.
Para muchos, público en general, Ausbanc era el territorio indomable contra el corrupto sector financiero, la espada flamígera que se levantaba contra los desmanes y los escándalos. Sin embargo, para los que estamos dentro del sector financiero y tenemos algún conocimiento de las entidades y organizaciones que se mueven en este ámbito, de forma directa o tangencial, la impresión no era compartida.
Había rumores continuos sobre actuaciones que desde el punto de vista moral eran totalmente reprobables. Entre los rumores menos graves: comprar portadas y artículos con publicidad; así la entidad o director general de turno tenían su momento de gloria en la revista que Ausbanc publicaba. También se decía que aquellas entidades que contrataban su publicidad tenían un trato más favorable.
Pero no solo había rumores de actuaciones reprobables, sino de actividad delictiva. Lo primero era buscar un grupo de personas que se pudieran sentir perjudicadas por alguna campaña comercial o adquisición de algún producto de una entidad financiera. Una vez que se tenía, se calentaba el ambiente con artículos e intervenciones en medios de comunicación. Se creaba así un clima de opinión a favor de la asociación y en contra de la entidad. Posteriormente, se emprendía la constitución de plataformas o asociaciones de afectados, a través de las cuales se iniciaban las demandas oportunas y Ausbanc se personaba como acusación particular. Y llegaba, según apuntan los rumores, el momento de hacer caja: se personaban en la entidad financiera con la que se litigaba y, a cambio del pago de una cantidad de dinero, la cual se facturaba como publicidad contratada en la revista, se retiraba la acusación particular. Incluso, en el punto máximo del despropósito, la misma revista iba cambiando su opinión, volviendo del revés todo lo anteriormente publicado. Insisto en que, hasta que la justicia que lo está investigando se manifieste, son solo rumores. Lo preocupante es que hasta el momento, todo lo que se conoce es semejante a los rumores que había; además, la prisión para Luis Pineda es sin fianza.
Si todavía sigue leyendo este artículo, habrá ya que manifestar que su poder era bastante grande y con muchos tentáculos. La asociación tenía una especie de vitola de moralidad y ética; insisto que creo que cuenta con grandes y buenos profesionales. Cultivaba y se cuidaba mucho el aspecto del escaparate moral y ético. Fíjense que daban cursos de formación o conferencias con la presencia de jueces y fiscales, a algunos de los cuales se les pagaban las intervenciones. ¿Fiscales y jueces que cobraban de una asociación que luego verían personarse de forma individual en sus juzgados y que, además, veían cómo de sopetón alguna vez se retiraban de acusación particular? Sí, sé que es totalmente legal que jueces y fiscales den conferencias, formación, clases y publiquen textos de investigación, pero creo que para eso está la universidad, las escuelas de negocio, centros de formación. A mí este tema de cobrar por esas conferencias me parece moralmente reprobable, como alguna asociación de jueces o fiscales ya lo ha manifestado. Esto de la legalidad ampara muchas conductas reprobables, moral y éticamente. Esperemos a ver qué nos dicen los tribunales, pero algo huele a podrido en este asunto. Por cierto, créanme, si les digo que no será el último caso que conocerán, habrá más o serán de otros tipo. Hay muchos rumores en los mentideros oficiales. Rumores de que alguno de los gurús financieros mediáticos, esos que recomiendan comprar fuerte acciones desconocidas y con una negociación poco líquida y sin profundidad (descubrir valores lo llaman) pues resulta que previamente han comprado para ellos o los tienen en alguna sicav de la que son accionistas. Claro que en un valor ilíquido y poco profundo, con que aparezca algo de dinero para comprar, casi seguro el precio subirá y, como el gurú lo había comprado antes, podrá venderlo a un precio superior.
Rumores de analistas financieros, pagados por una agencia o sociedad de valores, que dicen dar formación en instrumentos como CFD (Contratos Financieros por Diferencias). CFD que no aguantarían una opinión favorable si se viera que las diferencias entre precios de compra y venta dejan exclusivamente margen para la agencia o sociedad de valores que los emite. Rumores sobre la volatilidad que se cobra en warrants y turbo warrants. Rumores sobre escuelas de negocio donde los profesores son "presionados" para subir la nota a los alumnos que trabajan en alguna entidad o esa entidad ha contratado una importante formación con esa escuela. Rumores de universidades que por 6.000 euros se consigue un doctorado...