Firmas

El plan Draghi o el nuevo impuesto a la cesta de la compra

  • Un efecto inmediato del 'QE' será una inflación que gravará los productos
  • Otro efecto será que se reducirá el poder adquisitivo de salarios, rentas y ahorros
  • Casi nadie se atreve a cuestionar esa supuesta bondad de la inflación

Los efectos perniciosos de la expansión monetaria (QE en inglés) se han dejado notar de inmediato; la bolsa subió un 5,4% la semana pasada, mientras el euro ha vuelto a perder poder adquisitivo y se encamina a la paridad con el dólar. Una nueva caída generalizada de la tasa de interés en los bonos soberanos impele al dinero a buscar refugio, ante la inflación que se avecina, en los dividendos de una bolsa sobrevalorada.

En la política monetaria adoptada este jueves por el Sr. Draghi hay un impuesto implícito a pagar por el ciudadano medio. Un euro débil repercute en el precio de nuestras importaciones. Ese alivio en el precio del petróleo del que nos hemos beneficiado estas últimas semanas desaparecerá absorbido por la depreciación deliberada de nuestra moneda. Afectará a los insumos intermedios importados y más visiblemente en aquellos productos de origen extracomunitario en nuestra bolsa de la compra.

Las subidas que nos aguardan

Echen un vistazo en las etiquetas al origen de los productos que compran en el súper y verán la magnitud de las subidas que nos aguardan. Los efectos inmediatos de la política monetaria del Sr. Draghi será una inflación que gravará los costes de los productos que consumimos y reducirá el poder adquisitivo de salarios, rentas y ahorros.

El régimen impuesto desde hace unos años de bajada de los tipos de interés para reactivar el crecimiento ha hecho desaparecer la rentabilidad de los fondos de renta fija hasta convertirlos en una caricatura de sí mismos. La bolsa por otra parte continúa sujeta con los alfileres de una liquidez que no encuentra salida y se refugia en la especulación. Un juego de sillas en que el último en entrar se quedará de pie con cara de bobo sujetando otro inmenso marrón.

Todo ello en aras, se nos dice, de impulsar la inflación a esa cifra mágica del 2% que por si sola creará las condiciones para el crecimiento. Pero las supuestas bondades de la inflación son un mantra extendido entre los economistas que muy pocos de ellos se atreven a cuestionar. Fue el propio Ben Bernake en un momento de descuido, piadosamente olvidado, el que afirmó que "la deflación no esta necesariamente reñida con el crecimiento".

La endeblez argumental de que la caída de precios retrae el consumo como dicta la ortodoxia económica obvia lo obvio -valga la redundancia- que a menor precio mayor consumo. En una sociedad de consumo como la nuestra no hay consumo de sobrevivencia, hay consumo de lo superfluo, y quien se compra un jersey si el precio es suficientemente atractivo se comprará dos en diferentes colores más una casa en la playa. No es la virtuosa inflación la que genera crecimiento sino el consumo, y eso solo se puede propiciar con reformas estructurales y sobre todo medidas fiscales que alivien la carga que soportan los insumos en el proceso productivo y los impuestos que gravan la masa salarial.

Las exportaciones de la eurozona sólo aportan un 20% de nuestro PIB en un entorno, asiático y progresivamente africano, cada vez más competitivo con los que nunca vamos a poder rivalizar en costes salariales. El problema con el que nos enfrentamos es principalmente un problema de demanda interna y de baja productividad.

La relajación monetaria es idéntica a intentar arrancar un motor anegándolo con gasolina sin limpiar primero el carburador y eso significa una reestructuración profunda de nuestras sociedades. Una economía dinámica no puede desenvolverse en un entorno de rigideces estructurales, fraude y gasto público improductivo. Alemania tiene razón, no hay necesidad de un nuevo aumento de la masa monetaria.

Desafortunada concesión a Francia e Italia

El QE es una desafortunada concesión a países como Francia e Italia que se resisten a implementar la reformas estructurales emprendidas con éxito por España. La receta para remontar la crisis la dio en un momento de lucidez que hoy parece olvidado, el mismísimo Sr. Draghi en su comparecencia en Jackson Hole el pasado septiembre. "Es imperativo reducir impuestos, especialmente aquellos con mayor capacidad distorsionadora y que repercuten negativamente en la actividad económica y proceder a recortar gastos en sectores que no generan crecimiento; primordialmente el gasto público".

Los costes de no implementar las reformas serán "altos niveles de desempleo y salarios al nivel de los años ochenta". Con la inflación que se avecina Sr, Draghi, es posible que incluso volvamos a los felices sesenta. Incluidos los Beatles como música de fondo: Suddenly, there's a shadow hanging over me. Oh, yesterday came suddenly,yesterday.

Ignacio Nart, analista financiero.

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