Evasión

Parece Grecia, pero está en España: el destino perfecto con un ambiente pesquero, aguas turquesas y menos de 3.000 habitantes

Cadaqués. Foto: Canva.

En España hay regiones impresionantes que parecen sacados de cuento o recuerdan a algunos de los lugares más exóticos. Es por ello que año tras año llegan personas de todas partes para disfrutar del verano y no hay duda de que una de las mejores opciones para ello es la Costa Brava.

Aquí se puede encontrar un pueblo con casas blancas y calles empedradas: una estampa con el mar de fondo que recuerda con razón a Santorini. Y es que Cadaqués es uno de esos sitios de Girona que enamora con su agua turquesa y playas paradisíacas que refuerzan su carácter más marinero.

Un paraíso que Dalí puso en el mapa

Esta joya de la Costa Brava cuenta con poco menos de 3.000 habitantes, pero tiene mucha fama por su vínculo con Salvador Dalí. Fue aquí donde fijó su refugio y donde dejó una huella indeleble.

No solo fue la casa de Dalí, sino también un escenario recurrente en su obra. El paisaje del Cabo de Creus, con sus formaciones rocosas y su costa accidentada, inspiró muchas de sus pinturas. En particular, la iglesia de Santa María de Cadaqués y el contraste entre la luz y las sombras en sus calles aparecen en varias de sus piezas.

Las dos caras de un pueblo

Más allá de la influencia del pintor, Cadaqués tiene también un gran valor en su arquitectura, no por nada se la llama la Santorini catalana. "Para muchos es una isla y para otros es lejano, para quien vive todo el año es parte de su vida y para quien viene de vacaciones es como su casa", apuntan desde Turisme de Cadaqués.

La casa museo Dalí se encuentra en el extremo de Portillgat, mientras que por el otro extremo del pueblo se encuentra un núcleo urbano rodeado de murallas y desde donde se puede apreciar la impresionante bahía, la isla de Es Cucurucuc y el faro de Cala Nans.

Las calas y la gastronomía portuaria

Como cualquier pueblo de la Costa Brava, sus calas y playas son su mayor atractivo. Se pueden encontrar de todo tipo: más o menos concurridas. En la bahía se encuentran las principales de Portdoguer, Sant Luis o Ses Nouse, que conservan su esencia más tradicional con aguas tranquilas y arena fina.

Alejándose un poco más están las de Culip, Portaló, Culleró o Francarlos, calas en las que las rocas del Cap de Creus (o de Dalí) adquieren formas que recuerdan al surrealismo. Algunos de los habitantes han tenido la oportunidad de nombrarlas con el nombre del "camello, la tortuga o el águila".

Pero no puede faltar una buena gastronomía y en este pueblo lo hay (y con estrella Michelín). Muchos fueron los artistas que pasaron por locales como el Marítim o el restaurante Compartir, dirigido por los chefs Oriol Castro, Eduard Xatruch y Mateu Casañas con tres estrellas Michelin en Barcelona.

Una llegada complicada

La llegada al pueblo no es sencilla, pero merece la pena. Se encuentra enclavado entre el mar y la montaña (el fin de los Pirineos). Para llegar hay que seguir una carretera serpenteante tanto si se sale de Girona como de Barcelona.

Para ambas rutas hay que tomar la AP-7 hasta Figueres, luego la N-II y la C-260. Por último, y antes de llegar a Roses, se tiene que enlazar con la GI-614.

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