
La necesidad de infraestructuras, más aún tras la irrupción del coronavirus, sigue dominando las prioridades, pero los desarrollos técnicos apuntan nuevas avenidas para invertir.
La necesidad de incrementar la inversión en infraestructuras en América Latina es un hecho conocido. Ya en diciembre de 2017 la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) elaboró un documento en el que daba cuenta del gap entre las actuaciones comprometidas y la estimación de lo que sería conveniente. Así, identificó que la inversión total en infraestructura en la región fue en promedio del 2,2% del PIB entre 2000 y 2015, cuando según Cepal lo requerido para satisfacer la calidad de vida de los ciudadanos y atender la demanda de factores económicos y demográficos hubiera sido un rango de entre el 3,7% y el 7,4% del PIB.
CAF (Banco de desarrollo de América Latina) ha cuantificado recientemente dichas necesidades. En la década que va de 2018 a 2027, el banco cifra en unos 4.100 millones de euros (4.500 millones de dólares) las oportunidades de inversión en infraestructuras. Solo en transporte y telecomunicaciones existen 22 iniciativas que totalizan una inversión acumulada de más de 108.000 millones de euros.
CAF también se ha hecho eco de los muy diversos proyectos en los sectores de transporte, telecomunicaciones y energía, valorados en un total de 138.000 millones de euros. Adicionalmente, ha identificado una necesidad de inversión, hasta 2040, de casi 100.000 millones de euros entre los sectores portuario y aeroportuario.
Solo en transporte y telecomunicaciones hay 22 proyectos que
totalizan una inversión de más de 108.000 millones de euros
Por lo demás, la inversión extranjera en la región se ha visto muy condicionada al ciclo de las materias primas. En su último informe al respecto, La inversión extranjera directa en América Latina y el Caribe 2018, constata que la caída de las entradas desde el máximo alcanzado en 2011 se explica en buena medida por la variación de los precios de las commodities, "no solo por las grandes inversiones en minería e hidrocarburos, sino también por el efecto del sector extractivo sobre el resto de la economía y especialmente sobre la demanda interna".
A ello se une la necesidad de ir abandonando la extracción de ciertos productos naturales si se quiere avanzar en la descarbonización y el cumplimiento de los estándares medioambientales. Al mismo tiempo, minerales como el cobalto y, sobre todo, el litio, presentan buenas perspectivas, dado el esperable aumento en su demanda. En este sentido, Argentina, Bolivia y Chile están particularmente bien posicionados.
Entre los sectores con mejor comportamiento inversor en los últimos años (de 2015 a 2017), la Cepal registra las energías renovables (15,9% del total de la IED), telecomunicaciones (12,8%) y la industria automotriz y las autopartes (12,3%).
Sobre todas las proyecciones, nunca fáciles de satisfacer, se cierne sin duda la espesa sombra de la crisis del coronavirus. América Latina ha logrado, por el momento, contener aceptablemente el avance del Covid-19 -con la excepción más evidente de Brasil-, pero las medidas de confinamiento y cuarentenas, aunque flexibles en muchos países, han golpeado a la economía.
Telecomunicaciones, energía y automoción son los sectores con mejor comportamiento inversor en los últimos años
La experiencia podría acentuar la necesidad de incrementar el gasto público en sanidad y la inversión en hospitales. Un estudio del Instituto de Estudios de Políticas de Salud (IEPS) de Brasil, publicado el pasado octubre, evidenciaba las diferencias de gasto entre los países de la región y entre estos y la OCDE. Mientras que la media para los miembros de esta organización era en 2015 el 6,6% del PIB -en España, el 6,5%- apenas Uruguay presenta niveles similares (6,4%). Argentina y Chile destinan el 4,8 de su PIB respectivo; Brasil, el 3,8% y México un mero 3,0%.
Sin embargo, hay pocas razones para esperar que esto cambie sustancialmente. Ya antes de la crisis la región venía de un periodo de crecimiento económico lento. Un estudio de mayo de 2020 de The Economist Intelligence Unit (EUI) afirma que el gasto global en salud crecerá tres décimas en 2021, hasta el 10,4% del PIB. Expresado en dólares, el panorama regional, cuyas monedas están más expuestas a volatilidad, es crudo: en 2020 el gasto sanitario será un 13,4% menor. No obstante, EUI pronostica un alza del 11,2% para el año siguiente.
Megatendencias y más
En todo caso, la forja en los últimos años de lo que se ha dado en llamar megatendencias presenta cauces diversos para la inversión en todo el mundo, y también en el continente americano. La OCDE, en su Regional Outlook 2019 agrupa estas megatendencias en tres grandes áreas.
En lo que hace a tecnología, el organismo señala varios sectores que están, o bien en un avanzado estado de desarrollo o en la fase inicial de introducción al mercado. Aquí se incluyen realidad virtual (RV) y aumentada (RA), la fabricación aditiva (impresión 3D), los vehículos autónomos y los drones, además de los robots industriales, que acompañan la automatización creciente del sector industrial. Las empresas de tecnologías de la información y la comunicación (TIC) tienen aquí un protagonismo creciente.
La OCDE se detiene en la tecnología de cadena de bloques (blockchain) y su potencial incorporación a gobiernos locales y regionales "inteligentes". Esta tecnología posibilita la transmisión inmediata y segura de valor y propiedad en el interior de una red, y con toda transparencia. Estas técnicas ya se han empezado a implementar en áreas relevantes de gobiernos regionales o locales, como sanidad, educación, energía, distribución de agua, identificación, movilidad compartida, registro de propiedad y tierras, o pago automatizado de impuestos locales.
Brasil, Colombia, Argentina, México y Chile están dentro de los diez principales países de criptomonedas
Un estudio de la empresa de consultoría Marsh certifica el buen momento de la tecnología blockchain y las criptomonedas en América Latina, que caracteriza como "meteórico aumento". Según un estudio de Statista publicado en 2019, Brasil, Colombia, Argentina, México y Chile están dentro de los diez principales países de criptomonedas -cabe reseñar que países avanzados como Estados Unidos, Reino Unido o Francia aparecían en puestos más rezagados.
La adopción de estas técnicas puede resultar atractiva en el continente, dada su fiabilidad, para atajar males endémicos como la corrupción y el robo, así como mejorar la productividad corporativa y promover políticas públicas beneficiosas.
Como recoge Marsh, varios Gobiernos regionales ya han dado pasos relevantes en la regulación y la promoción de la industria de las criptomonedas. El pasado agosto Brasil exigió a sus residentes que reporten las transacciones de este tipo de divisas. Colombia ya emplea una red blockchain para elevar la transparencia en la adjudicación de nuevos contratos.
El segundo grupo de megatendencias de las que habla la OCDE tiene que ver con el envejecimiento poblacional, un éxito de la humanidad que, sin embargo, plantea el desafío de desarrollar modelos que permitan mantener económicamente activos a los mayores, así como ajustar los servicios a las necesidades de una población envejecida y potencialmente declinante.
El tercer grupo de megatendencias tiene que ver con el cambio climático, que la OCDE caracteriza como algunas de las más importantes durante las próximas décadas. El organismo señala que el 57% de las inversiones públicas climate-friendly ocurren en un nivel subnacional, si bien es un compromiso extensivo a todas las Administraciones. Las áreas son claras: eficiencia energética, energías renovables, transporte sostenible. Es más, el componente climático debe incorporarse a todas las decisiones de inversión, independientemente de su área.
En el informe La Agenda 2030 en Iberoamérica, editado por José Antonio Sanahuja y publicado por Fundación Carolina el pasado marzo, Lennys Rivera proporciona pruebas convincentes de la importancia que avanzar en sostenibilidad tiene para la sociedad tomada en conjunto. Apunta Rivera que en las encuestas realizadas en el marco del Latinobarómetro, se aprecia que el 68% considera el cambio climático "un problema urgente del que tenemos que ocuparnos hoy", y el 70,5% considera que debe priorizarse su combate al crecimiento económico.
Estas encuestas ratifican además la importancia de estas preocupaciones en el desarrollo de cada país. Un 39,5% de los encuestados señala la "infraestructura de transporte, energía, agua y saneamiento" como asuntos claves para el desarrollo. Estas cifras podrían, pues, señalar tentativamente la formación de consensos que condujeran a la incorporación de estas demandas en las agendas políticas.
Reducir la brecha digital
La consultora Marsh señala algunos factores presentes en Latinoamérica que hacen esperable la inversión en sectores innovadores. En primer lugar, la mediana de edad en la región, de tan solo 27 años, y el hecho de que en la mayoría de los países el 50% de la población tiene menos de 30 años. También el avance de la educación superior: el porcentaje de matriculados ha pasado del 21% a más del 45% en los últimos 15 años. Por último, como constatan los estudios de la OCDE, países como México, Costa Rica o Colombia, acreditan un número destacado de horas trabajadas al año.
Todo ello identifica oportunidades en el sector, ya citado, del blockchain y el fintech. El sector de las finanzas tecnológicas goza de gran proyección en América Latina. Actualmente existen no menos de 1.100 empresas de este tipo en la región, siendo Brasil, México y Colombia los países con el mayor número de emprendimientos. A la madurez del sector -solo en 2017 el sector recabó inversiones de cerca de 550 millones de euros- han contribuido factores como la masificación de los dispositivos móviles, los índices de exlcusión financiera y las limitaciones e ineficiencias en la oferta de créditos. La mayoría de estos emprendimientos se concentra en los segmentos de pagos y remesas, con 285 empresas (24% del total); préstamos, con 208 (18%), y gestión de finanzas empresariales, con 181, (15%).
Además, Marsh identifica oportunidades en sectores de raíz tecnológica, como el cleantech y movilidad, con soluciones para los problemas de contaminación y tráfico; la automatización y robótica en la industria; internet de las cosas y datos masivos; aplicaciones móviles, así como la inversión de impacto social.