
La industria eólica se tambalea. Los persistentes problemas en la cadena de suministro, el aumento de los costes y la creciente competencia china han provocado en el sector una oleada de cancelación de contratos, despidos masivos, el abandono de proyectos y el cierre de fábricas.
El último anuncio ha venido esta misma semana de la mano de Siemens Gamesa, con el abandono de su plan para construir una fábrica en Virginia (Estados Unidos).
El fabricante de aerogeneradores acumula seis revisiones de sus previsiones a la baja (profit warnings), lo que le llevó el año pasado a acometer un plan para estabilizar la compañía (Mistral). Entre las medidas del plan destacaba el despido de 2.900 empleados. De los 475 correspondientes a su negocio en España, el fabricante ya ha cerrado 455. En países como Dinamarca (800 despidos) y Alemania (300) las negociaciones aún siguen abiertas.
A los problemas que afronta todo el sector se suma una crisis interna generada por los problemas tecnológicos detectados en varios de sus aerogeneradores (modelos 4.X y 5.X), cuyos pedidos se encuentran paralizados. Gamesa ha perdido 4.500 millones en un año y ha renunciado a contratos por cerca de 1.000 millones solo en el último trimestre. Esto ha llevado a su filial, Siemens Energy, a pactar su rescate con el gobierno alemán.
Plan de rescate europeo
En los tres últimos años, fábricas de turbinas y otros componentes en Alemania, España y Dinamarca (tradicionales baluartes de la industria eólica) se han visto abocadas al cierre, se están eliminando puestos de trabajo y las inversiones en el Viejo Continente se detienen.
El pasado mes de octubre la Comisión de Ursula von der Leyen presentó un plan de rescate para el sector europeo y animó a los Estados miembros a dar ayudas nacionales en apoyo de la fabricación de equipos. Pocos días después, el Gobierno español se reunió con los representantes de la cadena de valor del sector para hablar sobre estas ayudas.
El plan de Bruselas incluía, entre otras cosas, la aceleración en la concesión de permisos para proyectos eólicos, una mayor facilidad a la hora de acceder a financiación europea, medidas para controlar las prácticas comerciales desleales que favorecen a competidores extranjeros o la mejora del diseño de las subastas.
Esta última medida se conocía poco después del estrepitoso fracaso de la ronda subastas de energía renovable en Reino Unido, celebradas en septiembre. De de los 3.700 megavatios adjudicados, ni uno solo fue eólico marino. ¿El motivo? los bajos precios fijados por el gobierno del país, en un entorno de inflación y altos costes en la cadena de suministro, hacían inviable para los promotores la inversión en los proyectos.
Despidos en GE Wind
No obstante, la estrategia de Bruselas no logró frenar los problemas en España. CCOO y UGT convocaron una huelga indefinida a principios de este mes ante los planes de GE Wind Energy de despedir a 135 personas y sustituirlas por una subcontrata.
Finalmente, los representantes de los trabajadores alcanzaron un acuerdo con la compañía en materia de indemnizaciones y desconvocaron la huelga. Las partes pactaron la extinción de un máximo de 139 contratos de trabajo con una compensación económica que tuviese en cuenta una indemnización por despido equivalente a 45 días de salario por año de servicio.
Cancelación de contratos offshore en EEUU
Al principio de noviembre también se conoció que el gigante danés Osrted había tomado la decisión de detener el desarrollo de dos parques eólicos en Estados Unidos por el aumento de los costes y los retrasos con los proveedores. Esta decisión le llevó a registrar un un deterioro de unos 3.800 millones en el tercer tirmestre y, posteriormente, a desplomarse un 25% en bolsa.
El de Orsted no es un caso aislado. Avangrid, la filial de Iberdrola en Estados Unidos, tomó este año la decisión de romper los contratos de compraventa de energía a largo plazo (PPA) de sus proyectos marinos Commonwealth Wind y Park City Wind. Las condiciones pactadas no garantizaban la viabilidad económica de los proyectos en el escenario actual de crisis
Según la compañía presidida por Ignacio Galán, Avangrid fue el primer desarrollador de eólica marina en Estados Unidos en "hacer públicos los vientos económicos en contra sin precedentes que enfrenta la industria, lo que incluía "la inflación récord, interrupciones en la cadena de suministro y los fuertes aumentos de las tasas de interés". Pese a la finalización de los contratos, la intención de la compañía energética es continuar el desarrollo de ambos proyectos y volver a acudir a las subastas del país.
Shell y Oceand Winds (joint venture de EDP y Engie) también confirmaron a principios de noviembre que han abandonado su acuerdo de compra de energía para el proyecto SouthCoast, un parque eólico marino en Massachusetts. El anuncio de Shell se suma a la decisión comunicada el mes pasado de recortar alrededor de 200 empleos de su negocio de bajas emisiones.
Nordex y Vestas comienzan a 'ver la luz'
Los fabricantes de aerogeneradores europeos comienzan a ver la luz. La alemana Nordex, participada por Acciona, ha publicado hoy sus cuentas correspondientes con los nueve primeros meses del año. En este periodo ha recortado un 10,2% los números rojos gracias al incremento de los pedidos. Se ha anotado unas pérdidas de 334 millones de euros hasta septiembre.
Los resultados de la compañía danesa Vestas también han recogido una recuperación en sus cuenta hasta septiembre. Ha logrado reducir sus pérdidas un 93%, desde los 1.031 millones de euros contabilizados hace un año hasta los 71 millones.