
El gobierno de Orbán ha comunicado que habrá represalias a la tasa impuesta por Bulgaria sobre el tránsito del gas ruso que llega a la región oriental de los Balcanes a través de la tubería Turkstream. Según ha informado Bloomberg, el ministro de exteriores Peter Szijjarto, presente en el III Foro de las Nuevas Rutas de la Seda celebrado en Pekín ha catalogado este martes al nuevo impuesto búlgaro como un "paso hostil" que no dejarán sin respuesta.
El impuesto, aprobado por el parlamento búlgaro el pasado viernes, consiste en una tasa de 20 'levs' búlgaros (unos 10,22 euros) por cada megavatio hora de gas natural ruso transferido a través del gasoducto Turkstream. Ello eleva el coste del hidrocarburo alrededor del 20% por encima del precio indicado por el TTF holandés, lo cual ha generado la crítica de Budapest: "Es inaceptable. Que un país miembro de la UE ponga en riesgo la provisión de gas de otro estado miembro va simplemente en contra de la solidaridad europea", señaló este lunes Szijjarto en declaraciones recogidas por BalkanInsight.
Además, Serbia también ha mostrado su desacuerdo con este nuevo impuesto. El presidente serbio Alexander Vucic afirmó recientemente en una entrevista con el diario Politika que la tarifa es un gran problema ya que "podría aumentar el precio del gas drásticamente, en torno a 100 euros adicionales por cada 1.000 metros cúbicos de gas". La inquietud en Belgrado es lógica, pues Rusia es su principal proveedor energético: el 82,7% del gas licuado de petróleo que Serbia importó en 2021 era de origen ruso, según datos de la plataforma OEC.
Por su parte, Bulgaria indicó recientemente que esta medida no busca dañar el suministro energético de Hungría y Serbia, sino reducir los ingresos de Gazprom -firma propietaria de la tubería Turkstream- y minar así el esfuerzo bélico del Kremlin en Ucrania. Tal y como indicó el primer ministro búlgaro Nikolai Denkov, con esta tarifa Sofía espera recortar los beneficios de Gazprom, reduciendo "los fondos que entran en el presupuesto de Rusia para continuar la guerra".
Por otro lado, esta medida se enmarca en un viraje de la política energética búlgara desde que Gazprom decidiera cortar el suministro de gas en abril de 2022. Desde entonces, Sofía ha buscado proveedores energéticos alternativos, llegando a poner a punto un gasoducto que conecta Bulgaria con Grecia y por el que es transportado gas procedente de Azerbaiyán y de Estados Unidos.
En definitiva, el gas vuelve a ser motivo de preocupación en Europa a dos meses del invierno. En tan solo dos semanas, Finlandia ha comunicado una fuga en el gasoducto que comparte con Estonia, Francia se ha asegurado sus reservas de gas para los próximos 27 años y Bulgaria ha movido ficha contra Rusia, provocando la indignación de Hungría y Serbia. Un panorama complejo al que hay que añadir el cierre del yacimiento de gas natural de Tamar -a 80 km de Haifa- debido a la guerra en Palestina, y toda la inquietud global generada por este conflicto.