La crisis climática ha acelerado la transición verde. Países como Estados Unidos y España trabajan por incrementar el peso de las energías renovables en su producción energética, mientras que firmas como Toyota avanzan en la fabricación de vehículos eléctricos. Sin embargo, los estados no llevan el mismo ritmo en esta transformación, y en ese contexto se enmarca el futuro de la industria del carbón, el cual no es muy halagüeño. Por otro lado, EEUU y la UE parecen aventajar a China en esta cuestión, lo cual constituye un elemento clave en la carrera energética global.
En este sentido, un informe publicado recientemente por Global Energy Monitor señala que 414.000 puestos de trabajo vinculados a la minería de carbón desaparecerán en todo el mundo antes de 2035: ello supone una eliminación media de 100 puestos al día. Además, el texto indica que, para 2050, casi un millón de los 2,7 millones de mineros dejarán de trabajar. La organización apunta a China e India como los países que más sufrirán esta contracción de la minería de carbón.
El documento señala que la mayor parte de estos trabajadores (2,2 millones) se encuentran en territorio asiático, de los cuales un millón y medio operan en minas ubicadas en China. Estos asalariados se encargan de obtener en torno al 85% del carbón en el país asiático, el cual constituye a su vez el 52,8% de toda la producción mundial, según datos de Statista. Un ejemplo del peso de Pekín en este ámbito es que sólo en las regiones chinas de Shanxi, Henan y Mongolia Interior se concentra el 32% de toda la mano de obra minera a nivel mundial: alrededor de 870.400 trabajadores.
Por su parte, India se sitúa como el segundo mayor productor de carbón a nivel mundial tras China, generando el 8,6% de toda la producción global. Además, Nueva Dheli se lleva uno de los peores pronósticos de GEM, ya que según esta organización, la empresa estatal Coal India Limited se enfrentará a una ola de despidos de 73.800 asalariados hacia el año 2050: el mayor recorte de plantilla de la industria a nivel global.
Este desmantelamiento de la minería de carbón se debe, según GEM, a varios factores, entre los que destacan la finalización de la vida operativa de las minas y la transición energética. En relación a esta cuestión, hay que señalar que, a pesar de que el consumo de este mineral aumentó un 3,3% en 2022 -debido a la recuperación post-pandémica y la guerra de Ucrania-, la Agencia Internacional de la Energía prevé que este año la demanda de carbón se mantenga "plana", con un incremento del 0,4%. En el caso de China e India, la demanda aumentó un 5% en el primer semestre del año.
En el otro extremo, remando hacia la descarbonización, se encuentran Estados Unidos y la Unión Europea. Ambas regiones, que acumulaban el 40% del consumo global de carbón en los años noventa, aglutinan actualmente menos del 10%. En este sentido, la demanda de carbón cayó en la primera mitad de este año un 24% en EEUU y un 16% en Europa. De hecho, en el caso del Viejo Continente, los deberes impuestos por la transición verde se están realizando correctamente. Así, el año pasado la producción de antracita fue de 55 millones de toneladas, un 80% menos que en 1990. Además, el consumo de este mineral se redujo un 25% entre 2018 y 2022.
Por otro lado, China parece intentar compensar su falta de planes de descarbonización con otro tipo de políticas. En este contexto se enmarcan las subvenciones a la industria de los coches eléctricos, las cuales ha llevado al país asiático a encabezar la industria de vehículos eléctricos a nivel global. Una estrategia de financiación pública que, sin embargo, ha generado malestar en la UE, provocando que Bruselas iniciara una investigación al respecto.
En definitiva, la transición verde constituye uno de los principales escenarios en los que se desenvuelve la competición económica entre las potencias mundiales. Prepararse para un futuro sin minas de carbón es clave, y en este sentido, parece que EEUU y Europa aventajan a China. Sin embargo, el dominio de Pekín sobre minerales críticos para la fabricación de tecnología sostenible hace que esta pugna esté lejos de resolverse.