
Europa vuelve a discutir mañana viernes su plan energético. Una cita a la que los estados miembro llegan sin haber superado las divisiones internas, ni haber logrado una homogeneidad de criterio. Y de ello depende que las medidas sean efectivas y no se termine agravando la crisis energética, algo de lo que la Comisión Europea es consciente.
Además, para que el plan europeo sea exitoso, es necesario que las diferentes propuestas se aborden de forma coordinada y que estas sean complementarias.
Los 27, por ejemplo, no han llegado a un consenso sobre si limitar o no los precios del gas. Por un lado, si esta medida solo la tomaran algunos países -porque fuera una recomendación y no de carácter obligatorio-, esta no sería efectiva. Y por otra parte, si se topan los precios sin acompañar esta decisión de otros compromisos, tampoco se lograrían los objetivos.
"Atajar los altos precios del gas es algo que solo se puede lograr si la intervención es coordinada y está integrada y si, además, la medida se acompaña de la reducción de la demanda y de la solidaridad de suministro", revela un documento de la Comisión Europea al que ha tenido acceso Bloomberg, que muestra, entre otras cuestiones, el enfoque que tendrá la reunión. "El efecto de esas medidas solo se puede lograr si se combinan. Cuanto mayor sea la intervención de los precios del gas, mayor tiene que ser la reducción de la demanda y la solidaridad entre miembros", añade.
Quince miembros han pedido a Bruselas limitar los precios del combustible, pero muchos otros se oponen, como es el caso de Alemania. Para que la propuesta funcione, Europa tendría que buscar suministradores de confianza y cerrar compras conjuntas de combustible. Además, las transacciones energéticas entre europeos también tendrían que acordarse bajo los mismos precios.
Por otra parte, si se pone en marcha esta limitación, la reducción del consumo energético en horas pico, esta tendría que ser obligatoria. Si no, el principal incentivo para que los hogares y empresas se abrochen el cinturón, los altos precios, quedaría sin efecto, ya que se pondría un coto a la factura, pero no a la necesidad de ahorrar energía. Por eso, la medidas aisladas podrían limitar la consecución de los objetivos.
Otra de las cuestiones que está generando debate interno es la posibilidad de poner un máximo a lo que paga Europa a Rusia por el gas. Sin embargo, no hay acuerdo ya que Rusia amenazó con cortar todo el flujo de combustible, incluido petróleo, refinados o carbón, si se impone esa limitación.
Por tanto, los tres objetivos que tiene Europa, la reducción del consumo, poner un límite a los precios y asegurar la solidaridad entre países, tienen que darse a la vez y de forma unánime.
Si fallan esas medidas, Europa corre el riesgo de enfrentarse a una mayor volatilidad en los precios, más presión para las familias y las empresas, que no haya suficientes suministros y que los estados vivan diferentes velocidades en función de su capacidad de aprovisionamiento.