La industria eólica europea atraviesa una crisis sin precedentes que puede poner en jaque la capacidad de producción en el continente en medio de lo que se podría esperar como un boom renovable.
En los dos últimos años, fábricas de turbinas y otros componentes en Alemania, España y Dinamarca (tradicionales baluartes de la industria) se han visto abocadas al cierre, se están eliminando puestos de trabajo y las inversiones en el Viejo Continente se detienen. Pero, ¿qué ha llevado al sector a esta situación? Son varios factores. La lentitud y complejidad en la tramitación de los proyectos, así como la descoordinación en las medidas de defensa de los mercados, se han visto agravados por un contexto de precios elevados de las materias primas y de interrupciones en la cadena de suministro. Además, en España, el ineficiente diseño de las subastas añade presión a un sector que ha visto como el ritmo de instalación se sitúa muy por debajo de las previsiones del Plan Nacional de Energía y Clima y que teme que se vayan a incumplir los plazos marcados por el Gobierno.

Según explicó el presidente de la Asociación Empresarial Eólica (AEE), Juan Diego Díaz, a este diario, la industria europea compite en un mercado mundial con los fabricantes chinos, que cuentan con una amplia y creciente industria eólica. Europa está perdiendo terreno a medida que China se expande por Asia, Sudamérica y África. Además, ya está empezando a conseguir pedidos para construir parques en Europa. Concretamente, en Francia, Italia, Croacia, Ucrania y Serbia.
"Europa simplemente no permite nada parecido a los volúmenes de nuevos parques eólicos que usted y los gobiernos nacionales quieren construir", advertía ya en febrero WindEurope, la patronal eólica europea, en una carta a la presidenta de la Comisión. "El resultado es que el mercado de nuevas turbinas eólicas es menos de la mitad de lo que debería ser", recalca la asociación, que revela que en 2021 se construyeron 11 GW de nuevos parques eólicos frente a los 32 GW anuales que se necesitan para alcanzar el objetivo de 40% de energía renovable para 2030.
Solo el 23% del mercado no tiene barreras comerciales para los fabricantes occidentales
La descoordinación en las medidas de defensa de los mercados también rezaga a Europa del resto del mundo. Solo el 23% del mercado es accesible sin ninguna barrera comercial para los fabricantes occidentales. Además de las fuertes barreas que tiene China, países como EEUU, Canadá, Brasil, Sudáfrica, Corea del Sur e India disponen de sus propios impedimentos. En EEUU, por ejemplo, hay aranceles del 25% sobre las importaciones de acero, del 25% sobre los productos chinos y entrará en vigor el plan Build Back Better, que proporcionaría una "bonificación" si se utilizan componentes nacionales.
En Canadá se pide un 50% de contenido quebequense para la subasta de Hydro Quebec; en Brasil las normas del BNDES (Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social) exigen la fabricación local de torres, palas, bujes y góndolas; Sudáfrica cuenta con leyes para aumentar la participación de la población negra en la economía sudafricana, de forma que el 30% de la evaluación en las subastas tiene que ver con el desarrollo económico; En Corea del Sur, el precio del PPA se ve afectado por requisitos de contenido local; y en India, los generadores eólicos deben figurar en un lista revisada, en la que tener una planta de fabricación de góndolas en el país es un requisito. Todo esto no ocurre en Europa. "Lo que está ocurriendo es que no vendemos en China [por sus barreras], pero nos vemos obligados a fabricar allí porque es la única forma de tener unos costes ajustados", aseguró Juan Diego Díaz.

Este problema se produce además en un momento especialmente delicado en España. Siemens Energy acaba de lanzar una opa sobre el resto del capital que no estaba en su poder de Gamesa para poder estabilizar la compañía. Nordex, propiedad de Acciona, ha tenido que afrontar el cierre de instalaciones en Alemania y en Sagunto, así como un importante retroceso de sus planes de negocio.
La industria está contra las cuerdas y son conscientes de la difícil situación que atraviesan. El Gobierno con el diseño actual de subastas utiliza la bajada de precios de los parques para reducir el recibo de la luz y, aunque ha comenzado a pensar en incluir requisitos de transición justa en las subastas, la industria sufre una fuerte presión de precios a la baja que no es capaz de resistir, tal y como demuestran las cuentas que han ido presentando.
El sector ha reclamado ya en varias ocasiones a la ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera, una reforma de la tipología de subastas. Por el momento, el ministerio mantiene paralizadas las subastas anunciadas para biomasa, termosolar, cogeneración y eólica marina, al tiempo que tampoco ha despejado las incógnitas que mantiene el sector con las subastas de los derechos de acceso a la red que siguen prolongándose sin llegar a resolverse.
Peticiones
En lo que se refiere al diseño de subastas, la eólica pide a los gobiernos nacionales aplicar criterios de adjudicación de valor para los consumidores y no solo de precio, utilizar la regla del 30% como palanca de fijación a largo plazo, dividirlas en tecnologías específicas (incluyendo al menos dos al año con fechas específicas y visión a largo plazo), no realizar subastas neutrales desde el punto de vista tecnológica, introducir reglas claras y transparentes de acceso a la red, limitar la participación de empresas veraces y con experiencia, evitar las ofertas negativas e incentivar otros mecanismos como los PPAs (PPAs obligatorios para consumidores de gran volumen).
En este sentido, considera que la Comisión Europea debería garantizar que los estados miembros utilicen la regla del 30% de forma similar e introducir criterios no relacionados con el precio, considerando un mayor compromiso de la UE en materia de política industrial para la energía eólica.
En cuanto a los permisos, la industria eólica pide a los gobiernos nacionales que apliquen medidas y medios urgentes (incluidas la ventanilla única y la subcontratación) para cumplir los plazos obligatorios de la UE en materia de renovables. Es decir, dos años para los proyectos nuevos y un año para los proyectos de repotenciación.
Por último, en lo referente a innovación, solicita que Europa mantenga su liderazgo tecnológico en materia eólica: no solo en tecnologías emergentes (eólica marina flotante) sino también en mejoras de la eólica terrestre y en la marina con cimentación fija. Apunta, además, la importancia de la digitalización, la innovación en redes, la integración de sistemas de renovables variables, la repotenciación de parques eólicos antiguos (economía circular), así como las soluciones para la coexistencia entre aerogeneradores, naturaleza y sociedad.