En diciembre de 1958, la esfera soviética se reunió en Praga para idear uno de los mayores oleoductos construidos en la historia. Lo llamarían Druzhba -amistad, en ruso- y serviría a la Unión Soviética para cerrar filas con los países del este y reforzar la industria de la región ante la amenaza de la Comunidad Económica Europea, formada un año antes en Roma. Seis décadas después, este tubo metálico de 5.500 kilómetros vuelve a ser el protagonista de una guerra fría, esta vez entre Rusia y la Unión Europea.
Este lunes, Bruselas acordó un bloqueo parcial a las importaciones de petróleo ruso, uno de los brazos que financian la campaña militar de Vladímir Putin en Ucrania. Los Veintisiete vetarán el crudo que llegue en barcos en un plazo de seis meses desde que el paquete de sanciones entre en vigor, pero por el momento se desconoce qué ocurrirá con el que entra por Druzhba, la gran tubería que alimenta el este de Europa.
Este oleoducto, inaugurado en 1964, parte de la región de Tartaristán, en el centro de Rusia, y desde allí transporta crudo procedente de Siberia, los Urales y el Mar Caspio hasta cinco países europeos: Alemania, Polonia, República Checa, Hungría y Eslovaquia. Estos países -en Alemania fue la mitad este- participaron en su día en la construcción de la tubería, y hoy en día dependen de ella para abastecerse de petróleo.

El problema llega de los tres vecinos del sur, que no tienen salida al mar y tienen grandes problemas para recibir petróleo por otras vías que no sean el oleoducto ruso. "Los países sin litoral, como Hungría, la República Checa o Eslovaquia, representan entre un 7 y un 8% de las importaciones de petróleo ruso [del conjunto de la Unión Europea]. Es evidente que tienen dificultades particulares", declaró Josep Borrell, alto representante de la UE, en una entrevista este lunes.
Antes de la guerra, el 27% del petróleo importado por la Unión Europea era de origen ruso, mientras que para Hungría representaba el 58% y para Eslovaquia el 96%, lo que evidencia el dilema al que se enfrentan estos países. A su dependencia absoluta, se suma que el petróleo de otros productores es más caro que el ruso en este momento, y que el PIB de los habitantes de estos países es inferior al de la media europea, por lo que cortar el flujo de crudo de Druzhba sería un duro golpe para su economía.
Según Hungría, el problema es incluso más complejo, ya que necesitarían transformar las refinerías del país de la empresa MOL para adaptarlas a un nuevo tipo de petróleo diferente al ruso y ampliar su oleoducto con Croacia, un proceso que llevaría varios años y costaría unos 750 millones de euros, una inversión que según el Gobierno húngaro tendría que financiar la Unión Europea.
La presión de estos países en la reunión del Consejo Europeo, celebrada entre el domingo y el lunes, ha logrado blindar Druzhba al menos por el momento, aunque la victoria del primer ministro húngaro, Viktor Orbán, no ha sentado bien en Bruselas y se espera que sea revisada en los próximos meses. "Deberíamos poder retomar pronto la cuestión del 10% restante del petróleo del oleoducto", ha declarado este martes la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, en una conferencia de prensa. Ese 10% al que se refiere, corresponde a las importaciones de Hungría, la República Checa y Eslovaquia, que a final de año debería ser el único crudo de origen ruso que llegue a Europa.
Por el contrario, Orbán planea no solo mantener el blindaje de Druzbha, sino ampliar la excepción de los tres países del sur para comprar petróleo a Putin. "Excluir el oleoducto [del embargo] es un buen planteamiento, pero en caso de accidente en el oleoducto que atraviesa Ucrania [Druzbha] tenemos que tener derecho a obtener petróleo ruso de otras fuentes", dijo antes de la reunión del Consejo Europeo.
A la excepción del oleoducto de Druzhba, se suman otros permisos fruto de la negociación de los Veintisiete. Bulgaria tendrá un periodo de transición hasta junio o diciembre de 2024 para acabar con la importación de crudo ruso por mar, mientras que Croacia podría obtener una exención para las importaciones de gasoil de vacío, que se utiliza para fabricar productos como gasolina y butano. En todo caso, la Unión aún tiene que negociar la letra pequeña de este sexto paquete de medidas, y por el momento solo se han firmado unas líneas generales.