La energía es una de las claves más importantes del conflicto entre Rusia y Ucrania. En 25 años, según estimaciones de varios informes de Bruselas, el 80% del gas natural de la UE será importado y Rusia suministrará, mediante la compañía gasista Gazprom, hasta el 60%. En 2019, la Unión Europea dependía de las importaciones para el 60,6% de su consumo energético. El resto de la energía se produce en suelo europeo. La mayor parte del gas natural de la UE proviene de solo tres productores externos: Rusia, Noruega y Argelia.
Con alrededor del 40% de las importaciones totales de gas de los 27 países de la Unión Europea en 2019, Rusia es, con mucha diferencia, el mayor proveedor de gas del continente. En el mismo año, Gazprom, el monopolio de gas estatal ruso, suministró un total de casi 200.000 millones de metros cúbicos de gas a los países europeos, el 81% de los cuales fueron a Europa Occidental.
Por lo general, se estima que cuanto más al este de Europa, más depende de las importaciones rusas de gas, hasta el punto de que siete estados europeos del antiguo Pacto de Varsovia y la Unión Soviética dependen de Rusia en más del 99% para el suministro de gas natural.
Gazprom posee casi el 60% de las reservas de gas de Rusia y el 100% de los gasoductos y estaciones de bombeo. Además, Gazprom tiene intereses, aunque minoritarios, en otros productores de gas rusos independientes y en muchos consorcios extranjeros. A esto se le suman otros miles de millones de metros cúbicos que posee gracias a su participación en yacimientos de gas extranjeros.

La dependencia de la Unión Europea podría aumentar considerablemente si los estados europeos mantienen las políticas energéticas aplicadas actualmente. En vista de los planes para eliminar gradualmente la energía nuclear en varios países europeos y reducir el consumo de carbón y por ende, los gases de efecto invernadero, junto al agotamiento de las fuentes de gas nacionales, la dependencia de Rusia podría alcanzar, según estimaciones, el 50-60% de todas las importaciones de gas durante las próximas dos décadas salvo que se adopten otro tipo de políticas energéticas. Esto significa que hasta una quinta parte del consumo energético total de la comunidad europea provendrá de Rusia en forma de gas natural transportado vía gasoducto.
Dependencia
Introducir sanciones contra el Kremlin podría desencadenar una crisis energética en el continente debido a la existente dependencia de Europa del gas ruso. Los datos de la Agencia de la Unión Europea para la Cooperación de los Reguladores de la Energía (ACER) muestran que los suministros de energía de los países estarían en mayor riesgo si se congelara el gas ruso.
Entre las economías más grandes de Europa, Alemania importa alrededor de la mitad de su gas de Rusia, mientras que Francia obtiene solo una cuarta parte, según los últimos datos disponibles, puesto que Noruega es su principal suministrador, con un 35%. Italia es otro de los grandes afectados, teniendo una dependencia del 46% del gas ruso. Algunos pequeños países europeos, como Macedonia del Norte, Bosnia y Herzegovina y Moldavia, dependen exclusivamente del gas ruso. En países como Finlandia y Letonia la dependencia supera también el 90% y el 89% en Serbia.
En la otra cara de la moneda se encuentra Reino Unido, en una situación completamente diferente ya que obtiene la mitad de su suministro de gas de fuentes nacionales e importa principalmente de países como Catar o Noruega.
España tampoco figura dentro de la lista de grandes afectados a nivel energético por el conflicto puesto que Marruecos y EE.UU. son sus principales socios comerciales.
Diversificar
Líderes y legisladores europeos han insistido en la necesidad de diversificar las fuentes de energía. Recientemente, la comisaria europea de energía, Kadri Simson, se vio en una serie de viajes y conversaciones con el objetivo de negociar un posible aumento de las exportaciones de gas desde Azerbaiyán, Catar, Noruega y EE.UU. y depender menos de Rusia.
Así mismo, Josep Borrell, representante de la Unión Europea para asuntos exteriores, ha indicado que la prioridad inmediata del bloque europeo es diversificar las fuentes de energía y los flujos de gas para evitar interrupciones en el suministro y "garantizar que los mercados energéticos mundiales sean líquidos, competitivos y bien abastecidos".
Por su parte, la presidenta de la Comisión Europea, Úrsula Von der Leyen, ha insistido en la urgencia de que Europa consiga la soberanía energética por medio de la transición ecológica. De acuerdo con la Comisión Europea, lograr este objetivo supondría que el continente europeo produjese la totalidad de su propia energía, cortando de raíz su dependencia de suministros externos y se protegiese de posibles interrupciones y la volatilidad, que se ha podido comprobar en las últimas jornadas, de los precios del gas.
Además, supondría un gran ahorro económico, ya que cumplir los objetivos de reducción de emisiones en 2030 marcaría una caída de más del 25% en las importaciones de combustibles fósiles, que representaron el 69,75% de la energía bruta disponible en la UE en 2020, y de alcanzarse la neutralidad climática para el año 2050, el bloque ahorraría hasta 3.000 millones de euros.