
El dieselgate o el escándalo de las emisiones que sacudió a Volkswagen en 2015 está teniendo una consecuencia inesperada: la falta de motores. La nueva normativa europea de homologación del consumo y las emisiones de todos los vehículos, surgida a raíz de la crisis y que entrará en vigor el próximo 1 de septiembre, ha endurecido tanto los procesos y criterios que los fabricantes están teniendo problemas para adaptar todos sus modelos antes de la fecha límite. La situación está provocando cierto desabastecimiento en el sector y ya ha llevado a Seat a plantear ajustes de producción en la planta de Martorell (Barcelona) ante la escasez de motores para mantener los ritmos de fabricación.
"Estamos analizando la situación. Sabemos que la falta de motores va a afectar a la producción pero todavía estamos estudiando cómo y qué medidas se pueden tomar para ajustarlos", explican fuentes de Seat a este diario. En este punto, desde el sector explican que la marca del grupo Volkswagen podría optar por eliminar el turno de trabajo del fin de semana para adaptar los ritmos de producción a la llegada de los nuevos motores homologados o, incluso, cerrar la planta catalana unos días, tal y como ya ha decidido hacer Volkswagen en Navarra, donde produce el Polo.
La marca alemana comunicó el lunes pasado al Comité de Empresa que iban a hacer un ERE de ochos días en septiembre a toda la plantilla de Pamplona para reajustar la producción ante la falta de motores por la nueva normativa europea y el declive del diésel en España y el resto de Europa, que está obligando a las plantas a revisar sus planes de producción.
"Se ha generado un cuello de botella, un atasco, en los procesos de homologación a la nueva norma WLTP y esto hace que no haya motores suficientes"
"Se ha generado un cuello de botella, un atasco, en los procesos de homologación a la nueva norma WLTP y esto hace que no haya motores suficientes como para abastecer a las plantas por lo que hay que reajustar los ritmos de producción hasta que se solucione", explicaron en este sentido fuentes cercanas al grupo alemán. Y es que, la normativa europea impulsada a raíz del dieselgate obliga a los fabricantes a homologar cada una de las posibles configuraciones que tiene cada modelo y cada motor, lo que multiplica el número de procesos que hay que hacer y limita la disponibilidad comercial de los mismos. La adaptación al Euro 6.2 afecta a la gasolina, al diésel y a los motores híbridos.
En este punto, desde Seat también reconocen que la guerra abierta contra el diésel y la brusca caída de la demanda en favor de la gasolina afecta a los planes de producción de la plantas y podría llegar a afectar al empleo aunque no es un problema tan inmediato. "Esta situación de cambio de la demanda unido a la WLTP nos obliga a ajustarnos a las curvas de producción", sentencia el fabricante.
La planta de Seat en Martorell es una de las más de grandes de España. Tiene unos 11.952 empleados y en 2017 fabricó 456.070 vehículos de las modelos Ibiza, León y Audi Q3, que este año dejará de montarse en la planta y será sustituido por el Audi Q1.
¿Qué pasa en PSA y Renault?
Aunque los nuevos procesos de homologación y exigencias para reducir la contaminación de los motores es común a todo el sector, no afecta de la misma a las 17 fábricas que hay en España. Por ejemplo, desde PSA, que produce en Vigo, Figueruelas y Madrid, explican que los procesos de adaptación a la normativa Euro 6.2 y la consecuente homologación no afectará a la producción de sus plantas puesto que la mayoría de sus motores "ya están adaptados".
"La homologación no es un problema para nosotros. Ya hicimos las inversiones necesarias para reajustar la tecnología y adaptar los motores a la nueva normativa al incorporar hace tiempo el dispositivo SCR en el cien por cien de los motores diésel. Además, hemos simplificado las gamas y al tener menos productos se han podido homologar antes por lo que no tendremos falta de piezas", explican fuentes oficiales de PSA.
En este punto, el fabricante de origen francés ha querido dejar claro que esto no significa que el ataque el diésel por parte del Gobierno no vaya a tener ninguna consecuencia en el futuro del sector en España puesto que se necesita tiempo para adaptar los planes a las nuevas tecnologías.
Desde Renault, que tiene dos fábricas de coches en Castilla y León, una de motores y otra de caja de cambios, esta última en Sevilla, explican a este diario que todavía no están estudiando ninguna medida ante la posible falta de motores ya que, de momento, no han detectado nada. "Estamos en el proceso de homologación como todo el mundo pero en este momento no tenemos ningún problema. Lo veremos en los próximos meses pero de cara a septiembre y octubre estamos tranquilos", explican fuentes del fabricante de automóviles. La marca, que ha anunciado el cierre del turno de noche en la planta de Palencia después de verano, produce 1,5 millones de motores en Valladolid, donde asegurar tener una gran flexibilidad para adaptarse a los cambios de demanda. A su vez, ya ha empezado a producir en la misma el motor K9 gen, que tiene un propulsor turbodiésel adaptado a las nuevas exigencias de aun más bajas emisiones de sustancias contaminantes. por la