Omar Lugo
Río de Janeiro, 8 feb (EFECOM).- El petróleo caro azuza hoy el nuevo negocio de la "agroenergía" y los precios del maíz y la soja, alimentos esenciales convertidos en la frontera energética de moda, en un mundo ansioso por más combustibles.
Brasil y Estados Unidos abanderan esa marcha, por caminos opuestos, en una fiebre de grandes inversiones en la producción de etanol, alcohol vegetal derivado de caña de azúcar o de maíz.
Esta semana autoridades de ambos países anunciaron en Brasilia un "proyecto piloto" para producir etanol de caña en América Central, con lo que Washington "explorará" una alternativa energética sin levantar sus barreras al etanol brasileño.
El gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva dijo esperar que esta alianza "sea el punto de partida" de un mercado global alternativo al petróleo.
Será un camino largo en un mundo dominado por los hidrocarburos.
Estados Unidos y Brasil ya son los principales productores mundiales de etanol, con 17.000 millones y 16.000 millones de litros, respectivamente.
Brasil alega que producir su etanol cuesta 40 por ciento menos que el que hace Estados Unidos con maíz.
Esta competitividad que prescinde de subsidios le ha convertido en el principal exportador mundial, con 3.100 millones de litros en 2006. También es el único país del mundo con un uso masivo de combustibles vegetales en su flota de vehículos.
Masivas inversiones en caña de azúcar elevarán la producción brasileña hasta 30.000 millones de litros al 2012, lo que equivaldría a 517.000 barriles de gasolina.
En Estados Unidos la fuerte demanda de maíz para etanol llevó el grano a su mayor nivel en 10 años en la Bolsa de Chicago, en torno a 4 dólares por saco (25 kilos).
Esos precios a futuro, para entrega en 2008, se mantienen pese al esperado aumento de la cosecha.
En un efecto cascada se encarecen internacionalmente alimentos industrializados, harinas y derivados consumidos por millones de personas, especialmente en las "culturas del maíz", de América Latina, como en México.
También suben los precios de productos de animales alimentados con pienso y derivados del cereal.
"Con toda certeza, parte de la recuperación de la soja y del maíz ya es reflejo de esos programas. La expectativa es que sus efectos se acentúen en los próximos años", según el Centro de Estudios Avanzados de Economía Aplicada (Cepea) de Brasil.
La inversión en "agricultura energética" cobra fuerza, aunque ni siquiera están claras variables esenciales.
El futuro depende de factores más allá de la mera rentabilidad económica, como los precios del petróleo, los cambios climáticos y las presiones medioambientales y sociales.
La propia Agencia Internacional de Energía (AIE) observó "fuertes incertidumbres" en estos programas, subsidiados por razones de seguridad energética o ambiental.
Aún así la producción mundial de etanol y biodiesel subió el 20 por ciento en 2006, hasta 780.000 barriles equivalentes por día (bpd) y alcanzará a un millón de bpd este año y 1,5 millones al 2011.
Los críticos se preguntan si es "ético" que un mundo hambriento destine tierras y recursos escasos a producir combustibles que también tienen un fuerte impacto ambiental, casi equivalente al de la industria petrolera.
"¡Por Dios! El maíz es para dar alimento a la gente. ¿Por qué gastar la fortuna que ellos están gastando para hacer alcohol de maíz?" preguntó recientemente Lula al criticar a Estados Unidos.
"Es un desperdicio gastar maíz para hacer alcohol, cuando puede ser hecho de caña de azúcar, en la que América Central, Africa y Brasil son imbatibles", argumentó Lula.
Su gobierno promete expandir la producción de combustibles vegetales "sin derrumbar un árbol de la selva amazónica" ni arriesgar la producción de alimentos, usando caña, soja, algodón, ricino y palma.
Pero los ambientalistas temen que los cultivos energéticos desplacen millones de hectáreas de bosques tropicales en América y ahora en Africa, hacia donde comienzan a mirar los inversores.
Una importante pregunta en el aire es cuántas unidades de combustible fósil son necesarias por cada unidad de energía agrícola producida, lo que deja dudas sobre los supuestos beneficios ambientales del etanol y el "biodiesel".
Nadie sabe qué pasaría en caso de que el petróleo baje otra vez.
"Hasta ahora todas estas iniciativas están estimuladas por ganancias de capital. Si van a tener impacto medioambiental y social positivo todavía no se sabe, todavía son difíciles de calcular", dijo Lucilio Alves, investigador del Cepea.
Estados Unidos es el principal productor mundial de maíz, con 280 millones de toneladas anuales en 2006 y sus exportaciones (80 millones de toneladas) suplen el 60 por ciento del mercado mundial.
Con el auge del etanol elevará entre 25 y 28 millones de toneladas su producción de este año, lo que equivale al 67 por ciento de toda la producción de Brasil. EFECOM
ol/jla
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