En el preciso momento en que el delantero del Chelsea Timo Werner metió el balón entre los tres palos de Stanford Bridge, Florentino Pérez supo que había perdido su aura. Ni Champions, ni el proyecto de Superliga, ni la oferta sobre Autostrade per l'Italia (Aspi), pérdidas de 630 millones en la filial australiana de ACS, dos ejecutivos de esa filial sentados en el banquillo por corrupción, su candidato preferido a sucederle al frente de ACS cesado por mala gestión y un endeudamiento al alza que hundía la acción del grupo… y, para compensar todo eso, la venta de la joya de la corona del grupo, Cobra, al grupo francés Vinci por 4.980 millones. Una inyección de capital de urgencia para un grupo que, con esta venta, se queda sin la compañía que le aportó el 62% de los beneficios de ACS: de los 574 millones de ganancias de 2020 Cobra aportó 312 millones.
El año 'pandémico' le ha sentado mal a Florentino Pérez. Con 74 años ya cumplidos y el proceso de sucesión a la presidencia de ACS totalmente abierto, tiene más fuegos activos de los que desearía.
El problema en Australia
El epicentro del terremoto que vive su grupo empresarial tuvo su origen en Australia donde Florentino vive un particular calvario desde 2016. Ese año la Australian Securities & Investment Comission (La CNMV australiana) llevó a los tribunales a la filial alemana de ACS, Hochtief, por el uso de información privilegiada en la toma de control de Leighton, una operación valorada en 1.150 millones de dólares australianos. Según la CNMV australiana, Hochtief "sedujo" a dos miembros del consejo de administración (Peter Sassenfeld y David Robinson) de Leighton para comprar más barato. Una vez comprada, ACS cambió el nombre de Leigthon por Cimic, renovó el consejo y mantuvo a los directivos que le habían facilitado la información privilegiada.
El escándalo en Australia fue mayúsculo, porque ninguna empresa extranjera había cometido nunca una irregularidad similar ni había sido juzgada por el Tribunal Federal, pero la multa apenas ascendía a un millón de dólares australianos.
De aquellos polvos, estos lodos
Lo que mal empezó, peor está acabando. Las mismas sospechas de manipulación contable para inflar sus ganancias volvieron a cernirse sobre la filial australiana en el verano de 2019. Cimic se desplomó un 19% en la Bolsa de Sydney y arrastró a ACS que cayó un 4,1% en el Ibex 35 y a su filial Hochtief, que desplomó un 9% en el mercado alemán. Coste contable del escándalo, 4.300 millones de pérdidas.
En los albores de la pandemia, enero de 2020, las cosas empeoraron. Ese mes ACS tuvo que reconocer un impacto negativo en sus cuentas de 450 millones de euros, derivado del 'profit warning' que anunció Cimic en Australia y que supuso un ajuste a la baja de 1.800 millones de dólares australianos (1.100 millones de euros) en la filial de ACS. El motivo de este ajuste, un escándalo en BICC la filial de Cimic en Oriente Medio que obligó a valorar la compañía a valor cero. Más pérdidas, el valor en bolsa de Cimic cayó un 46% y, sobre todo, la credibilidad de ACS por los suelos.
El fin del "delfín" de Florentino
Florentino Pérez había puesto todas sus esperanzas de sucesión en Marcelino Fernández Verdes, su "ejecutivo galáctico" al que retribuía generosamente hasta colocarlo como uno de los directivos mejor pagados del Ibex-35. Sin embargo, el agujero en las cuentas provocado por Cimic obligó a Florentino a cesarle como presidente de la filial australiana y expulsarlo del consejo de administración de ACS.
Ahora el presidente de ACS, acuciado por la caída de beneficios y la elevada deuda del grupo, busca su sucesor en la propia cantera de la constructora. Igual que hizo en el Real Madrid cuando los números no cuadraban, le toca mirar hacia el talento interno. Es época de "pavones". Pero el más prometedor directivo de la cantera, José María Castillo, también le ha dicho que no y se ha marchado con Vinci.
Abertis y Clece, a la baja
Los problemas de Florentino crecieron con la pandemia. El coronavirus volvió a poner en jaque a ACS a través de sus participadas de concesiones. La más importante, Abertis. En 2020, Abertis perdió 392 millones de euros y eso impactó en la cuenta de resultados del holding.
Otra de sus participadas, Clece, gestora de residencias para la tercera edad, también perdió facturación y beneficios, pero sobre todo se ha visto salpicada por las miles de muertes de ancianos que fallecieron en los geriátricos sin una atención sanitaria mínima.
Draghi rechaza la oferta sobre Atlantia
La venta de Cobra a Vinci y el ingreso de 4.980 millones fue visto por Florentino como una oportunidad para renacer de sus cenizas. Mediante una operación de apalancamiento diseñada por su eterno asesor financiero Donato González (responsable del banco francés Société Générale en España), el presidente de ACS anunció una oferta de Abertis para comprar a la italiana Atlantia su concesionaria de autopistas Autostrade (ASPI) por 10.000 millones, mil más que sus competidores.
El gobierno italiano, presidido ahora por Mario Draghi, ignoró la oferta de Florentino por "lo incierto de los planes de ACS" y Atlantia se ha decantado por vender la compañía a la sociedad estatal CPD junto a los fondos Blackstone y Macquaire. Una compañía que en agosto de 2018 protagonizó unos de los peores accidentes por fallo de una infraestructura de Europa (el desplome del puente Morandi sobre la ciudad de Génova) no podía quedar en manos de alguien que genera "incertidumbre".
El fiasco de la Superliga
Al rechazo de Draghi a la compra de Atlantia, se sumó el veto de Boris Johnson a otra iniciativa de Florentino Pérez: la Superliga. En un afán por disimular el mal momento empresarial, el presidente de ACS se aferró a su otro cargo estrella: la presidencia del Real Madrid. Gracias a su gran capacidad de 'cambiar de sombrero', Florentino se sintió tan poderoso que, tras anunciar la creación de la Superliga y retar a la UEFA, consideró que el mejor sitio para dar la cara y defender la liga de los clubs supermillonarios era el programa "El Chiringuito de Jugones" de Josep Pedrerol. Este programa se emite en Mega, una de las cadenas de Atresmedia (Antena 3 y la Sexta), donde también trabaja el periodista de Florentino, Antonio García Ferreras.
Sin contar con un plan de comunicación serio, el fichaje de John Hahn (Providence) como el crack financiero que pondría en marcha la Superliga se quedó en agua de borrajas y uno a uno, los clubs adscritos al proyecto se fueron descolgado hasta que Florentino tuvo que recular.
Hola nuevo Bernabéu, adiós Sergio Ramos
La extraña mezcla de cargos ha convertido también a Florentino en una especie de 'doctor Jekyll y mister Hyde' en el Real Madrid. Además del golpe a la imagen del Real Madrid por la Superliga, su presidente decidió seguir adelante con la remodelación del Santiago Bernabéu pese a la pandemia. Una inversión de 475 millones de euros que lastra la tesorería del club en un momento en que todos los equipos de futbol atraviesan dificultades debido a la falta de público en los estadios.
Con la caja vacía, Florentino tiene problemas para renovar a una figura emblemática del madridismo como es Sergio Ramos con el que mantiene un pulso monetario. Si finalmente Ramos se va y el próximo año no ficha a algún nuevo galáctico (tipo Mbappé) la afición le acusará de gastar el dinero en obras y no en jugadores. Para curarse en salud, este mismo año convocó elecciones por sorpresa en el Real Madrid y las ganó a la "búlgara", ya que no hubo ningún otro candidato.
Sin Champions y sin Final Four
Con la filial australiana hundida, con Marcelino Fernández Verdes apartado, sin delfín, con Cobra vendida a Vinci, con la negativa de Draghi a cederle Atlantia, con los malos resultados de Abertis, con el escándalo de las residencias de ancianos, con la oposición de Boris Jonhson a la Superliga y sin Champions y sin Final Four de baloncesto... Florentino se enfrenta hoy a la junta de accionistas de ACS con las manos vacías. Sus únicas cartas ante los accionistas son una promesa de ganar más contratos de obra en Estados Unidos y la indemnización de 1.291 millones de euros que Abertis debe cobrar este año del Estado español por el fin de sus concesiones de autopistas en Cataluña. Un dinero que incrementará el déficit público del Reino de España.