Ibercaja mejoró sus beneficios en el primer trimestre un 61%, hasta los 54,5 millones de euros, gracias a un descenso abrupto de las provisiones contra impagos y el aumento considerable de los resultados por operaciones financieras (cartera de renta fija y deuda pública).
La entidad aragonesa compensó la caída del margen de intereses, afectado por la baja actividad derivada de la incertidumbre económica y el efecto de los tipos den negativo, de un 8%, con una subida de los ingresos por comisiones y, sobre todo, por las plusvalías obtenidas con la venta de bonos, que aumentaron un 303% con respecto al mismo periodo del año anterior.
Además, Ibercaja logró rebajar un 32% las dotaciones contra insolvencias. Esta partida restó hasta marzo 33 millones, que contrasta con los 51 millones del ejercicio anterior por la hucha especial contra la pandemia. Su tasa de morosidad continuó a la baja y se encuentra en un 3%, frente al 3,9% de hace doce meses.
Estas menores provisiones ayudaron también a mitigar los mayores costes operativos del grupo aragonés, que se vieron afectados por los gastos del ERE pactado a finales de diciembre. La entidad ha informado que las salidas de los 750 trabajadores, el 15% de la plantilla total, comenzarán a partir del segundo trimestre y se extenderán de forma escalonada hasta junio de 2022, con el fin de que lograr una mejora de la eficiencia y de la rentabilidad.
Ibercaja afronta en solitario su futuro y tiene que aumentar los retornos del capital para atraer inversores. Tiene de plazo hasta finales del próximo año para salir a bolsa y cumplir con la normativa de las antiguas cajas de ahorros. La cúpula del banco confía en esta operación, aunque considera otras alternativas, como la creación de un fondo para que la Fundación Ibercaja siga ostentando más del 50% del capital.
