Empresas y finanzas

Abengoa debe probar que no estaba en crisis antes de la pandemia para el rescate de la SEPI

  • La ingeniería no ha solicitado información a la sociedad estatal para solicitar la ayuda
Proyecto de Abengoa

La crisis de Abengoa ha terminado por explotar en un concurso de acreedores que ya rozó en 2016 y que en estos cinco años ha esquivado gracias a una sucesión de reestructuraciones financieras y planes de negocio que el tiempo ha ido demostrando insuficientes para garantizar la salvación del grupo sevillano.

Tras las refinanciaciones de 2017 y 2019, la pandemia sirvió de pretexto a la compañía para acometer una tercera reestructuración proclamada por la dirección, como también hiciera con las anteriores, como la definitiva. Los procesos anteriores siguieron un camino tortuoso, pero culminaron en rúbrica. El tercero, iniciado en mayo de 2020, ha enfrentado obstáculos incluso mayores que han imposibilitado su aprobación y han desencadenado la que podría convertirse en la segunda mayor quiebra de la historia de España.

El consejo ha llevado a concurso a la matriz, pero no al resto de filiales, entre las que sobresale Abenewco 1, que es la que en realidad tiene el grueso de los negocios

Por el momento, Abengoa SA, la matriz, ha solicitado el concurso voluntario de acreedores. Lo hizo el pasado lunes después de que algunos acreedores, con el Banco Santander a la cabeza, se descolgaran del acuerdo de reestructuración firmado por la mayoría de implicados el pasado mes de agosto y negaran una nueva prórroga, la enésima, para su cierre. Una decisión que, según el consejo de administración de la compañía, resuelve el denominado Plan Vellocino con el que se buscaba asegurar la viabilidad del grupo, que tiene más de 14.000 trabajadores en el mundo.

Ahora bien, detrás de este movimiento aún existen múltiples interrogantes. Porque el consejo ha llevado a concurso a la matriz, pero no al resto de filiales, entre las que sobresale Abenewco 1, que es la que en realidad tiene el grueso de los negocios y activos y de la que dependen la mayoría de los empleados. La reestructuración, de hecho, atañe a esta sociedad, que debía erigirse en la Nueva Abengoa. Y el consejo también mantiene que tratará de salvar esta y otras filiales. ¿Cómo? Esa es la mayor incógnita ahora, pero con una deuda de casi 6.000 millones de euros, son muchos los interesados en que la firma tenga futuro. El primero, el Santander, que aunque acaba de ejecutar sus derechos sobre una de las joyas de la ingeniería, la planta de cogeneración A3T, en México, aún tiene una exposición a la deuda -y el capital- muy relevante.

La declaración del concurso se interpreta entre los accionistas minoritarios que se rebelaron contra la reestructuración -por la cual se quedarían sin prácticamente nada de la Nueva Abengoa- como una estratagema para impedir la celebración de la junta extraordinaria del 4 de marzo en la que pretendían elevar a Clemente Fernández a la presidencia de Abengoa. Una decisión que tendrá que tomar el juez. No obstante, el concurso era un destino seguro para la matriz el próximo 14 de marzo, puesto que el plazo del preconcurso, en el que se halla desde agosto, expiraba ese día y la condición para salir del mismo, que los proveedores con una deuda comercial de 153 millones se sumaran en un 96% a la reestructuración, era ya una misión imposible.

Sin la junta, los acreedores se quitarían de en medio el escollo de los accionistas, que desde septiembre se han movilizado para revocar la reestructuración

Sin la junta, los acreedores se quitarían de en medio el escollo de los accionistas, que desde septiembre se han movilizado para revocar una reestructuración que en realidad solo es un paso más de lo que ya se aprobó en junta en 2019, con un quórum muy reducido. Un complejísimo proceso incomprensible para inversores poco avezados y que apenas obtuvo la oposición de Inversión Corporativa, el vehículo de las familias fundadoras, entre ellas la del expresidente Felipe Benjumea.

Pero Vellocino, al menos tal y como se diseñó originalmente, ha quedado resuelto, en palabras del propio consejo de Abengoa. La fórmula que se instrumente ahora para intentar que Abenewco 1 sobreviva aún está por ver. Y una de las vías que, en pleno fuego cruzado entre Gobierno y Junta de Andalucía sobre quién tiene más culpa, se ha lanzado es la del Fondo de Apoyo a la Solvencia de Empresas Estratégicas de la SEPI. Por ahora, según fuentes implicadas, Abengoa -ni Abenewco 1- no ha requerido información ni, por supuesto, ha formalizado una petición a la sociedad estatal. Es más, esta opción despierta múltiples dudas por los propios requisitos del fondo, entre los que sobresale que la empresa en cuestión demuestre que no estaba en situación de crisis antes de la pandemia y que las necesidades de liquidez solicitadas se deban a los efectos de la misma.

¿El efecto de la pandemia?

Aunque Abengoa justificó en mayo la tercera reestructuración con la pandemia, la realidad es que el grupo andaluz llevaba ya muchos meses negociando alternativas para asegurar su viabilidad. A los pocos meses de firmar la segunda refinanciación, la de 2019, el consejo que entonces presidía Gonzalo Urquijo inició la búsqueda de recursos adicionales a través de la entrada de un socio en Abenewco 1, para lo que contrató a Lazard, con la venta del A3T mexicano, operación que estaba cercana pero que, ahí sí, el Covid-19 frustró, y el traspaso del litigio que la ingeniería enfrenta con España por el recorte a las renovables -reclama casi 1.200 millones-.

Además, en ese contexto, Abengoa presentó un avance de las cuentas de 2019 en las que ya arrojaba un patrimonio negativo de 388 millones. Y, para más inri, la compañía aún hoy no ha formulado las cuentas auditadas de aquel año, motivo por el cual la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), que en julio pasado suspendió su cotización, ha incoado un expediente sancionador grave. La SEPI, no obstante, podría admitir la petición de Abengoa atendiendo a la proporcionalidad del daño que la pandemia haya provocado, que tras casi un año con la actividad al ralentí no es poco.

El final de Abengoa, por tanto, aún no está decidido. Y su quiebra no interesa ni al Gobierno, ni a la Junta de Andalucía, ni a los acreedores, ni a los proveedores, ni por supuesto a los accionistas, aunque la posición de estos esté ahora aún más debilitada.


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