
Abengoa se ha dado dos semanas más, hasta el 27 de julio, para confirmar los avances logrados en los últimos días en las negociaciones para alcanzar un acuerdo de reestructuración que evite definitivamente el concurso de acreedores. El consejo de administración de la empresa se ha fijado este nuevo plazo en un contexto en el que su situación financiera está al límite.
No obstante, la compañía requerirá aún de varias semanas más para poder cantar victoria. Porque si para ese día consigue el respaldo de los bancos y del Gobierno, por un lado, y de los proveedores, por otro, aún necesitará la autorización (waiver) de los tenedores de casi 3.000 millones de euros de deuda, entre los que figuran entidades financieras y fondos. Para superar este último paso, la dirección de Abengoa, capitaneada por el presidente Gonzalo Urquijo, mantiene un contacto permanente con los bonistas de cara a obtener su apoyo.
Estos acreedores asumieron en la reestructuración de 2019 la transformación de su deuda en bonos convertibles (en 2024 o 2029) en acciones de Abenewco1
Estos acreedores asumieron en la reestructuración de 2019 la transformación de su deuda en bonos convertibles (en 2024 o 2029) en acciones de Abenewco1, el vehículo que ostenta el grueso de los activos de la compañía. En concreto, tienen el derecho por hasta el 77,5% de esta sociedad. El 22,5% restante fue entregado a los bancos y fondos que asumieron más riesgos en aquella reestructuración. Algunos de ellos han vendido en el último año sus participaciones, de manera que Santander, KKR y BlueMountain son hoy las firmas con mayores posiciones.
Ahora Abengoa plantea quitas a los distintos tramos de deuda (Senior Old Money, Junior Old Money, New Money 2 y New Bonding) de hasta el 90% y a cambio les ofrece convertir anticipadamente una parte de las acciones de Abenewco1. También recibirán parte del capital de esta sociedad los bancos a los que les ha pedido un crédito de 250 millones de euros.
El planteamiento de Abengoa es que los acreedores antiguos y los nuevos reciban algo más del 90% de Abenewco1
De esta forma, el planteamiento de Abengoa es que los acreedores antiguos y los nuevos reciban algo más del 90% de Abenewco1 a la espera de que el plan de negocio diseñado posibilite su revalorización en los próximos años. El resto le correspondería a los actuales accionistas de Abengoa, entre los que figuran, entre otros, Santander y el Estado español, así como miles de inversores institucionales y particulares.
Con esta propuesta y siempre y cuando consiga el crédito de 250 millones de euros, con el aval del Instituto de Crédito Oficial (ICO), una línea de avales por unos 300 millones de euros, garantizada al 50% por el Cesce, y la cancelación de la deuda con los proveedores, Abengoa tendrá que pedir a los bonistas su consentimiento para poder sacar adelante la reestructuración.
Desde la primera reestructuración en 2017, Abengoa ha tenido que pedir permiso a sus acreedores en varias ocasiones para acometer determinadas operaciones. El plazo habitual fijado para obtener estos waivers ha sido de alrededor de 20 días, por lo que la rúbrica final del plan de la compañía podría dilatarse hasta mediados de agosto.
Cabe mencionar, no obstante, que en ocasiones el periodo de aceptación ha tenido que ser ampliado por no haber logrado las mayorías. De igual modo, Abengoa también ha obtenido el rechazo de los bonistas a algunas de sus propuestas en el pasado. Así ocurrió en las dos últimas ocasiones en que requirió su aprobación precisamente para obtener financiación extraordinaria, en septiembre de 2019 y en febrero pasado.
Dos antecedentes que no ayudan al optimismo, aunque fuentes al tanto del proceso inciden en que "ahora la situación es distinta". Al fin y al cabo, ésta es la última oportunidad para salvar a Abengoa y que puedan optar a recuperar parte de su dinero en el futuro -más, al menos, que en una liquidación-. De hecho, añaden que, llegado a este punto, lo esperable es que exista cierto consenso entre estos acreedores y la compañía para aprobar la propuesta.
Los desafíos de Abengoa
Antes de este paso, Urquijo y su equipo tienen ante sí el desafío de convencer a todos los bancos, los acreedores comerciales y proveedores y el Gobierno. Porque el plan obliga a que las cuatro patas sobre las que se sustenta sean aprobadas.
En este sentido, los apoyos relevantes a los que se refirió este martes el consejo de administración de Abengoa en su comunicado a la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) están relacionados fundamentalmente a la disposición de Santander, Bankia y Calyon a participar en el crédito de 250 millones de euros solicitado y junto a otras entidades como Caixabank en la línea de avales por 300 millones; a la voluntad del Gobierno a colaborar a través del Instituto de Crédito de Oficial (ICO) avalando el préstamo y a través del Cesce garantizando los avales; y a la posición favorable de los principales proveedores -grupos energéticos fundamentalmente-, a quedarse con derechos sobre activos y arbitrajes a cambio de la deuda pendiente -en su mayoría vencida-.
El reto para los próximos 13 días es que el ICO participe en el crédito y que se sumen Caixabank, BBVA y Bankinter, así como lograr el visto bueno del resto de proveedores, entre los que aparecen empresas con las que ya no existe relación comercial o grupos extranjeros con poca sensibilidad sobre la crítica situación que atraviesa Abengoa. Después, si todas estas negociaciones fructifican, llegará el turno para la aprobación de los bonistas. En las reestructuraciones de 2017 y 2019, además, se requirió la homologación judicial.